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Donghae






Esto no estaba pasando. No podía ser.

Tomé aire pero no llegó a mis pulmones. Observé el charco de sangre extendiéndose en el suelo, goteando de las venas de los hombres que se habían convertido en mi familia.

Todos ellos sacrificando sus vidas para que Seungmin y yo pudiéramos vivir,
pero no podía dejarlos, no podía permitirlo. Christopher tenía a Hyunjin y los gemelos que
necesitaban un padre y un esposo, y Zhoumi era demasiado joven, necesitaba tener la
oportunidad de encontrar lo que nosotros teníamos: alguien a quien amar y que lo
amara. No le quitaría eso. La señora Bang señaló a uno de los hombres.

-Ahora tráeme ese cuchillo.

-Queremos el resto de nuestro dinero. No somos tus soldados, recuerda eso.

La señora Bang solo sonrió.

-Hay mucho dinero en la guantera del automóvil. Es tuyo. Ahora tráeme ese
cuchillo-. Había cerrado el encendedor, pero no tardaría en abrirlo de nuevo.

Christopher rio sombríamente y se limpió el sudor de la frente, esparciendo sangre por toda su cara.

-Te engañó. No tiene más dinero. ¿ acaso te lo mostró?

Los hombres intercambiaron miradas.

-Ni una palabra más -advirtió la señora Bang, levantando el encendedor una vez más- He tenido suficiente tiempo para esconder dinero antes de que llegaras a Jeju.

Una sombra en el rabillo del ojo captó mi atención, y por el breve destello de
reconocimiento en el rostro de Hyukjae, él también lo había visto. Alguien cruzaba el
jardín desde la mansión de Jungsu.

-Queremos nuestro dinero. Lo necesitamos para establecer el control. Dijiste que podrías conseguir varios millones.

-Es una perra mentirosa- gruñó Christopher.

-¡No me llames así!- chilló.

La boca de Christopher se curvó.

-¿Acaso mis ojos te recuerdan a padre?- Sonrió-. Oh, sí lo hacen, ¿no? No resultó ser el príncipe que esperabas, ¿verdad? Valió la pena matar a su prometida para convertite en la abeja reina?

-Tú... tú...- jadeó, acercándose a Christopher, respirando con dificultad. Se
estaba burlando de ella, alejándola de mí.

Y entonces, todo sucedió demasiado rápido. Jeongin irrumpió a través de las
ventanas francesas y chocó contra la espalda de su madre, agarrando con fuerza la
mano con el encendedor y al mismo tiempo clavándole un cuchillo en el estómago.
Sus ojos se abrieron de par en par y ambos cayeron al suelo.

Por un momento, el silbido en mis oídos fue el único sonido, luego los gritos atravesaron la dichosa cacofonía.

Hyukjae se abalanzó hacia mí. Uno de los hombres se interpuso en su camino
con un arma levantada. Salté y pateé su espinilla al mismo tiempo que disparaba. La
bala atravesó la parte superior del brazo de Hyukjae, pero entonces cayó sobre el
hombre, rompiéndole la pierna con una patada en la rodilla antes de agarrarlo por la
parte posterior de la cabeza y estrellar su cara contra su rodilla. El hombre cayó a su
lado, gorgoteando. Hyukjae tomó el arma, alzando la barbilla del hombre.

-Te rompí la mandibula. Aun así, espero que puedas gritar. -Agarró los
dedos del hombre y tiró de ellos hacia atrás, haciéndole gritar con voz ronca-. No
son los mejores gritos que he escuchado, pero lo serán. Más tarde-. Se enderezó,
pasando por encima del hombre. Christopher y Zhoumi habían noqueado a los otros
hombres y estaban liberando a Jungsu.

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