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"Estoy cansada de todo lo que me rodea, sintiéndome desesperanzada y perdida bajo la superficie, como si cada respiración fuera un recordatorio de la oscuridad que me atrapa"

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"Estoy cansada de todo lo que me rodea, sintiéndome desesperanzada y perdida bajo la superficie, como si cada respiración fuera un recordatorio de la oscuridad que me atrapa"

Mientras Erizo se perdía en un sueño agitado, sus padres se sentaron a su lado, observándola con una mezcla de preocupación y amor. La luz tenue de la lámpara arrojaba un suave resplandor en la habitación, creando un ambiente acogedor, pero el aire estaba impregnado de tensión.

La madre, acariciando suavemente el cabello de su hija, no podía evitar sentirse culpable. "¿Por qué no lo vimos antes? Tal vez podríamos haber hecho algo" murmuró, su voz llena de preocupación. Miró a su esposo, buscando en su rostro respuestas que no tenía. "¿Por qué está tan... distante? No entiendo cómo una niña tan dulce puede estar pasando por esto"

El padre, con la mirada fija en Erizo, suspiró profundamente. "No lo sé. Ella siempre ha sido fuerte, pero estos últimos meses... algo ha cambiado. Tal vez... tal vez está lidiando con más de lo que creemos" Su voz se tornó grave mientras recordaba los momentos en que su hija había regresado de la escuela, con la mirada perdida y el silencio pesado que la seguía.

"Siempre pensé que estaba lidiando con la transición a la secundaria" continuó su madre, la voz apenas un susurro. "Pero esto... esto es diferente. No es solo la escuela, ¿verdad? Hay algo más profundo. Un dolor que no podemos ver"

Erizo se movió en su sueño, frunciendo el ceño mientras las imágenes se apoderaban de su mente. La madre se inclinó un poco más cerca, con la esperanza de que su presencia le diera algún consuelo. "¿Deberíamos llevarla a ver a alguien? Un terapeuta o algo así... Quizás hablar con alguien ayude.

El padre la miró, los ojos llenos de preocupación. "No lo sé. Puede que sí, pero... y si eso solo la hace sentir más incomprendida? No quiero que se sienta sola en esto" Se pasaba la mano por el cabello, mostrando la frustración y la impotencia que sentía.

Ambos quedaron en silencio, observando a su hija dormir. La forma en que Erizo se aferraba a su collar, como si fuera un salvavidas en un mar de oscuridad, los conmovía. Cada pequeño movimiento que hacía, cada susurro que escapaba de sus labios, parecía contar una historia que ellos no podían entender.

"Quiero ayudarla" dijo la madre, rompiendo el silencio. "Pero no sé cómo" Su voz temblaba, reflejando la tristeza que invadía su corazón. "Quiero que vuelva a ser la niña feliz que solía ser"

"Lo haremos" afirmó el padre, tomando la mano de su esposa con fuerza. "No podemos dejar que esto la siga afectando" Estaremos con ella en cada paso del camino. No la dejaremos sola." Aunque sus palabras eran firmes, había una inquietud en su voz, una sombra de duda sobre si realmente podrían ayudar a su hija a salir de este abismo.

Mientras la noche avanzaba, Erizo seguía atrapada en sus sueños, un lugar donde la realidad y la oscuridad se entrelazaban. Sin saberlo, su mente continuaba lidiando con sus propios demonios, y sus padres, aunque sentían que hacían lo correcto, se preguntaban si sería suficiente para salvarla de la tormenta que la atormentaba

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