Capitulo 9

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Valentina

Paso más de una semana desde la fiesta de compromiso, no había vuelto a ver a Carmen ni a la víbora de Natalia, si es por mi mejor así.

Estaba en mi cuarto leyendo un libro acostada cuando mi puerta se abrió sobresaltandome.

—Carajo, me asustaste.

—Ni que fuera una cucaracha.—me dijo Francisco cruzándose de brazos.

—Es que si te pareces.—le digo tratando de no reír.

—¿A si?—dijo acercándose a dónde yo estaba—¿Entonces por qué te vas a casar conmigo?

—Por obligación, y la verdad me va a dar mucho asco darte el beso en la boda, así como me lo dió en la cena.—respondi con una sonrisa alzando la mirada.

—Crei que lo del "beso",—dijo haciendo las comillas con los dedos—en la cena no significó nada, y ni siquiera nos besamos en serio.—dijo sin dejar de acercarse.

—Bueno, para todos los demás no. A mí no se me movió ni un pelo.—dije poniendo el libro en la repisa y apoyándome en ella.

—Eso no te lo crees ni tu.—dijo frenando, quedando a poca distancia de mi.

—Enronces,¿A ti si?—le dije sin dejar de sonreír.

—Eso quieres tu.

—No, y aunque lo quisiera, a no espera, nunca lo voy a querer por qué me das asco, todo tu me da asco.—dije escaneandolo de arriba a abajo.

Tenía una camiseta negra con unos pantalones del mismo color, tenía el pelo algo desordenado que lo hacía ver muy atractivo.

Carajo, no pienses en eso.

—Estamos de acuerdo en algo. Tu también me das asco Hernández—dijo poniendo sus manos a mis costados quedando a pocos centímetros de mi cara—y nunca te besaría, ni aunque fueras la última mujer sobre la tierra, lo único bueno que tienes es tu familia.—dijo sin quitar esa sonrisa llena de orgullo de su rostro.

—Exactamente lo mismo te digo. Pero entonces,¿Por qué insistes en estar cerca de mi?

Su sonrisa de orgullo despareció y fue reemplazada por una de confusión.

—¿Disculpa?

—Lo que oíste,¿O acaso no viste como estás ahora?

—Esto solo lo hago para molestarte, por qué se que te pongo nerviosa.

—¿Nerviosa a mi? Yo creo que al revés cariño.

—¿Entonces por qué no me apartaste al segundo que te aprisione así?—mi sonrisa se esfumó—di justo en el blanco preciosa.

Desgraciado.

—¿No piensas decir nada?

—Si, ¿Para que viniste a mi cuarto? Es que estuviste perdiendo tiempo coqueteandome que ni me dijiste. Aunque no me gustan las cucarachas, me tengo que casar con una.

El sonrió y se separó de mi, dándose la vuelta.

—Mi papá quiere que yo vaya para comprar mi traje y tu a comprar tu vestido.—dijo dándose la vuelta.

—¿Que tan pronto va a ser la boda?

—Por lo que me dijo, el sábado.

—¡¿El sábado?!

—Si preciosa, así que mejor vete preparando, y sobre la fiesta tranquila, Julián la va a hacer.

—¿Por qué el? Va a poner una foto gigante de los dos con un corazón o algo.

En Lazos ArregladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora