꧁Capitulo 17꧂

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Lilith's pov: 

Habían pasado días en Escocia. Marlena, Mariana y yo estábamos hablando en mi habitación. La conversación giraba en torno al castillo, un tema que parecía tener a Marlena encasillada en su idea de que no era deber de otra persona cuidar a los niños. Ayer, Mariana nos había sorprendido con la noticia de que dejaría la carrera de derecho para dedicarse a algo que realmente le apasionaba. Todos le dijimos que lo pensara bien, ya que solo le quedaba un año para terminar.  

Los chicos, Charles, Carlos y Pierre, habían venido con sus novias porque había comenzado las vacaciones de los pilotos; por suerte para ellos, Enzo y Lando no tendrían que inventar excusas sobre estar enfermos para poder disfrutar de este tiempo aquí con nosotros. 

— Mariana, tu novio me mostró unas fotos que tomaste con una cámara digital —dijo Enzo al entrar a la habitación con una bandeja de refrescos—. Me gustaron bastante y hablé con mi jefe de equipo, al cual también le gustaron. Bueno, nos falta una fotógrafa. 

— ¿Y quieres que sea yo? —preguntó Mariana con un tono de duda. 

— Sí. También necesitamos una abogada y pensé en Marlena —interrumpió Carlos mientras sostenía una cerveza en la mano. 

— Acepto si Marlena acepta —concluyó Mariana, mirando a su prima. 

— ¿Trabajar para RedBull? —preguntó Marlena con cierta incredulidad. 

— Vamos, Marlena, sabemos que mueres por decir que sí —Carlos hizo un puchero mientras observaba la sonrisa de Marlena, lo cual pareció convencerla. 

— Acepto —dijo finalmente, mirando a Carlos con determinación. 

Enzo se acercó a ella con una sonrisa radiante e intentó besarla felizmente, pero ella respondió solo con un pico corto. 

— No estés tan feliz —advirtió Carlos mirando a Enzo—. Ella aceptó por mí. 

— No lo creo —respondió Enzo con confianza mientras Marlena le guiñaba un ojo a Carlos de manera divertida—. ¿Marlena? 

— Lo siento, es mi piloto favorito; hay niveles —rió ella mientras se levantaba de la cama. 

— Entonces RedBull ya tiene nuevas trabajadoras —anunció Charles al entrar—. Max y yo tendremos que esforzarnos más con estas dos mujeres en el equipo contrario. 

— Aún así no te librarás de mí —rió Mariana mientras le lanzaba una mirada al monaguense. 

Todos comenzamos a salir de la habitación y caminamos hacia la terraza donde había un par de mesitas con sombrillas y cubetas llenas de hielo y bebidas refrescantes. 

De repente, entró la niña llorando, acercándose a su tío con el rostro rojo y los ojos llenos de lágrimas. 

— Tito, mi hermano dice que lo quieres más que a mí —dijo ella entre sollozos. 

— No, princesa, no llores —respondió él dejando un beso en su mejilla—. Tú eres mi niña favorita. 

— ¡Chico! —gritó Mariana fingiendo molestia hacia el adolescente que estaba al borde de la piscina mirando su teléfono—. ¿Qué edad tienes? 

— Dieciséis —respondió él sin mirar. 

— Parece que tienes cinco. ¿Eres tonto? —preguntó su tío tomando a la niña en brazos—. ¿Cómo le dices eso a la pequeña? 

— ¿Cómo la dejaste con Elliot? —replicó el chico desinteresadamente mientras todos intercambiábamos miradas sorprendidas. 

Enzo se quedó boquiabierto preguntándose cómo sabía eso; simplemente decidió ignorarlo. 

El Amor En La Última VueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora