CAPÍTULO 19:

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Khem no sabía cuánto de lo que había dicho Tayakorn era cierto. Aunque había dicho que si no estaba dispuesto, no forzaría su voluntad, pero una persona como él tendría suficiente paciencia para él. Tayakorn y Phassakorn eran ambos iguales, a los ojos de estas dos personas una persona humilde como él no era diferente de un cerdo o un perro. Si pasaba demasiado tiempo y él no estaba de acuerdo en tener algo con él, probablemente no valoraría sus palabras, se agotaría y terminaría usando todo su poder para obligarlo en algún momento.

Al día siguiente, Khem se despertó como de costumbre para preparar el desayuno de Tayakorn, después de hervir las gachas de pescado las puso en un recipiente y colocó toda la comida sobre la mesa del comedor. En ese momento, justo Tayakorn entró.

Debido a los acontecimientos de ayer, Khem no sabía qué hacer ni como actuar. Tenía la intención de escapar y regresar a la cocina, pero antes de que pudiera ir a ninguna parte, la voz profunda de Tayakorn habló.

“¿Cómo está tu tobillo? ¿Aún sientes mucho dolor?"

"No duele mucho", respondió suavemente.

"Ven, siéntate aquí y déjeme ver."

Khem apretó los labios con fuerza antes de caminar lentamente para sentarse en la silla que Tayakorn acababa de sacar.

Cuando se sentó en una silla, Tayakorn se agachó y se sentó en el suelo, sin decir nada. Además de retirar la tela que sujetaba el tobillo a Khem para comprobar si todavía continuaba hinchado. Al ver que estaba mucho mejor que antes, lentamente envolvió la tela hasta dejarla en su estado original.

“Solo mantenla por unos días más y luego sácala”.

"Está bien"

“Esta semana dejarás de hacer las tareas del hogar. Haré que venga una empresa de limpieza durante estos días hasta que te recuperes por completo. "

"No. Puedo hacer todo lentamente. Si tengo que quedarme quieto hasta la noche, sin saber que hacer no lo podré resistir".

Khem le dijo a Tayakorn la verdad, porque si no tenía nada que hacer en todo el día nobpodría soportarlo. 

Debido a esta frase, Tayakorn pensó en la pequeña personita y desde que estaban juntos, él siempre había sido una persona modesta y si él mismo noble daba permiso para algo, Khem simplemente no lo hacía, nunca se atrevía a desobedecerlo. Además de limpiar y cocinar, otra cosa que Khem hacía era salir a contemplar la vista desde el balcón.

“Cuando no esté en casa puedes encender la televisión y mirar lo que quieras, te lo permito”.

“Será mejor esperar a Khun Khorn y ver televisión mientras estés aquí. No sé cómo usar la televisión y tengo miedo de que se rompa”.

La casa de Khem era muy pobre, porque él solo ganaba dinero para vivir y comer día a día, así que no podía permitirse el lujo de comprar un televisor para ver. La tía Pen, que vivía al lado, siempre sentía pena por esas dos personas, la abuela y su nieto, por lo que siempre los invitaba  a ver dramas juntos temprano en la noche.

Khem nunca había sostenido el control remoto ni había preguntado cómo usarlo, porque para él, simplemente tener a la tía Pen que permitía ver la televisión con él era genial. Además, el televisor de Tayakorn parecía moderno y se podían ver muchas películas cada vez, también debía presionar para escribir letras, todo era muy diferente al de la tía Pen en el que solo se presiona un número para cambiar de canal. Él no sabía leer, por lo que temía que si presionaba el botón equivocado o presionaba al azar y se rompería.

"Intenta presionarlo, solo úsalo sin miedo".

Cuando Tayakorn comenzó a hablar, Khem respondió brevemente, sin negar nada más.

"Está bien"

“¿Ya comiste algo?”, preguntó Tayakorn mientras se levantaba.

"Aún no".

"¿Todavía hay gachas en la cocina?"

Aunque Khem estaba desconcertado por la pregunta de Tayakorn, él asintió levemente para responder.

"Sí"

“Iré a recogerlo por ti. Siéntate aquí y espera”.

Cuando terminó de hablar, Tayakorn desapareció caminando hacia la cocina, sin darle tiempo a Khem para negar o decir algo más.

Pronto Tayakorn regresó con un plato de gachas de pescado en su mano y lo colocó frente a Khem, antes de caminar para sentarse en el lado opuesto de su lugar habitual y llevarse su propio tazón de gachas de arroz, una pequeña cuchara la llevó a la boca para comer. 

Khem que no sabía qué hacer, solo extendió la mano tensamente, tomo la cuchara, lentamente saco la papilla y la comió.

"Desde hoy en adelante vendrás a sentarte para comer conmigo”.

Tayakorn no abandonaba su intención original y para no permitir que Khem sintiera miedo de él, quería tomarse las cosas con calma, por lo que decidió comenzar a hacer pequeños cambios en su estilo de vida juntos. Quería que comenzaran a desayunar juntos, que cenaran juntos, para así permanecer la mayor parte del tiempo que pudiera,  para estar junto a él. Pero Tayakorn continuaba siendo Tayakorn, e incluso si trataba de  hablar normal, siempre sonaba como una orden y a eso ¿que podría responder alguien como Khem?

El hombrecito se quedó rígido, miraba las gachas en el cuenco frente a él antes de responder a Tayakorn en voz baja.

"Está bien."

Tayakorn sabía lo que le había hecho a Khem anoche, por lo que no le sorprendía su actitud. Después de comer gachas, cuando terminaron, Tayakorn se fue a trabajar y dejó que Khem se quedara en el condominio como si fuera propio.

Khem sabía lo que esperaba Tayakorn, tenía muy claro por qué estaba actuando de manera diferente así, pero como le había dicho antes... Si lo que ese hombre quería era su corazón, realmente él no podía dárselo. Probablemente no había nadie en esta tierra que le entregara su amor a la persona que había intentado matarlo a sangre fría. El comienzo entre ellos había sido algo brutal y era demasiado doloroso para poder cambiar los sentimientos que habian emergido desde allí, incluso si Tayakorn cambiaba, ¿cómo podtía cambiar lo que había hecho en el pasado? 

Khem no tenía elección en la vida. Su vida dependía de Tayakorn que determinaba cimo debía vivir y además tenía que vivir con él durante muchos años más. Ahora bien, si Tayakorn quería hacer algo, entonces eso aunque fuera doloroso para él, fácilmente haría lo que esa persona quisiera.

Por la noche, como de costumbre, no sólo había una comida en la mesa, sino que todo estaba diapuesto para dos personas. Khem que solo debía estar de pie a un lado de la mesa esperando los pedidos de Tayakorn, ahora se había convertido en alguien que se sentaba a la mesa para comer con él.

Como hoy era el primer día, Khem no sabía cómo actuaría Tayakorn ni cuánto tiempo lo dejaría sentarse allí. En su corazón pensaba que pronto esa persona se aburriría y comenzaría a actuar como al comienzo. 

Pero la verdad de lo que sucedería en los próximos diez años en este lugar, era que esta casa continuaría siendo el hogar de Khem y se sentaría diariamente a comer con el duelo de todo. Los dos todavía se sentarían y comerían juntos como de costumbre, pero habría una cosa diferente: sus rostros. Esas personas que hoy estaban tranquilos comiendo pero desprovistos de felicidad, pronto tendrían una leve sonrisa de felicidad.

BROKEN HEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora