028.

43 9 32
                                    

Bajé del ring con un hilo de sangre saliendo de mi nariz, con un golpe en el pómulo izquierdo que luciría como un tercer ojo morado al día siguiente de no ponerle hielo de inmediato, y por último, mi ojo derecho cerrado debido a la sangre que corría desde alguna herida abierta en mi ceja. Pero ¡hey! había ganado esa pelea en el último round. Mi oponente había sido un tipo rudo, musculoso y sumamente alto que me había hecho grabarme su nombre mientras me aplicaba una llave que casi me disloca el hombro me hizo plantearme, en mi momento más eufórico y desesperado, ser zurdo para el resto de mi vida: Kim Mingyu.

Nos despedimos con una reverencia solemne bien merecida por la fantástica pelea. Si bien me dolía el cuerpo y partes de este que no sabía que podían doler tanto, mis niveles de adrenalina eran tan altos que me permití llegar a los vestidores con mi orgullo intacto; sin ninguna mueca que pudiera demostrar al público que por poco no la logro y que mis pasos en apariencia seguros, no eran más que eso, apariencia, pues sentía que mis rodillas renunciarían en cualquier momento al trabajo duro que las estaba sometiendo; ese mismo shot de adrenalina me ajustó para sonreír a Namjoon en los vestidores mientras él negaba con un gesto desaprobatorio y puede que una muy bien disimulada sonrisa satisfecha. Me gustaría pensar eso y que su mueca divertida no era porque mi sonrisa no hubiera sido más que una línea de dientes llenos de sangre y un aspecto de que me desmayaría en cualquier momento.

—Buen trabajo —dijo Namjoon, sentándose frente a mí con una bolsa de hielo y el botiquín en la otra.

—Gracias —Me permití quejarme mientras alzaba el rostro y me tocaba las costillas derechas, ahí donde ese Mingyu me había metido una buena patada —. ¿Y Jungkook?

—Aquí —Su voz a mis espaldas me hizo dar un pequeño salto que me robó también una queja vergonzosa.

—Muero de hambre —Disimulé un bostezo para cubrir mi voluntad de sacar el aire poco a poquito, tener la bolsa de hielo presionando mi rostro también ayudó en mi actuación.

—Qué bien, Seokjin me dijo que nos esperaría para cenar. ¿Qué quieres-

—¡No! —grité, pero la mirada asustada de Namjoon me hizo aclararme la garganta, avergonzado —, no... no quisiera llegar a casa así, si Jin me ve en este estado, él terminará el trabajo que Mingyu no pudo.

Namjoon estalló en una carcajada y Jungkook se sentó a mi lado en la banca, poniéndome una mano en el hombro que me motivó a mirarlo.

—¿Podemos ir al gimnasio? Ayúdame a limpiarme las heridas allí.

—¿Estás seguro? —preguntó él con un gesto preocupado.

—Oh, vamos —Namjoon protestó con las cejas alzadas y ojos entornados —. Si lo que quieren es estar solos, encontrarán un mejor momento después.

Ese maldito, lo habría golpeado de no ser porque me dolía el alma y me haría papilla en mi estado actual.

—Idiota, ¡hablo en serio! No conoces a Jin enojado y creeme, no quieres hacerlo —pronuncié con un tono lo suficientemente serio para que Namjoon cerrara la boca y asintiera sin remedio.

—Bien, vámonos, pero lavate al menos el rostro antes, no querrás que el taxista nos eche a patadas del auto si lo manchas con sangre. Sí es que nos deja subir antes.

Supe que tenía razón cuando entré al baño y me miré al espejo; era un completo desastre de sudor y sangre aún fresca. Me lavé el rostro con sumo cuidado e hice gargaras con agua para mitigar el sabor metálico en la boca. Al salir, me coloqué el hoodie color gris que Jungkook me ofreció y los tres salimos por la puerta trasera.

—¿Estás seguro de que no quieres venir? —preguntó Namjoon de pie junto a la puerta de su auto color rojo.

—Sí, dile a Jin que lo siento, que llegaré mañana a primera hora para desayunar. Y por favor —Puse las manos al frente en una plegaria —, no le digas que me molieron a palos.

HARDER ✛ TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora