Capítulo VII: Déjese Querer

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Las idas y venidas de una oficina a otra no habían hecho más que aumentar desde la llegada del Sr. Pantalones Bonitos. Si yo pensaba que cuando venía el Sr. Ojos de Hielo, la oficina entraba en jaque, pues el Sr. Hamilton ponía el "mate" a la jugada.

Mentiría si no dijera que, al ver al moreno, no me sentía de cierta forma, atraído al enigma detrás de esa sonrisa encantadora y ojos llenos de ternura. Me era muy difícil entender de dónde podría provenir tanto carisma, y la gran diferencia en personalidades muy fáciles de distinguir entre el moreno y el rubio.

La forma en la que observaba mis ojos, la forma en la que siempre buscaba el contacto físico... un pequeño agarre en mi cintura, en mis hombros, una palmada en la espalda o un palpo en el dorso de mis manos. Nada de eso pasaba desapercibido, y creo que no era el único que se sentía, de cierta forma, extraño.

Siempre me dedicaba una hermosa y encantadora sonrisa desde que me veía al entrar a la oficina del Sr. Lapislázuli, siempre sin despegar su mirad a mis ojos que lo veían con un destello de duda e inseguridad. El hombre era magnético, pero se sentía prohibido siquiera intentar hablarle en facultad de iguales.

Y es que era algo que no me había pasado antes, al menos, no con Charles, por ejemplo, o con Carlos. Charles siempre me brindó una sonrisa encantadora y esos ojos de cachorro con los que siempre se salía con la suya, pero aprendí a tenerle confianza, y eso se podía ver que era recíproco. Sabía que nuestros mundos son diferentes, nuestras clases sociales aún más, pero él nunca lo vio como algo malo, yo tampoco, así que nuestra amistad floreció.

Carlitos vino "huyendo" de la fama de Madrid. Se había hecho un nombre, y con el nombre, viene la fama, porque el dinero ya lo tenía. Cuando se vio agobiado por la muchedumbre y la horda de fans acechaban sus pasos en todo momento, decidió probar suerte alejándose de su país y viniendo a uno donde el idioma no sería un problema, y la fama tampoco. ¿Cuáles podrían ser las probabilidades de que alguien conociera al ChilliS_55, influencer español, fashion icon, e hijo de una de las familias más importantes de Madrid? Bajas, pero nunca 0.

Lo conocí en un restaurante, para variar. El recuerdo siempre me ha provocado un par de risitas.

- Disculpa... – me volteó a ver intentando no alzar mucho su cabeza, tenía la gorra muy abajo, como ocultando su mirada, pero sus grandes ojos marrones no podían ser escondidos tan fácilmente, denotaban molestia. Me sorprendí un poco, apenas le estaba hablando – ¿podrías...?

- En este momento no, tío – suspiró por lo bajo, mientras dejaba caer su cabeza en signo de derrota – que estoy comiendo.

No pude evitar soltar una pequeña risa – ¿perdón? – me seguí medio riendo, intentando darle sentido a lo que me acababa de decir, mientras ponía una mano en el respaldo de la silla que tenía a su lado.

- Que estoy comiendo, hombre – alzó su voz ligeramente, como queriendo probar su punto, como si hubiera necesidad de hacer eso.

- Yo sólo quería... – no me dejó terminar, cuando sentí un pequeño golpe en la mesa que me sobresaltó un poco.

- Que después he dicho, coño – esta vez, no es como que se haya contenido tanto, me hice un poco para atrás sin soltar el respaldo de la silla que tenía a su lado, rápidamente cambié el semblante de mi rostro y sentí como el enojo se apoderaba de mí.

- Oye, ¿qué te pasa, idiota? – contuve con todas mis fuerzas no lanzarle un empujón por el hombro, no quería un altercado y menos con una copia barata de mirrey.

- ¿Qué te pasa a ti? Vienes a pedirme una foto o un autógrafo y ves que estoy comiendo... -- suspiró nuevamente, haciendo énfasis mientras mi enojo se convertía en una gran duda. ¿De qué carajos estaba hablando este intento de Palazuelos? – ¿no podrías pedírmelo después?

Pobre Secretario || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora