XXV. Celos de hermano

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El beso entre Emma y Ran fue breve pero intenso, dejando a ambos sin aliento. Cuando se separaron, Ran mantuvo sus manos en las mejillas de Emma, mirándola a los ojos como si estuviera buscando algo en su interior. Ninguno de los dos dijo una palabra en ese instante; el peso de todo lo que había pasado entre ellos y lo que sentían flotaba en el aire, demasiado denso para romperlo con palabras.

Emma, aún con los latidos acelerados, bajó la mirada, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Aunque sentía una mezcla de alivio y confusión, no podía evitar pensar en lo que esto significaba, en lo que cambiaría entre ellos, y en la sombra de Rindou, que aún permanecía en su corazón. Después de todo, ella había confesado que lo amaba a él también.

El silencio entre ellos fue interrumpido de pronto por el sonido de pasos que se acercaban. Emma levantó la vista, y lo que vio la dejó atónita. Caminando lentamente hacia ellos, con las manos en los bolsillos y una expresión indescifrable en su rostro, estaba Rindou Haitani.

—Vaya… no esperaba encontrarme con ustedes aquí —dijo Rindou, su voz tranquila, pero con un matiz que Emma no pudo descifrar del todo.

Ran se apartó de Emma, pero no la soltó del todo. Aunque había pasado poco tiempo desde la última vez que se habían visto, la tensión entre los tres se sentía como si hubieran pasado meses. Emma sintió una oleada de nervios, no sabiendo cómo manejar la situación. Sus sentimientos por ambos eran profundos, pero todo era un caos en su cabeza.

—Rindou… — susurró Emma, sin saber cómo continuar.

Rindou se acercó un poco más, y Emma pudo notar la ligera sombra en su expresión. No estaba molesto, al menos no de la forma en que había imaginado que podría estar, pero tampoco parecía indiferente a lo que acababa de presenciar.

—No es lo que parece —dijo Ran, aunque su tono no era del todo convincente. Emma supo de inmediato que era una excusa innecesaria.

—No te preocupes, hermano —respondió Rindou, con una leve sonrisa que no alcanzaba sus ojos— No he venido a interrumpir nada, solo estaba deambulando y me encontré con ustedes por casualidad —

El ambiente seguía cargado de una tensión palpable, pero ninguno de los tres se movía. Emma no podía evitar sentir el peso de la situación; sabía que en algún momento tendría que enfrentarse a la realidad de lo que sentía por ambos, pero no estaba preparada para hacerlo en ese momento.

Ran soltó un suspiro y, finalmente, dio un paso hacia atrás, dándole a Emma el espacio que parecía necesitar. Se pasó una mano por el cabello y miró a su hermano con una mezcla de resignación y algo más que Emma no pudo identificar del todo.

—Hablamos después, Rindou —dijo Ran, como si estuviera tratando de cerrar el tema por el momento. Luego, se volvió hacia Emma, sus ojos aún llenos de esa intensidad que la hacía sentir expuesta— Cuídate, Emma —

Sin esperar una respuesta, Ran se alejó del puente, dejándola sola con Rindou. Emma observó cómo se alejaba, sintiendo el peso de lo no dicho colgando en el aire. Cuando volvió la vista hacia Rindou, él la miraba en silencio, sus ojos reflejando una calma que contrastaba con todo lo que estaba pasando dentro de ella.

—Nunca es sencillo, verdad? —comentó Rindou, rompiendo finalmente el silencio.

Emma tragó saliva, su corazón aún latiendo rápido por todo lo que acababa de pasar. Las palabras de Rindou resonaban en su mente, llenas de una verdad dolorosa. No, no era sencillo. Nada de lo que sentía por ellos lo era. No había un camino claro, ni una respuesta fácil para todo lo que estaba pasando entre los tres.

Rindou la observaba con esa calma habitual, pero Emma podía ver más allá de la superficie. Había una tensión oculta en sus ojos, una incertidumbre que contrastaba con su actitud relajada.

~ DESTINOS CRUZADOS ~ (Haitani x Emma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora