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"A veces es mejor sola, que mal a acompañada'

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"A veces es mejor sola, que mal a acompañada'

La mañana llegó silenciosa, con la luz del sol filtrándose suavemente a través de las cortinas de la habitación. Erizo abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras su visión se ajustaba a la claridad. A su alrededor, el hospital estaba tranquilo, con solo el leve zumbido de las máquinas y el sonido distante de pasos en el pasillo.

Se sentía extrañamente descansada, aunque su mente seguía siendo un torbellino de preguntas. Se giró en la cama, observando la habitación con más claridad que la noche anterior. Su mirada recorrió el espacio vacío donde, por un instante, recordó la presencia de sus padres y del Dr. González. Recordó cómo el doctor la había protegido, cómo había evitado que le quitaran el collar. Instintivamente, llevó una mano hacia su cuello y sintió el dije aún allí. Una pequeña chispa de alivio recorrió su cuerpo.

Pero entonces, su mirada se dirigió hacia la puerta, abierta de par en par. Afuera, en el pasillo, las personas iban y venían, pero Erizo no veía rostros, solo los carteles oscuros sobre ellos, cada uno con palabras perturbadoras que resonaban en su mente. Palabras como Mentiroso, Traidor y Manipulador, era lo que ella veía. Se encogió un poco en la cama, su cuerpo reaccionando instintivamente al miedo que esas palabras le provocaron. ¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué solo ella veía esos carteles?

Se obligó a mirar hacia otro lado, tratando de alejar la sensación de angustia que amenazaba con abrumarla. El doctor, recordó, tenía algo diferente. "Bondadoso". Esa palabra resonaba en su mente como un faro de luz en medio de la oscuridad. Era la única persona que parecía... segura. Aunque no podía confiar completamente en nadie, esa pequeña palabra le ofrecía un poco de paz.

Erizo intentó despejar su mente, enfocarse en lo que necesitaba hacer. Tenía que encontrar respuestas, entender por qué estaba aquí y qué había pasado. Y tal vez, el Dr. González podría ayudarla. Pensó en hablar con él nuevamente, en preguntarle más sobre el accidente, sobre sus padres, sobre lo que estaba pasando realmente.

Tomando aire, decidió esperar pacientemente, con la esperanza de que el día le trajera alguna claridad. Por ahora, se quedaría en esa habitación, aferrándose al collar y a la única certeza que tenía. Igualmente los dias iran pasando, y con él, tal vez, llegarían las respuestas que tanto necesitaba.

El día avanzaba lentamente, y Erizo se encontraba aun sola en la habitación, sumida en sus pensamientos y en el mar de preguntas que la atormentaban. Mientras su mente intentaba organizar el caos de información y las inquietantes palabras que veía flotando sobre las personas, algo captó su atención.

En un rincón de la habitación, había un espejo, pero estaba colocado de tal manera que su reflejo quedaba oculto. Erizo se preguntó qué podría estar ocultando ese espejo, qué tipo de reflejo guadaíra. La intriga se apoderó de ella, y, con un esfuerzo considerable, se esforzó por girar el espejo lentamente.

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