Es domingo por la tarde, uno de esos raros días en los que no tengo nada planificado. El sol se cuela por las cortinas de mi sala de estar, llenando el espacio con una luz suave y cálida. Estoy sentada en el sofá, con una taza de té en las manos y mi cuaderno de notas a un lado, tratando de organizar algunas ideas para nuevas canciones. Estos momentos de tranquilidad me dan la oportunidad de reflexionar y conectar con mi creatividad, pero también me recuerdan cuánto he pasado en estos últimos años.
Mientras estoy perdida en mis pensamientos, suena el timbre de mi puerta, sacándome de mi ensimismamiento. No espero a nadie, así que me levanto con curiosidad y un poco de cautela. Abro la puerta y, para mi sorpresa, encuentro a Yoongi allí, con su característica expresión calmada y un pequeño gesto de saludo.
—Hola, Soo-Yun —dice con esa voz suave y serena que siempre tiene—. ¿Puedo pasar?
Me toma un segundo procesar su presencia, pero rápidamente me hago a un lado para dejarlo entrar.
—Claro, Yoongi. No esperaba una visita hoy —respondo, sonriendo mientras cierro la puerta detrás de él.
Él asiente, mirando a su alrededor antes de enfocarse en mí.
—Lo sé. Lo siento por aparecer sin avisar —dice, encogiéndose de hombros—. Pero pensé que sería bueno ver cómo estabas. Y, además, tengo algunas ideas para esa canción que estábamos componiendo juntos.
Me siento aliviada por su compañía. Yoongi siempre ha tenido una habilidad especial para leer el ambiente y saber cuándo alguien necesita hablar. Le ofrezco una taza de té, y él asiente agradecido mientras nos acomodamos en el sofá.
Nos sentamos uno al lado del otro, el ambiente cómodo y relajado. Hay algo tranquilizador en la presencia de Yoongi. Es alguien que ha visto tanto y ha pasado por tanto, pero siempre mantiene una calma que es contagiosa.
—¿Cómo va la canción? —pregunto, interesada en su progreso. La canción en la que hemos estado trabajando es una colaboración que surgió de nuestras conversaciones sobre el amor, el sacrificio y el dolor. Es un proyecto personal, uno que hemos ido construyendo en momentos robados entre nuestras agendas ocupadas.
Yoongi se recuesta en el sofá, tomando un sorbo de té antes de responder.
—Va bien, creo. Estaba revisando las letras, y me di cuenta de que había algo más que necesitábamos explorar —dice, su mirada fija en mí—. Ese sentimiento de poner el amor en la balanza... de cuestionar si vale la pena todo el dolor que viene con él.
Mis pensamientos vuelven a uno de los momentos más difíciles que experimenté durante mi tiempo con Jimin. Un momento que marcó un antes y un después en nuestra relación, y que inevitablemente dejó cicatrices. Yoongi también estaba allí, y sé que sabe exactamente a qué me refiero.
—¿Estás hablando de..? —pregunto en voz baja, mi corazón comenzando a latir un poco más rápido al recordar ese día.
Yoongi asiente lentamente, su expresión se vuelve más seria.
—Sí, ese día —responde—. El día que te diste cuenta de que tu amor por Jimin no solo iba a ser una lucha emocional, sino también física.
Los recuerdos de ese día vuelven con fuerza. Fue durante el concierto de "Yet To Come" en Busan, uno de los conciertos más importantes para BTS y para los fans. La energía era eléctrica, y todos estábamos emocionados por lo que representaba ese show. Pero al final del concierto, mientras me dirigía al backstage, sucedió algo que nunca imaginé.
Un grupo de sasaengs, esas fans obsesionadas que cruzan todos los límites de privacidad y respeto, me encontraron cuando estaba sola en un pasillo cerca del backstage. Fue un ataque inesperado y violento, tanto físico como verbal. Me insultaron, gritándome cosas horribles sobre mi relación con Jimin, acusándome de "arruinar su vida" y "aprovecharme de él".
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Waiting For You
Fiksi Penggemar"Cuando el amor se enfrenta a la fama y los rumores, solo los valientes se atreven a desafiar el olvido para encontrar un nuevo comienzo."