Capítulo XXII: Tensiones

35 8 0
                                    

El decir que estaba lleno de nervios era decir poco. Sentía como sus manos se llenaban de un líquido que todos conocemos, que en otro momento no le hubiera dado mucha importancia, era lo normal, pero ahora sólo podía pensar en el asco que le estaba provocando. ¿Y si el mayor tomaba su mano de alguna forma y sintiera esas palmas más mojadas que un jardín recién regado? ¿Qué sentiría? ¿Ternura? ¿Nerviosismo? ¿Asco? Lo que fuera que sintiera no lo iba a hacer sentir mejor.

Se acomodó su reloj, se pasó la mano por el cabello y revisó su celular, 7:55 PM, y es que estaba contando los minutos y los segundos de una forma casi casi maniática. No dejaba de revisar su celular con la mínima vibración que sintiera en sus bolsillos.

Había muchas cosas que le preocupaban en este momento. Si la ropa era la adecuada (es que el moreno no le había dicho a dónde lo llevaría), si debía ponerse un anillo o mejor una pulsera, ¿le gustará la camisa azul o mejor la roja? ¿Los zapatos formales o semiformales?

Y es que todo parecía demasiado confuso, debía aclararse, tenía 34 años, 34 años ya, no 15. Y es que toda la situación lo estaba haciendo sentir como un niño, como un adolescente pasando por la pubertad que acaba de descubrir su primer amor y no sabe cómo lidiar con ello.

Le daba vueltas en su cabeza, parado enfrente de su espejo que le regresaba la mirada. Tenía esa expresión que hace cuando algo lo pone nervioso, ojos medio entrecerrados, boca ligeramente abierta con las comisuras de los labios hacia abajo, con los párpados caídos. Parecía que a la horca lo llevaban.

Se recompuso, suspiró un poco, se limpió las palmas de las manos con el pantalón beige que decidió ponerse, mojándolo ligeramente con las gotas de su sudor, se sacudió de hombros y torso, y se permitió relajarse. Cerró los ojos y contó hasta 10.

"Mucha suerte, Chequito, te estaré apoyando desde aquí" – Charlie 7:56 PM

"Ey, tío, que todo salga de maravilla, me cuentas todo, ¿vale?" – Carlitos 7:56 PM

Hasta para mandar mensajes de apoyo se sincronizan, los cabrones. Checo rio un poco por los mensajes de sus amigos, había algo en esos idiotas que le hacía sentir que tal vez no todo era tan malo. Le permitía relajarse al saber que contaba con ellos en todo momento, y que tal vez, se tenía permitido comportarse como ese chiquillo de 15 que iba a su primera cita en mucho tiempo.

8:00 PM

- ¿Sr. Pérez? – una voz del otro lado del contestador llamó a su apellido. Sintió el corazón encogérsele en el hueco de su pecho, y tragó en seco.

- Sí, Patricio – dejó un momento en silencio, antes de continuar – él habla.

- Aquí hay un señor de apellido... ¿me repite su apellido? – se escuchó cómo hacía la pregunta en la lejanía, cuando se despegó el contestador de la boca – Hamilton – escuchó a lo lejos y sintió como su corazón encontraba cabida en su pecho nuevamente – Hamilton, sí, el Sr. Hamilton pregunta por usted... – dejó la frase a medio terminar.

- Dile que ya bajo, muchas gracias, Patricio – no esperó a que el mencionado terminara de hablar, y se apresuró a tomar sus llaves.

Bajaba las gradas de su apartamento con una velocidad envidiable. Se sentía de muchas maneras, aunque su rostro no lo reflejara. Quería apresurar la cita y terminar con ello de una buena vez, parecía como que no lo estaba disfrutando, pero sabía que era culpa de los nervios que sentía en ese momento, todo lo estaba consumiendo.

Se paró a medio descanso que dividía la recepción con el primer nivel, apretó el barandal con su mano derecha, se acercó la palma de su mano libre a su pecho e inspiró... y exhaló...

Pobre Secretario || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora