La noche cae y el frío se hace aún más evidente.-¿Deberíamos volver? -pregunto a Oliver, nerviosa.
-¿Le tienes miedo a la oscuridad? -me responde con una sonrisa juguetona.
-No es eso, es que estamos muy lejos de la zona de cabañas.
-¿Qué te parece este titular? ¡Dos jóvenes se pierden en el bosque! -bromea Oliver, jugando con mi miedo.
-Yo no voy a perderme. Tú sí lo harás -le respondo con una sonrisa mientras me pongo de pie.
-No sabía que eras tan cruel, mi Delia -responde con una actitud coqueta.
Al escuchar "mi Delia", sé que trata de intimidarme, casi como una táctica militar. Y funciona; lo puedo sentir en mi piel al verlo.
-Ya salgamos de aquí, o realmente estaremos fritos -le digo, mirándolo con un gesto de enfado.
-Nada nos va a pasar, relájate -responde muy seguro.
Oliver tiembla por el frío de la noche, recoge nuestras cosas y me da la mano. Me doy cuenta de que Oliver conoce el camino de regreso, casi parece que conoce cada árbol de esta zona.
Eso o se está haciendo el inteligente... Otra vez.-¿Haces esto muy seguido, puntitos? -digo con calma.
-¿Perderme? Bastante. Me gustaba salir seguido y, como consecuencia, perdía el camino a casa a veces.
La mirada de Oliver cambia y fija la vista en el suelo, muy atento.
-¿Qué ocurre, Oliver? -susurro, notando un toque de miedo en mi voz.
-En ese rincón hay una madriguera de conejos -responde rápido.
Me acerco y le jalo la oreja, alejándolo de la zona mientras lo escucho quejarse:
-¡Auch! ¡Delia! Para, me lastimas... -dice entre risas.
-¡No te vas a robar ningún conejito! Déjalos con su mamá, te puede morder -respondo algo somnolienta.
-Pero quiero uno, lo cuidaré bien... Además, no entiendo por qué debo pedirte permiso.
Oliver salió corriendo y lo observo agachado, tomándose su tiempo e inspeccionando a cada criatura, supongo que buscando el más lindo. Al cabo de unos minutos, vuelve con una bolita de pelos blanca y negra en las manos, caminando muy lento.
-¿Me darías el honor de nombrarlo? -pregunta mientras acaricia al conejito.
-¿Es niño o niña? -pregunto emocionada.
-Es un conejo...
-En ese caso, ponle Muffin. Suena lindo en ambos casos. Y se parece a ti -respondo riéndome.
Oliver arruga la cara y asiente. Llegamos a nuestras cabañas y nos sentamos en la entrada a charlar un poco.
-¿Tienes idea de cómo cuidar a un conejo?
-No, de hecho, nunca he tenido una mascota.
-Eso no me lo esperaba. ¿Por qué no?
Él hace una pausa y toma una flor para juguetear con Muffin.
-Mis padres, durante mi niñez... solo me lo prohibieron.
-¿Reglas de la casa? -pregunto algo incómoda al notar su lenguaje corporal.
-Ehh, sí. Reglas de la casa... -responde antes de sacar su sonrisa de cristal.
-Entiendo. Bueno, ahora tienes la oportunidad de cuidar de esa cosita bonita.
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El Aroma de un Chico
Lãng mạn"Un destello de luz puede esconderse muy lejos, pero solo lo sabrás hasta tener la valentía de alcanzarlo." El sonido nostálgico de las campanas resonó en mi cabeza, un joven de cabello negro y ojos miel que entró sin avisar en mi vida, y yo, Delia...