Capítulo 8

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Yuqi llegó a su casa en completo silencio, sus pies descalzos apenas haciendo ruido contra el suelo de madera. Estaba empapada de pies a cabeza, con el cabello chorreando agua y el frío calándole hasta los huesos. Al cruzar la puerta, lo primero que notó fue la figura de su madre esperando en la sala. Su expresión era una mezcla de preocupación y furia.

-¿Dónde estabas? -preguntó su madre, su voz furiosa. Los ojos de Yuqi, enrojecidos por las lágrimas y el cansancio, se encontraron con los de ella solo por un instante antes de bajar la mirada, incapaz de sostenerla. Su madre se levantó del sillón, acercándose a ella.

-Saliste sin avisar, Yuqi. ¿Sabes lo preocupada que estuve? -continuó, su tono subiendo ligeramente. Pero cuando vio el estado en el que estaba su hija, completamente empapada y temblando, su expresión cambió de inmediato. Su mirada se suavizó, y la preocupación reemplazó cualquier vestigio de ira.

-¿Qué te pasó? -preguntó con una voz más suave, casi susurrante, mientras colocaba una mano sobre el hombro de Yuqi. Al sentir el contacto de su madre, Yuqi cerró los ojos por un segundo, tratando de mantener el control de sus emociones. Pero las lágrimas volvieron a correr por sus mejillas.

-Ve a bañarte antes de que te resfríes -dijo su madre con una mezcla de ternura y firmeza-. Cuando termines, hablaremos.

Yuqi asintió sin decir una palabra. Su cuerpo estaba exhausto, y su mente era un torbellino de emociones y pensamientos confusos. Subió las escaleras en silencio, sus piernas sintiendo el peso de cada paso. Al llegar al baño, cerró la puerta y se apoyó contra ella, dejando escapar un suspiro profundo. Todo su cuerpo se sentía tenso, como si hubiera estado conteniendo un dolor que ya no podía soportar.

Se desvistió lentamente, su ropa pegada a su piel por el agua del lago. Al mirarse en el espejo, sus ojos volvieron a detenerse en el collar que llevaba puesto. El collar de Soyeon. Acarició el dije con suavidad, sintiendo su corazón apretarse una vez más. No podía dejar de pensar en ella, en la forma en que Soyeon la había mirado antes, y en lo lejos que estaba ahora, tanto emocional como físicamente.

Entró en la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre su cuerpo, tratando de calmar el frío que aún la recorría. Mientras el vapor llenaba el baño, Yuqi apoyó su frente contra la pared de la ducha, sus lágrimas mezclándose con el agua. No podía dejar de sentir que todo era su culpa. Había sido una idiota, había dejado que su orgullo y su miedo a mostrar sus verdaderos sentimientos destruyeran la relación que tenía con Soyeon.

Después de lo que pareció una eternidad, Yuqi salió de la ducha y se puso una ropa cómoda. Sabía que su madre la estaba esperando abajo, pero no estaba segura de estar lista para hablar de lo que había pasado. No obstante, sabía que no podía evitar esa conversación. Bajó las escaleras lentamente, sintiendo que cada paso era un recordatorio del caos en el que se encontraba su vida en ese momento.

Al llegar al salón, su madre la estaba esperando con una taza de té en la mano, sentada en el sillón. La invitó a sentarse a su lado, y Yuqi lo hizo sin decir nada, agarrando con fuerza el collar que aún colgaba de su cuello.

-¿Qué está pasando, hija? -preguntó su madre, rompiendo el silencio. Su voz estaba llena de preocupación, sabía que algo más profundo estaba ocurriendo.

Yuqi no respondió de inmediato. Sus dedos jugaban nerviosamente con el collar mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que ni siquiera ella entendía completamente. Al final, todo lo que pudo decir fue:

-Lo arruiné, mamá. Lo arruiné todo.

Su madre la miró con atención, esperando que Yuqi continuara. Pero Yuqi solo bajó la cabeza, incapaz de hablar más, mientras las lágrimas volvían a correr por sus mejillas.

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