Cap 1 : Lo Que Deseo Encontrar

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A veces, simplemente abres los ojos y te das cuenta de que estás en un nuevo camino. Intentaré mantenerme optimista, pero es difícil en un mundo lleno de emociones grises. Ese hermoso destello dorado invade mi vista; lamentablemente, debo enfocarme en el camino que tengo por delante. Luego podré admirar ese amanecer honestamente.
Pensé eso antes de escuchar mi celular y contestar mientras manejo.

-Sí, llegaré pronto. Estoy en la autopista, creo... Hay un árbol y un pájaro... -digo irónicamente, sin saber realmente dónde estoy.

-Delia, ¿estás perdida? Dime la verdad... -dice Brenda al otro lado del teléfono, medio preocupada.

-¿Perdida? -mientras miro el mapa de papel-. Tal vez, pero revisé la ruta y creo que llegué.

Un letrero con el nombre de la ciudad me da la bienvenida, es colorido y muy artesanal. Eso pude apreciar en los cinco segundos que me permitió mi velocidad.

-Es uno celeste y al lado de una tienda de mascotas, con un letrero de "Hostal Cielo".

-Ya entendí... Llegaré en 30 minutos, creo.

Bajo del auto y recojo mis maletas. Al caminar, soy un jarro de monedas andante. El sol de mediodía quema un poco, pero el aire fresco sugiere un buen comienzo. Voy a la recepción y hablo con la señorita que atiende.

-Disculpe, ¿el apartamento 26? -pregunto con una sonrisa cálida.

-¿Es la nueva inquilina que se alojará con la señorita Brenda? ¿Me puede mostrar su identificación? -dice la recepcionista, muy educada.

-Sí, soy Delia Ferry... -respondo mientras entrego mi carnet.

La recepcionista lo ve y me deja pasar. En el espejo del ascensor sacudo mi ropa y trato de verme un poco más presentable. Toco la puerta y, apenas me abren, puedo sentir un abrazo que definitivamente me da vibras de cachorro.

-Brenda, ¿cómo estás? -digo mientras la abrazo dando saltitos de alegría.

-Más relajada ahora que llegaste. Anda, cámbiate. Te mostraré este pequeño paraíso escondido; créeme, tiene su encanto.

Entro y me acuesto en el mueble sin fuerzas; no quiero salir aún. Solo deseo dormir hasta el día siguiente. Brenda es muy enérgica y me sacará esta noche.

-¡Te dije que de pie! -dice, muy decidida.

-Necesito media hora para acostumbrarme; aún es temprano. Si salimos a las 7 p.m., estará bien -respondo haciendo pucheros.

-Está bien, come algo al menos. Ahí está la comida; sírvete tú misma y yo guardo tus maletas en tu cuarto-dice y me sonríe con la mirada.

Voy a la cocina y me sirvo un plato de sopa de tomates que huele delicioso. Me siento en la mesa, miro todo el departamento; me gusta la decoración: blanca y llena de mariposas de papel.

Por un momento, algo en el balcón me llama la atención, me acerco y veo hacia abajo... Todos se ven tan pequeños, y aun así, todos parecen saber a qué dirección se dirigen. Extrañaba mucho a Brenda, pero ahora... ¿Fue una buena idea venir?

Estaba tan cómoda en casa de mis padres, asistiendo a cursos de pintura por diversión y ayudando en el negocio familiar. En el fondo, me sentía un parásito sin objetivos y eso me empujó a salir de mi zona de confort.

Al mirar abajo, sé que esas personas se dirigen a algún sitio predestinado y a diferencia de mí, sus piernas nunca tambalean... Me paso la tarde esperando que algo interesante ocurra. Pero la vista del balcón es la misma, yo observo y el resto avanza. No espero cambiar, solo encajar y, si tengo suerte, pasar desapercibida.

El Aroma de un ChicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora