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Lo que creí que sería una noche caótica, no lo fue en lo absoluto.

Me lavé la cara y el rastro de la sangre en mi labio hinchado y me metí debajo de las sábanas. Pensé en lo sucedido, en su última frase, y sin poder oponer resistencia, un pesado sueño me dejó tirado hasta que el despertador sonó y Jungkook azotó mi puerta como cada mañana.

Le sobraba el buen humor y a mí me faltaron las palabras mientras bebía la taza de café y devoraba mi almuerzo antes de un pesado entrenamiento.

La rutina se repitió al día siguiente y durante una semana más. Agradecí que, como siempre, Jungkook enfocara sus energías en ser un pesado con mi entrenamiento, pues de alguna manera me ayudaba a mantener la mente clara y alejar el vergonzoso recuerdo de que me había corrido en mis shorts deportivos y dormido con la boca hinchada.

Con mi mente concentrada en ganar y calificar para el torneo, dejé de buscar el dolor y las quejas de Jungkook y Namjoon desaparecieron, Jin no volvió a sacar el tema. Mi rostro ahora limpio de nuevas heridas hablaba por sí solo.

Si bien la incertidumbre no se iba, no quería indagar en las señales, en el recuerdo torturándome y en las preguntas que no podía responder. Pensé hablar con Jin, pero me dije que la charla podía esperar unos días más, unos cuantos siglos quizá.

Y como si mi mente lo hubiera llamado, su nombre apareció en la pantalla de mi teléfono durante mi descanso al medio día.

—¿Qué pasa? —dije tan pronto contesté la llamada.

—Tae, lo siento, ¿podrías hacerte cargo de Minhee hoy? me llamaron de la oficina y tendré que presentarme.

Busqué a Jungkook con la mirada, lo encontré a lo lejos en la cocina bebiendo agua en una postura enteramente relajada.

—Claro, iré para allá.

—Gracias, no tardes.

Colgué de camino a su encuentro y cuando me miró, alzó una ceja de inmediato.

—¿Qué pasa?

—¿Podríamos terminar el entrenamiento temprano hoy?

Gruñó, no esperaba menos.

—Escucha, Jin tiene que salir y no puedo dejar a Minhee sola en casa.

Su rostro se relajó de inmediato y asintió, como si hubiera pronunciado una palabra mágica. Sus cambios de humor comenzaban a ponerme de nervios.

—Está bien.

—¿En serio? —parpadeé sin poder creer que fuera tan sencillo.

—Claro, es tu hermana. ¿A dónde la llevarás?

—Amm... pensaba pasar el tiempo con ella en casa.

—Eres el peor hermano, la pobre Minhee crecerá sin conocer más que esos muros aburridos —se rió y el piercing en su labio resplandeció ante mis ojos.

—No es que salieramos mucho antes —me froté la nuca, de pronto avergonzado —. No tengo idea de a dónde llevarla.

—Espera.

Sacó su teléfono y lo vi maniobrar con sus dedos tan rápido como solía hacerlo Jin. Su sonrisa de a poco fue incrementando hasta que alcanzó sus ojos y un par de arrugas aparecieron a sus costados. Cuando me miró, me aclaré la garganta que de pronto me picaba.

—¡Mira! —me mostró la pantalla, había una imagen de dibujos animados —. Se acaba de estrenar una película de Disney, quizá puedas llevarla ahí.

Me reí sin poder evitarlo.

—Minhee tiene gustos muy especiales —dije entre dientes, recordando la tortura a la que me sometía cada que veía televisión con ella. Cuerpos arrastrándose, sangre y balbuceos zombies.

HARDER ✛ TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora