Capítulo 10

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El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas de la habitación, iluminando suavemente el rostro de Soyeon. Yuqi ya estaba despierta, sentada en la cama junto a ella, observando cada pequeño detalle de su rostro mientras dormía. Era el segundo día que la cuidaba, y aunque el día anterior había sido difícil tras la conversación con la directora sobre lo ocurrido con Camula, Soyeon no parecía recordar mucho de aquellos días.

Yuqi suspiró aliviada. Sabía que Soyeon estaba a salvo, pero la sensación de vulnerabilidad de aquellos momentos aún la acompañaba. Todo lo que quería ahora era protegerla, mantenerla a su lado y hacer que cada día fuera mejor que el anterior.

Con una sonrisa tierna, Yuqi se inclinó suavemente hacia Soyeon y, con un beso ligero sobre sus labios, la despertó. Soyeon entreabrió los ojos lentamente, un destello de sorpresa y felicidad cruzando su mirada. Una sonrisa se dibujó en su rostro, y sin dudarlo, se acercó más a Yuqi, abrazándola con fuerza, enterrando su cabeza en el cuello de Yuqi.

—Buenos días... —susurró Soyeon, su voz suave y adormilada.

Yuqi rió suavemente, acariciando el cabello de Soyeon con una mano mientras la mantenía cerca.

—Buenos días, dormilona —respondió Yuqi en tono juguetón—. ¿Cómo te sientes hoy?

Soyeon se quedó en silencio unos segundos, disfrutando del calor del cuerpo de Yuqi y del momento de tranquilidad. A pesar de todo lo que había pasado, estar ahí, con Yuqi a su lado, la hacía sentir segura.

—Me siento bien… mejor, gracias a ti —dijo finalmente, sin soltar su abrazo.

Yuqi sonrió y besó la coronilla de Soyeon, Yuqi se levantó lentamente de la cama, cuidando de no romper del todo el abrazo con Soyeon. Se desperezó un poco y se dirigió hacia la silla donde había dejado su ropa. Mientras se vestía, Soyeon la observaba con una sonrisa tranquila, aún disfrutando de la paz del momento.

—Voy a traerte los apuntes de las clases que te has perdido —dijo Yuqi, terminando de abrocharse la chaqueta. Sabía que Soyeon, a pesar de todo, querría estar al día con sus estudios. Siempre había sido así de dedicada.

Soyeon asintió con una sonrisa, agradecida por el cuidado de Yuqi.

—Gracias, Yuqi.

Yuqi sonrió, acercándose de nuevo a la cama antes de irse. Se inclinó sobre Soyeon y le dio un suave beso en la frente.

—Descansa un poco más —susurró, acariciando brevemente su cabello—. Volveré pronto.

Con esas palabras, Yuqi salió de la habitación, dejando a Soyeon sola pero con una calidez en su pecho que no había sentido en mucho tiempo.

Después de la salida de Yuqi, un suave golpe resonó en la puerta de la habitación de Soyeon. Al abrirla, se encontró con Jennie, quien, sin decir una palabra, la abrazó con fuerza. Soyeon, sorprendida al principio, sintió las lágrimas de Jennie caer sobre su hombro. Sin entender del todo lo que había sucedido, Soyeon correspondió el abrazo, sintiendo alivio al estar en brazos de su amiga.

—Lo siento tanto, Jennie —susurró Soyeon, aún confundida por los recuerdos borrosos de los días que había pasado bajo la influencia de Camula—. No recuerdo mucho, pero sé que te lastimé, y no puedo perdonarme por eso.

Jennie se apartó un poco y la miró a los ojos, limpiándose las lágrimas mientras negaba con la cabeza.

—No tienes que disculparte, Soyeon. Sabemos que no fue tu culpa —respondió Jennie con una pequeña sonrisa, intentando tranquilizarla—. Me alegra que estés bien ahora, eso es lo único que importa.

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