XXX. Padres

223 18 3
                                    

Mientras cocinaba, escuché un golpe en la puerta. Fruncí el ceño, preguntándome quién podría ser a esas horas, pero dejé lo que estaba haciendo para responder. Al abrir, me encontré con dos figuras mayores en el umbral, una mujer de cabello canoso y un hombre de semblante serio.

—¡Hijo!— exclamó la mujer antes de abrazarme con una fuerza que no esperaba. —Nos tenías tan preocupados—, continuó, pasando a mi lado sin esperar invitación, el hombre la seguía con el mismo aire de familiaridad.

Mis labios se torcieron en una mueca imperceptible. —No lo creo—, susurré, aunque ella ya estaba lejos para escucharlo.

Ambos se acomodaron en la sala, pero la mujer no tardó en levantarse de nuevo. La vi dirigirse directamente hacia la cocina, como si la casa le perteneciera. Caminó con esa familiaridad que me irritaba hasta la estufa, donde comenzó a probar lo que estaba cocinando.

—Qué desagradable—, soltó con una mueca de desaprobación en su rostro, sin siquiera mirarme. Comenzó a agregar más especias, tomando total control de mi comida, como si lo que había hecho hasta ahora no tuviera valor. Sentí la molestia crecer en mi interior, pero la reprimí. ¿Quiénes se creían? Ni siquiera estaba seguro de que realmente fueran mis padres. Su presencia me era ajena, como un eco distante de un pasado que apenas recordaba.

—En diez minutos estará listo—, anunció al dejar la cuchara a un lado, como si fuera la dueña de la casa.

Regresé a la sala, sintiendo una creciente tensión en mis hombros mientras ellos continuaban su inspección silenciosa de todo lo que había en mi hogar. Sus ojos recorrían cada rincón, como si buscaran fallas, algo que criticar. Y lo encontraron.

—Esta decoración es tan... básica—, comentó el hombre mientras observaba el salón.

—¿Qué podemos esperar?— agregó la mujer con una sonrisa irónica. —Aún no puedo creer que decidieras dejar de lado a Lance. Era una opción mucho más adecuada para ti—. Su tono de voz se tornó más condescendiente. —Max no tiene ni la mitad de su riqueza, y además... hay algo extraño en él, ¿no te parece?

Sentí el calor subir por mi cuello. Se estaban refiriendo a Max como si fuera inferior, menos que Lance. Esa comparación siempre me molestó, pero ahora, después de todo lo que había sucedido, escucharles criticarlo me enfurecía.

—No puedes negar que haberte casado con Lance había sido la mejor decisión, pero como siempre arruinas todo—, continuó la mujer, dándole un sorbo a su té como si lo que decía fuera un hecho indiscutible.

No pude más. Sentí cómo mi paciencia se rompía. Me levanté abruptamente, buscando una excusa para apartarme de esa conversación venenosa.

—Voy al baño—, dije en un tono cortante, sin esperar respuesta.

Al llegar al baño, cerré la puerta con fuerza y me apoyé en el lavabo, mi respiración era agitada. Encendí el grifo y dejé que el agua fría cayera en mis manos antes de frotar mi rostro con ella, intentando calmarme. Pero al cerrar los ojos, las imágenes llegaron, fragmentos de memoria que se arremolinaban en mi mente. Recordé cómo mis padres habían insistido durante meses, casi años, en que me casara con Lance. Las presiones constantes, los comentarios sobre cómo sería mi vida perfecta con él. Pero también recordé los malos tratos. Las veces que me habían hecho sentir insuficiente, "No eres tan bueno como tú hermano", "Deja de ser tan raro y se más normal", "Checo es bueno, pero su hermano es mejor"; las burlas veladas, "Checo, deja de comer te pondrás como un elefante", "Checo, come pareces un insípido cadáver", "Nadie te querrá si sigues con esa actitud"; y los abusos emocionales que me hacían vivir bajo un constante estrés "Lance es lo mejor que podrás tener", "Sigue actuando así y te quedarás solo", "Max no te querrá siempre", " Si mueres nadie llorará por ti", etc.

Shock || chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora