Khem no tenía idea de lo que había hecho en su vida pasada y por qué ahora estaba recibiendo un terrible karma, ni por qué el destino siempre se había encargado de jugarle una mala pasada. Desde su nacimiento, su madre lo había dejado al cuidado de su anciana abuela y después solo desapareció sin previo aviso. Pensando en que en algún momento iba regresar, la abuela decidió cuidarlo con la poca ayuda que recibía del gobierno y para lo demás debía recolectar verduras para venderlas en el mercado. Cada día debían vivir de acuerdo al poco dinero que tenían de ingreso.
Khem no estudió como los demás niños, él cuando creció, tuvo que ayudar a su abuela a recoger verduras en los estanques y pantanos para luego salir a venderlas al mercado hasta la edad de los trece años. Luego se puso a trabajar contratado en distintas casas, a Khem no le importaba si el trabajo que debía realizar era pesado o liviano, lo único que le importaba era obtener dinero para los gastos diarios y así comprar arroz, pescado, comida en general y medicinas para la abuela que estaba empezando a enfermarse y cuando le quedaba algo de dinero lo guardaba para su uso en alguna emergencia.
La vida de Khem continuó así hasta los diecinueve años, pero de pronto abuela enfermó repentinamente teniendo la necesidad de quedar hospitalizada por varios días y necesitar tratamiento continuo y debido a ello, el dinero que Khem había ahorrado durante años lo tuvo que utilizar para pagar su tratamiento. Pero debido a que su tratamiento era demasiado costoso, todo su dinero ahorrado se fue de una vez, por lo tanto, necesitaba buscar urgente un trabajo remunerado en donde ganara mucho más que antes para continuar pagando el tratamiento. Entonces, Khem decidió ir a buscar trabajo a la ciudad.
La tía Phen, que vivía al lado de su casa y conocía bien su situación, le aconsejó a Khem que se fuera a trabajar con su hermana mayor la que trabajaba de ama de casa en otra provincia. Después de que la tía Wan se enteró de su historia, sintió pena por él y aceptó que se fuera a trabajar con y a pesar de que Khem no quería abandonar a su abuela tuvo que ir porque necesitaba mucho el dinero para seguir pagando las facturas médicas y así fue que empezó como sirviente en la gigantesca mansión de un hombre de negocios de gran nivel nacional como internacional.
El dueño de esta lujosa mansión se llamaba Phasakorn. Phasakorn era un hombre medianamente joven de unos cuarenta años, de apariencia muy atractiva, fuerte y musculoso, al verlo se podía decir que era mucho más joven que las personas de su misma edad. En el primer momento en que Phasakorn vio a Khem, a él le gustó su rostro y su particular belleza, además de su esbelta figura, en poco tiempo quería tenerlo para él y que fuera una persona que lo complaciera por las noches. Phasakorn constantemente llamaba a Khem para que lo atendiera directamente a él cuando estaba en la casa.
Mientras Khem limpiaba las estanterías de su oficina de trabajo, los penetrantes ojos de Phasakorn observaban minuciosamente la delgada figura y los muslos de Khem, sus ojos casi no parpadeaban porque cuanto más miraba a esa persona, más quería poseerlo.
Una persona como Phasakorn era considerada como una mala persona, porque cuando pensaba en conseguir algo simplemente lo hacía sin importarle si estaba bien o mal ni a quien dañaría. Phasakorn, se levantó de su silla de escritorio y caminó para detenerse detrás de Khem, se acercó lentamente a su delgada cintura y lo llevó hasta su fuerte cuerpo, luego levantó la holgada camisa que el atractivo chico llevaba puesta para tocar su suave y delicada piel.
Khem, que estaba trabajando diligentemente, se sorprendió, abrió mucho los ojos y se volvió para mirar hacia Phasakorn con expresión de asombro. Su corazón de inmediato comenzó a latir su corazón con miedo y con ambas manos se intentó resistir y alejar a Phasakon de su cuerpo.
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BROKEN HEART
Acak"Mi trabajo era solo que dieras a luz al bebé. No es mi deber ayudar a la madre, no debo ayudarte a ti. En cuanto a ti, solo tenías el deber de dar a luz a este niño porque después de que naciera el niño, no hay necesidad de que sigas viviendo".