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Donghae









Tarareaba mientras cocinaba un lote de chile vegetariano con patata para mañana y no me volteé cuando la puerta se abrió detrás de mí. Pensar que en el pasado me habría tensado, temiendo lo peor, me hizo sonreír por lo lejos que había llegado.

Unos brazos me rodearon y Hyukjae besó mi garganta, luego mi mejilla. Me
volví en su abrazo para mirarlo. Algo en su expresión, un destello de vacilación, me
hizo dejar la cuchara y volverme hacia él por completo. ¿Le había pasado algo a Jeongin? Había estado mejorando, ¿verdad? ¿O solo había sido una pretensión?

-¿Qué pasa?

-Una de las prostitutas quedó embarazada y cuando Chris se enteró, le
prohibió trabajar. Regresó hace un par de semanas, diciendo a todos que había dado
al bebé en adopción. Hoy Hyejun escuchó unos maullidos provenientes de la basura.
Pensó que un gato había dado a luz a sus gatitos en los contenedores de basura...

Mi corazón ya estaba apretándose fuertemente con la realización.

-Hyejun nos dijo a Chris y a mí porque todavía tenía que trabajar en la barra. Encontramos un bebé, de unas pocas semanas, desnutrido y deshidratado.

Tragué con fuerza.

-Arrojó a su bebé a la basura.

-No lo cuidó bien ni siquiera antes. Chris lo ha llevado al hospital. Nos está esperando.

Parpadeé hacia Hyukjae, entendiendo lo que estaba sugiriendo. Respiré profundamente, las lágrimas brotando de mis ojos y comencé a temblar. Hyukjae frunció el ceño, la preocupación cruzando su rostro.

-Sé que quieres quedar embarazado, dar a luz a nuestro hijo, pero...

Lo interrumpí con un beso desesperado, acunando su rostro, llorando.

-Amaré a este bebé con todo mi corazón. Gracias, muchas gracias.

-Fue idea de Chris. -Hyukjae presionó su frente contra la mía por un momento- Vámonos.

Asentí lentamente, pero no podía moverme, estaba demasiado abrumado. ¿En
serio esto estaba sucediendo? ¿Y debería incluso sentirme tan feliz como lo hacía?
Después de todo, algo horrible había pasado. Apagué la estufa, respirando profundamente otra vez.

-¿Hae?- preguntó Hyukjae suavemente.

-Vamos -respondí, apretando su mano.







🎹










Treinta minutos después, entrábamos en la habitación del hospital. Christopher se
cernía sobre un pequeño bebé acostado en su cuna conectado a máquinas pitando y
un tubo introducido por su nariz. Estaba hablando en voz baja al niño a medida que
acariciaba su brazo. Los ojos del bebé estaban completamente abiertos y observaban
a Christopher.

-Finalmente -dijo, mientras se enderezaba y con una última mirada al bebé vino hacia nosotros. Su mirada se posó en mis mejillas llenas de lágrimas y una pizca de suavidad cruzó su rostro que rara vez mostraba al mundo exterior.- Tiene unas cinco semanas de vida. Dicen que podemos llevarlo a casa mañana mismo si
insistimos.

-¿No alertaran a las autoridades?- pregunté a medida que me acercaba a la cuna y me inclinaba sobre el niño. Su cabello era suave y castaño miel, y sus ojos eran azulados.

Sabía que eso a menudo cambiaba durante el primer año de un niño.

-Somos las putas autoridades en esta ciudad -dijo Christopher.

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