Capítulo IX: Carlos "El Inoportuno" Sainz

57 9 0
                                    

El Sr. Ojos de Hielo escaneó completamente a Carlos. Frunció los labios y el ceño, cómo desaprobando lo que tenía enfrente de sus ojos. Quitó su vista del español, mientras se tensaba de hombros y dirigía su vista hacia el frente. Me salí por completo del auto, poniendo un pie en la acera del complejo de apartamentos en la que vivía.

- Muchas gracias, Sr. Verstappen, se lo agradezco un montón – elevé mi mano en un intento de demostrarle agradecimiento. Sonreí.

Levantó su mano al mismo tiempo que me miraba de soslayo, hizo una mueca con la boca, como intentando hacerme una sonrisa de forma cortés. Creo que no le funcionó de todas maneras. Empujé la puerta con mucha más fuerza de la necesaria, provocando un ligero sobresalto en el rubio.

- Lo siento – grité ya cuando él había arrancado el coche y procedía a perderse en la distancia.

Giré mi cuerpo para encontrarme con la mirada de confusión de Carlos. Era evidente que no sabía lo que había interrumpido, el muy idiota.

- Quita esa mirada de baboso – le apunté con un dedo acusatorio, mientras me arreglaba el cabello y me acomodaba el saco.

- ¿Qué ha pasado? – se llevó una mano a la boca, mientras mantenía los ojos abiertos en señal de sorpresa. Creo que ya se está dando cuenta de que me arruinó ese pequeño momento de intimidad.

- Me acabas de arruinar uno de los mejores momentos que me pudieron haber pasado con mi jefeeeeeeeeeeeee – le grité en media acera, se hizo un poco para atrás, abriendo aún más esos ojotes que de por sí, ya tenía.

- No – quitó sus manos de la boca – ¿por qué no me contaste que era él?

- Ya te había dicho, pero seguro lo olvidaste – le había enseñado una foto de mi jefe y todo, se había jactado diciendo que mi tipo eran altos, serios y rubios – como el cabeza de Dory que eres.

- No, tío, perdón... es que no me respondías y empezaba a preocuparme, ¿vale? – puso sus manos en señal de súplica, mientras encorvaba un poco su espalda para quedar a mi altura.

Levanté mi mano y le despeiné un poco – claro que te perdono – le sonreí, vi como me devolvía la sonrisa – pero que no vuelva a pasar.

Carlos era de esos amigos que suelen ser un poco más reservados, de los que bromean mucho, pero cuando es de ser serios, somos serios. Eso era de las cualidades que más me gustaban cuando podíamos tener conversaciones en las que nos poníamos al día. No era que no le viera muy a menudo, de hecho, creería que sólo yo soy su amigo, cosa que no me molesta, pero no debería ser así.

Muchas veces intentó mezclarse con la alta sociedad de la Ciudad de México, pero sus intentos fueron en vano, demasiado "de barrio" para los riquillos de estos lares, o eso fue lo que le escuché decir tantas veces cuando su situación parecía empeorar cada vez más. Estar en otro país sin amigos, o con sólo uno que no tiene todo el tiempo que tienes tú, puede que llegue a lastimar hasta cierto punto. Carlos no necesitaba trabajar, yo sí.

Pedimos algo de comer, tacos como siempre, era nuestra "confort food" y él sabía que tenía muchas cosas qué contarle.

- Y fíjate que eso me dijo el Sr. Hamilton... ¿puedes creerlo? – había terminado de explicarle toda la situación con el Sr. Hamilton, estaba que no se lo creía, tenía la boca abierta

- Pero ¿y tú qué dijiste? – levantó la lata de cerveza que tenía entre sus manos y le dio un sorbo.

- Nada, me quedé mudo – bajé mi mirada, mientras le daba un sorbo a la mía – tú sabes que estas situaciones son nuevas para mí.

Pobre Secretario || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora