XXXIII. Por tu bien

115 15 17
                                    

La primera mañana después de aquella pelea, me desperté envuelto en la calidez del aroma a café recién hecho. Abrí los ojos lentamente, sintiendo un peso suave sobre mis piernas. Max estaba ahí, sentado al borde de la cama, con una bandeja en las manos. No pude evitar sonreír, a pesar del leve malestar que aún persistía en mi pecho. Sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, ambos nos quedamos en silencio, como si el mundo a nuestro alrededor se hubiese detenido.

—Buenos días, amor—, murmuró, con su voz baja y suave, entregándome la taza con delicadeza. Tomé un sorbo mientras él observaba con una mezcla de ternura y devoción. Era mi café favorito, con exactamente la cantidad justa de azúcar y leche, tal y como me gustaba. Un pequeño gesto, pero la forma en que lo hizo, con tanta atención y cuidado, me conmovió.

Durante todo ese día, Max no me dejó mover un solo dedo. Me preparó un desayuno completo, con tostadas crujientes, huevos perfectamente cocidos, y hasta frutas decoradas con tanto esmero que me hizo reír. Se esmeraba en cada detalle, asegurándose de que todo lo que hacía estuviera orientado a hacerme sentir especial. Era como si intentara borrar cualquier rastro de nuestra discusión, y aunque sabía que no era tan simple, me dejé llevar por su esfuerzo.

Esa tarde, Max me sorprendió llevándome a un spa privado. El lugar estaba rodeado de naturaleza, un paraíso escondido donde el aire era fresco y limpio, y los sonidos del mundo exterior parecían lejanos. Me condujo por senderos de piedras hasta un pequeño jacuzzi al aire libre, donde el agua caliente me envolvió mientras él se sentaba a mi lado, sin decir mucho, solo estando presente.

—¿Te gusta?—, preguntó, su voz casi un susurro mientras su mano acariciaba suavemente la mía bajo el agua. Asentí, dejando que la sensación del agua tibia y su cercanía me tranquilizaran.

Esa semana fue como un sueño, con Max mostrándome cada día cuán enamorado estaba de mí. Desde pequeños detalles, como preparar mis comidas favoritas, hasta gestos más grandes, como organizar una noche de cine en casa, con velas, almohadas y nuestras películas favoritas. Me consentía de formas que antes no había hecho, asegurándose de que cada momento que pasábamos juntos fuera significativo.

Una tarde, mientras estábamos recostados en el sofá, Max me sorprendió con un regalo. Era un reloj de pulsera, uno que había mencionado en algún momento, sin darle mucha importancia. El hecho de que recordara algo tan trivial me sorprendió. Cuando me lo entregó, su mirada estaba llena de emoción contenida.

—Quiero que lo tengas, para que siempre sepas que pienso en ti, incluso cuando no estamos juntos—, dijo, su voz cálida. Me quedé en silencio por un momento, sintiendo cómo mi corazón se ablandaba más de lo que había esperado.

Una noche, Max decidió llevarme a una cena sorpresa en el balcón de nuestro hogar. Había preparado una mesa sencilla pero elegante, con luces suaves que colgaban de los árboles cercanos, iluminando todo con un resplandor cálido. Nos sentamos bajo las estrellas, y mientras comíamos, él no dejaba de mirarme como si fuera lo único que existiera en su mundo.

—No puedo imaginar mi vida sin ti—, dijo de repente, su voz cargada de sinceridad. Me miró directamente a los ojos, y por un momento, todo lo demás desapareció. —Lo que pasó... todo lo que hemos vivido, no cambia lo que siento por ti. Siempre te elegiré, Checo.

Esas palabras se quedaron conmigo, mucho después de que la cena terminara. Max, a su manera silenciosa pero intensa, estaba haciendo todo lo posible para demostrarme cuánto me amaba. Cada día, cada gesto, era una forma de recordarme que, a pesar de las dudas que habían surgido, su amor por mí seguía siendo inquebrantable.

Una tarde, mientras estábamos tumbados en la cama después de haber hecho el amor, Max me abrazó desde atrás, su aliento suave contra mi nuca. Sentí sus brazos rodearme, fuertes y protectores, y aunque el silencio llenaba el cuarto, no necesitaba palabras para entender lo que significaba.

Shock || chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora