Capítulo 15

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—¿Estás lista para mañana? —pregunta, su mirada fija en el techo, aunque su mano aprieta un poco más la de Soyeon.

Soyeon suspira, girando su cabeza para mirar a Yuqi, aunque sus ojos muestran la sombra de la duda.

—No lo estoy —admite Soyeon en voz baja—. Sigo teniéndole miedo a Camula. A todo lo que me hizo... Lo que puede volver a hacer. Pero —Soyeon sonríe suavemente, inclinándose hacia Yuqi—, sé que tú estarás allí para mí. Y yo estaré para ti.

Yuqi se gira hacia ella, sus ojos encontrándose. Hay algo reconfortante en su mirada, una promesa silenciosa de que, pase lo que pase, no se rendirá.

—Siempre, Soyeon. No voy a dejar que te haga más daño —Yuqi susurra, llevándose la mano de Soyeon a los labios para darle un beso suave—. Juntas podemos con esto. No importa lo que Camula intente.

Soyeon con una sonrisa se subió sobre el cuerpo de Yuqi empezando a repartir besos por su cuello mientras sus manos apretaban su cintura provocando un leve gemido de la rubia, una sonrisa se le dibujaría atrapando sus labios en un apasionado beso.

Sin perder el ritmo, comenzó a desabrochar la camisa de Yuqi, sus dedos hábiles deslizándose por los botones. Con cada botón que se desprendía, la piel cálida de la rubia quedaba expuesta a la suave caricia de sus dedos.

Yuqi cerró los ojos, disfrutando de las caricias de la más pequeña quien estaba embelesada por la belleza de la ojiverde, comenzando a dejar besos húmedos por su cuello, descendiendo lentamente hasta su clavícula. Con cada beso, la rubia se estremecía, un escalofrío recorriendo su cuerpo. Soyeon sonrió, sabiendo que estaba teniendo el efecto deseado.

Poco a  poco la ropa de ambas fue desapareciendo hasta quedar completamente desnuda ambas no podían evitar apreciar el cuerpo de la otra, Soyeon tomaría uno de los pechos de su rubia en la boca acariciando su pezon con su lengua provocando los gemidos de ella, la pelinegra sonreiría e iria por su otro pecho mordiendo este un poco mientras sus manos apretaban y acariciaban sus muslos.

—¡Dios Soyeon!—el cuerpo de la rubia reaccionaba a cada toque de la más pequeña mientras bajaba poco a poco sus besos hasta quedar en medio de sus piernas, sus miradas conectarían dandose permiso para continuar a lo que Soyeon paso lentamente su lengua por el húmedo centro disfrutando de su sabor.

—No sabes cuánto me encantas Qiqi—Soyeon seguiría chupando y lamiendo la entrada de su rubia mientras sus gemidos llenaban la habitación, sus mejillas se tornaron rojas y su cuerpo se cubrió de una capa de sudor, nunca antes había dejando que alguien llegara a este nivel pero con Soyeon todo era tan fácil y sencillo sabía que ella nunca la lastimaria.

Yuqi mordió su labio intentando callar sus gemidos cuando sintió como Soyeon empezaba a penetrarla usando dos de sus dedos, sentía como estos poco a poco la iban abriendo, la pelinegra subio hasta capturar sus labios en un suave beso. —Estas bien, no duele?— preguntaría la más pequeña, —No, no duele quiero que sigas, quiero ser tuya—. Soyeon con una sonrisa empezaría a mover sus dedos más y más rápidos bañándose estos en los jugos de Yuqi quien no paraba de gemir y dejar marcas de mordidas y rasguños por la espalda de Soyeon.

— Soyeon, te amo, te amo tanto—. El cuerpo de Yuqi empezo a temblar su orgasmo estaba apunto de llegar  sus piernas se aferraron a la cintura de Soyeon, —Te amo, Yuqi y siempre lo hare—, sin poder aguantar más dejaría salir todos sus jugos sobre los dedos de su pelinegra cayendo exhausta en la cama con todo su cuerpo temblando mientras ella la acariciaba y la besaba suavemente.

—Ahora es mi turno—, Yuqi pondría de espaldas a Soyeon quedando sobre su espalda, —espero lo disfrutes amor—.

La luz suave de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación donde Soyeon y Yuqi descansaban juntas. Ambas estaban envueltas en las sábanas, Yuqi, acurrucada en el pecho de Soyeon, sonreía débilmente mientras los dedos de Soyeon jugaban delicadamente con su cabello.

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