Capítulo 14

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El aire en la habitación estaba cargado de tensión. Las chicas habían reunido todos los elementos necesarios para el ritual. La vela negra en el centro del pentagrama, que Soyeon había dibujado con precisión en el suelo, titilaba con una luz tenue y sobrenatural. Las otras chicas, Minnie, Miyeon, Yuqi y Jennie, se colocaron en sus posiciones alrededor del pentagrama, cada una recitando las palabras del hechizo en perfecta sincronía.

—Estás segura de esto, Miyeon, ¿verdad? —preguntó Yuqi con preocupación en la voz, su mirada fija en Soyeon, que ya estaba en el centro del círculo, sentada en posición de loto, con los ojos cerrados.

—Sí, este es el único hechizo que puede liberar a Soyeon de Camula —respondió Miyeon, su voz firme aunque algo cargada de nerviosismo—. Pero necesitamos enfocarnos. Si alguna pierde la concentración, el hechizo podría fallar.

Las palabras mágicas comenzaron a salir de los labios de las chicas, como un murmullo suave que resonaba en el aire. Jennie apretó los ojos, concentrándose al máximo. Minnie cerró sus manos en un gesto ritual, y Miyeon continuó el canto mientras observaba a Soyeon con cuidado. La energía en la habitación comenzó a vibrar, el suelo bajo el pentagrama brillando levemente con tonos oscuros y profundos.

De repente, Soyeon se sintió extraña, como si algo la estuviera jalando desde dentro de su mente. Su cuerpo se tensó momentáneamente, pero luego sintió una liberación, una sensación de flotar, y todo a su alrededor se desvaneció en una niebla blanca.

Soyeon se encontraba dentro de su propia mente. Todo parecía nebuloso al principio, pero poco a poco los recuerdos comenzaron a aparecer ante ella, como si estuviera viendo proyecciones de su vida. Caminaba por una especie de corredor, rodeada de imágenes flotantes que le mostraban fragmentos de su vida pasada.

El primero en aparecer fue su primer beso con Yuqi. Era un momento íntimo, lleno de nerviosismo y emoción. Recordó la calidez del momento, el latido acelerado de su corazón mientras sus labios se tocaban por primera vez. Vio la expresión de Yuqi, su nerviosa sonrisa tras el beso, y cómo habían reído tímidamente después. El recuerdo le arrancó una pequeña sonrisa, a pesar de la situación.

Caminando más adelante, Soyeon vio el día en que conoció a Jennie. Recordó lo intimidada que se había sentido al principio por su presencia, pero cómo Jennie rápidamente la había hecho sentir cómoda con su amabilidad. Recordó las risas que compartieron ese día, cómo Jennie se convirtió en una amiga invaluable desde entonces.

—¿Esto es…? —susurró Soyeon, fascinada por la claridad de los recuerdos.

Sin embargo, mientras caminaba más profundamente dentro de su mente, el ambiente comenzó a oscurecerse. La niebla que antes era blanca y serena se volvió pesada, casi amenazante. Soyeon sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando escuchó una risa familiar resonar a lo lejos.

—¿De verdad creías que sería tan fácil, Soyeon? —la voz de Camula resonó, fría y burlona—. No puedes librarte de mí con un simple hechizo.

Soyeon apretó los puños, mirando a su alrededor, pero no podía ver a Camula. Solo estaba su voz, flotando en el aire como una sombra omnipresente.

—¡Sal de mi mente! —gritó Soyeon, su voz temblando de rabia y miedo.

—Oh, Soyeon… —Camula susurró, como si estuviera justo a su lado—. Te estoy observando. Conozco tus miedos, tus inseguridades… y pronto, serás mía por completo.

Soyeon intentó mantenerse firme, pero sentía cómo la presencia de Camula comenzaba a rodearla, como una serpiente que la estrangulaba lentamente. Podía sentir la oscuridad que Camula traía consigo, arrastrándose por cada rincón de su mente, tratando de consumirla.

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