Después de un devastador accidente que le provoca la pérdida de memoria, Erizo se encuentra atrapada en un mundo que ha cambiado drásticamente.
Ahora, su percepción de la realidad está alterada. En lugar de ver los ojos de las personas, solo distin...
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"Contemplo mi reflejo... La persona frente a mí me resulta completamente desconocida."
Erizo se acomodó en su cama con un suspiro de alivio, el cansancio del día pesando sobre sus hombros. La habitación estaba envuelta en una calma profunda, con la luz tenue de la tarde filtrándose a través de las cortinas. Se acurrucó bajo las sábanas, sintiendo el suave calor de la manta envolviendola, y se permitió relajarse completamente.
El cansancio la abrazó con suavidad, y pronto, sus pensamientos comenzaron a desvanecerse. La inquietud de los días anteriores, los carteles perturbadores, y el eco de los sueños oscuros se desvanecieron lentamente. En su lugar, se sumergió en un sueño tranquilo, sin las sombras ni las voces que habían atormentado su descanso.
La mente de Erizo, finalmente libre de las pesadillas y las incertidumbres, navegaba en un mar de calma. Los recuerdos de la pequeña voz que le había hablado en el vacío negro, las imágenes borrosas del chico en la foto, y el constante eco de las palabras de los carteles parecían pertenecer a un pasado distante y lejano. En este momento de paz, todo eso se desvaneció en un olvido temporal.
La noche avanzó en silencio, sin interrupciones ni sorpresas. Erizo se entregó a un sueño reparador, una pausa en la confusión y el miedo que había experimentado recientemente. La sensación de paz que envolvía su descanso era reconfortante, y su cuerpo, finalmente libre del estrés, se relajaba en una tranquilidad genuina.
Durante la noche, mientras Erizo dormía en paz, el murmullo de la casa seguía su curso. De vez en cuando, el sonido de pasos suaves se escuchaba en el pasillo. Uno de esos pasos se acercó a la puerta de su habitación. Era su madre, y con un tono suave y preocupada, preguntó:
"¿Erizo, querida? ¿Quieres algo de comer?"
El sonido de la voz de su madre la hizo despertar parcialmente. A través del sueño, Erizo pudo distinguir la figura de su madre junto a la puerta. Pero al mirar hacia ella, el cartel negro sobre sus ojos decía "Mentirosa". Erizo, todavía envuelta en la niebla de su sueño y deseosa de mantener la tranquilidad que había encontrado, simplemente sacudió la cabeza.
"No, gracias" respondió con voz cansada y adormecida, "Solo quiero seguir durmiendo"
Con una ligera sonrisa, su madre asintió, aunque la preocupación seguía en su expresión. Se dio la vuelta y se alejó de la puerta, dejándola en la paz que tanto deseaba.
Erizo volvió a acurrucarse bajo las sábanas, el descanso le envolvía de nuevo. Aunque la presencia de los carteles continuaba, en ese momento, el deseo de reposo era más fuerte que cualquier otra cosa. Su mente se sumergió de nuevo en el tranquilo refugio del sueño, alejando cualquier preocupación o inquietud que pudiera perturbarla.
La noche transcurrió en calma, brindándole a Erizo el descanso profundo que tanto necesitaba. La oscuridad que había envuelto su habitación se disipó lentamente con el amanecer, dando paso a una luz suave que se filtraba a través de las cortinas.