꧁Capitulo 20꧂

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Narrador Omnisciente: 

📞Mariana: ¿Ya lo compraste? 

📞Enzo: Sí, ¿Crees que le guste? 

📞Mariana: No lo sé... tal vez. 

📞Enzo: ¿No le va a gustar? 

📞Mariana: Es una broma, le va a encantar. 

Enzo suspiró relajado y cortó la llamada.  

Aparcó delante del majestuoso castillo, sus pensamientos aún girando en torno a la conversación con Mariana.

Con un ligero nerviosismo en el aire, entró al imponente edificio, donde la luz de las velas parpadeaba suavemente, creando un ambiente cálido y acogedor. 

— ¿Por qué estoy tan nervioso? —murmuró él para sí mismo, consumido en sus propios pensamientos. 

Marlena ya estaba allí, ansiosa por prepararse para la cena que prometía ser especial. Él la había llevado luego de un rato con Lumière, solo que había vuelto a salir para arreglar unas cosas del trabajo y comprar algunas necesidades, al menos eso es lo que él le había dicho a Marlena. 

Vestía una camisa blanca desabotonada hasta la mitad, que contrastaba con su pantalón color beige y un cinto negro que realzaba su figura. Su cabello, siempre desordenado pero con un aire despreocupado, parecía reflejar su estado de ánimo: emocionado y nervioso al mismo tiempo. 

Él pasó su mano por su cabello tratando de relajarse y lo despeinó un poco más, como si eso pudiera calmar los latidos acelerados de su corazón. Saludó a algunos empleados conocidos mientras caminaba hacia el gran salón. Al llegar, los guardias abrieron las puertas con un gesto ceremonioso, y Enzo entró.

Allí estaba Marlena, sentada en la cabecera de la mesa, rodeada de velas que iluminaban su rostro con un brillo suave y etéreo. Había dos botellas de vino en la mesa, junto a una variedad de platos exquisitos que prometían deleitar sus paladares. Ella lo miraba fijamente desde el momento en que cruzó el umbral; sus ojos chispeaban con un destello de complicidad y emoción. 

Enzo se quedó mirándola, embelesado por su belleza. Caminó hacia ella con paso decidido y tomó su mano suavemente, levantándola con ternura. Con una de sus manos acarició levemente el rostro de Marlena; ella cerró los ojos, entregándose al momento antes de que sus labios se encontraran en un beso cargado de desesperación y deseo que ambos habían estado esperando desde aquella primera mirada luego de que él pasara por la puerta. 

Para sorpresa de Enzo, ella no llevaba el vestido negro que él había comprado. En cambio, lucía un impresionante vestido azul que caía elegantemente sobre su figura. La tela era de alta calidad; parecía seda o satén, fluyendo suavemente con cada movimiento sutil que hacía. La parte inferior del vestido se extendía hasta el suelo con una falda larga y envolvente que dejaba entrever una ligera cola, aportando un toque dramático a su presencia. Un cinturón delicado en un tono más claro resaltaba su figura esbelta y añadía modernidad al diseño clásico.

Ella solo quiso sorprenderlo, ya que él la había visto con el otro vestido. 

Los detalles del vestido eran sutiles pero impactantes; bordados discretos adornaban la parte superior mientras aplicaciones de encaje aportaban textura sin perder la elegancia inherente al atuendo. Sus accesorios eran mínimos pero refinados: unos pendientes delicados brillaban suavemente a la luz tenue del salón mientras una pulsera elegante adornaba su muñeca. Su cabello estaba suelto y corto, mostrando su color natural con gracia; el maquillaje era sutil pero efectivo, destacando una piel radiante y unos labios pintados en tonos nude. 

El Amor En La Última VueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora