Se quedó pasmado frente al moreno que le sostenía las manos y le dejaba en el aire una pregunta que, aún en estos momentos, seguía procesando en su mente. Se preguntó cómo alguien podría preguntar algo así con tanta confianza y, al mismo tiempo, con tanto nerviosismo. Dicho de una manera tan fácil y, aún así, llena de duda.
Su mente le gritaba que la mejor respuesta que podría dar en un momento como este, era simplemente correr y fingir demencia, un "adiós" y se solucionaría en un abrir y cerrar de ojos, pero ¿qué haremos el día de mañana? Porque estaba convencido que el contrario estaría esperando una respuesta y el menor sabía dentro de sí que tal vez no sería tan malo. No le estaba pidiendo que fueran novios, tampoco le proponía matrimonio, simplemente era una salida (con dobles intenciones) que podría terminar en una amistad aún más fuerte, ¿verdad?
No tenía porqué negarse, no tenía nada qué perder tampoco, ni nada qué ganar, o tal vez todo. Se había hecho a la idea que seguiría viendo con aires de ensoñación y sentimientos de anhelo a ese rubio ojos azules que entraba y salía por su mente como si de su oficina se tratara. ¿Estaría llegando a su fin la renta en su cabeza y un nuevo inquilino estaría tomando su lugar? No lo sabía, pero de algo estaba seguro, algo se removió dentro de su ser, y por primera vez en su vida, sintió temor.
La pregunta quedó revoloteando en el ambiente, como una polilla o un insecto atraído a la luz. Entonces lo vio, le observó por el rabillo del ojo y se percató de su intensa mirada en el entrecruzado de manos con el moreno, le miró el porte, le sintió el entrecejo, le removió el fruncido de labios, entonces lo entendió.
Giró sus ojos completamente hacia el moreno, que le observaba con ojos soñadores y con una sonrisa que, poco a poco, se desvanecía porque la respuesta del menor se estaba tardando en aparecer. No volvió a sentir duda, no volvió a pensar en nadie más que en su felicidad, y se prometió intentarlo. Abrió su boca, inició una sonrisa, y elevó sus cejas...
- ¡Acepto!
Pudo ver el, como si de cámara lenta se tratara, el rostro del moreno se quebraba en una gran sonrisa, mostrando su dentadura perfecta y esos ojos marrones se llenaban de ternura, el menor observó esa nariz arrugada, esos ojos que se abrían y esas arrugas al final de la comisura de los ojos.
Sir Lewis Hamilton, ese señor de buen vestir y excelente gusto, le había propuesto una cita, a él, un secretario promedio con un salario mínimo en un apartamento en el que no cabe, a él.
Sintió cómo unos brazos le envolvían la cintura y lo elevaban un poco, despegando las suelas de sus zapatos negros formales y sentía un fuerte apretón en su estómago, ahora, pegado en el del contrario. Le provocó una sonrisa.
Un resoplido, un traqueteo de zapatos y una pequeña sombra borrosa de color negro pasó a toda velocidad, dejando la tierna escena a un lado. No le importó.
- Paso por ti el sábado... – se detuvo, pensando, mientras elevaba una mano para tomar su mentón – ¿8 te parece bien? – giró sus ojos hacia el menor, esperando su respuesta.
- Me parece perfecto – esbozó una sonrisa, y se permitió, por primera vez en su vida, apagar el cerebro y no pensar en el mañana.
*
El peso de lo que había pasado hace apenas unas horas le había calado nada más llegó a casa, se desplomó en su cama sin siquiera quitarse los zapatos, escondió su rostro en la almohada y soltó un grito ahogado que venía sintiendo que quería salir con garras y muchas ganas de su estómago.
Se sentía extrañamente feliz, pero al mismo tiempo mal. Era una forma extraña de explicarlo. Sentía que, al fin, estaba haciendo las cosas de cierta forma, como no pensándolas y eso le daba cierto aire de control y de espontaneidad, pero ¿por qué se siente como si lo estuviera traicionando?
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Pobre Secretario || Chestappen
FanfictionBasado brevemente en Pobre Secretaria, canción de Daniela Romo. Supercliché porque, ¿quién no ama un buen cliché? Capítulos de media o larga duración. Es mi primera fic Chestappen, so be gentle. Escritor al fin deja su bloqueo del 2020.