Mi cabeza da vueltas mientras las luces ciegan mi vista... Literalmente, Oliver me está tratando en este baile como un "trompo". A propósito, parece que disfruta convertirme en un batido humano. Ya fue suficiente, voy a pedirle que se detenga.
—¡Quiero parar! Ahora, Oliver... —le digo, mareada.
—Ahora sí, tu cabello parece un nido de pájaros —comenta Oliver, intentando aguantar la risa.
Arrugo la cara ante su comentario y suspiro. Solo tolero comentarios así de Brenda.
Nos sentamos en la barra de licores. Pido una bebida fuerte mientras arreglo mi cabello, lleno de nudos espontáneos.
—¿Buscas trabajo, Delia? —pregunta, sentado a mi lado.
—Sí, por favor —respondo desesperada por un empleo fácil.
—Empiezas el lunes. ¿Eres buena hablando en público? —pregunta con ironía, aludiendo a mi forma de ser.
De todas las cosas que podría preguntar, escogió a mi archienemigo natural.
—Soy pésima...
—¿Qué tan pésima? —susurra con tono juguetón.
—En secundaria, me negué a hablar en público. Un amigo, por órdenes de la profesora, me cargó hacia ella mientras yo gritaba y lloraba —respondo, casi de manera teatral.
—Turbio. Siento rencor hacia esa profesora en tus palabras —exclama, con ironía.
—Bastante, y recuerdo disculparme con ella solo para que dejara de mirarme feo a diario...
—Ya entendí tu punto. ¿Quieres encargarte de los rellenos que usamos en mi cafetería?
—Sí, por favor... —susurro y miro a Oliver con una mirada tierna, potenciada por el alcohol.
A la distancia, escuchamos un grupo de personas hablando fuerte, y todos volteamos hacia donde viene el sonido. Un chico está en medio del bar, charlando y maravillando a todos con una historia. Naturalmente, el resto del grupo escucha un poco.
Mientras observaba la situación, miro a Oliver. Su mirada es aterradora; está analizando detenidamente al "chico espectáculo". Su pierna comienza a moverse rítmicamente, y se aclara la garganta antes de mirarme con una sonrisa casi forzada.
—¿No crees que son muy ruidosos? Seguro lo hacen a propósito. —dice mientras los señala sin pudor alguno entre risas.
—Creo que solo están siendo amigables —respondo, mirando al grupo—. ¿Conoces a alguno?
—No, de hecho es la primera vez que los veo por aquí. Me estresan sus gritos —dice, girando los ojos.
Está obviamente incómodo; no sabía que existían los chicos "pick me". Es como ver un documental de leones. Igual no quiero meterme en problemas innecesarios. Solo tengo que estar de su lado y evitar algún comentario en mi contra.
—Si gustas, podemos irnos a una mesa más alejada —digo, intentando calmar las aguas.
—Eres un encanto. De pie, no quiero que tus tímpanos se irriten.
Asiento, y en un movimiento sutil, él me ayuda con mi bolso. Nos movemos un par de mesas, y Oliver me mira fijamente.
—¿Disculpa, te asusté? Admito que puedo ser un poco pesado en ocasiones.
—Tranquilo, tienes razón. De hecho, era muy difícil escuchar nuestra propia charla con esas voces de fondo —respondo rápido con una sonrisa.
Solo deseo pasar una noche tranquila y sin dramas. Echo una mirada a Brenda, quien está muy entretenida con un chico.
Oliver abrió la boca para decirme algo, pero el resto de los chicos lo interrumpieron, anunciando que el bar cerraría pronto. Nos fuimos en grupo, dejando a Oliver con sus pensamientos.
Subimos a una camioneta de uno de nuestros amigos. Me senté al lado de Oliver y estamos muy cerca e incómodos. Si miro al suelo del transporte, solo veo latas de cerveza y recibos por el suelo. Sumando que todos estamos casi enlatados, definitivamente no es la mejor experiencia del mundo.
Oliver pasa su brazo encima de mi hombro, con la intención de que estemos más cómodos, y funciona. Durante todo el viaje guardo silencio y trato de no mirar mucho a Oliver, temiendo que me mire como un insecto o que se haya dado cuenta de que mis últimas respuestas fueron algo fingidas. Él nota mi incomodidad y relaja sus músculos para que me sienta más cómoda, seguido de un pequeño guiño.
Llegamos a nuestro hostal y nos despedimos de todos; Oliver no baja del auto, pero se despide con la mano y una sonrisa. Al parecer, la lluvia dejó su fragancia en la calle y Brenda y yo entramos rápidamente al departamento. Ambas estamos derrotadas por la velada y nos vamos a descansar.
En mi habitación, sintiendo el aire helado entrar por la ventana, recordé la tétrica mirada de Oliver y se me ocurrieron varias ideas. Quizás Oliver conocía al chico y no tenían una buena relación, explicando así su reacción tan intensa.
Veo mi bolso en el suelo y algo me llama la atención: es una flor artificial del centro de mesa del bar, junto a una pequeña nota:
"Ten dulces sueños, Atta. Oliver Dubois".
Supongo que esto fue un buen cierre a mi primera noche en este pueblo.
El sol sale y me levanto decidida a desempacar. Mientras lo hago, no puedo evitar pensar en lo tierno que fue Oliver conmigo y al recordar sus grandes manos en mi cintura. La pequeña flor fugitiva en mi bolso hace que tenga gritos ahogados de felicidad...
Brenda se levantó un poco más tarde, quejándose de su espalda, y le hablo.
—Te dejé tu desayuno en la mesa —digo, intentando encontrar un collar perdido en el equipaje.
—¿Qué hay de desayunar? —pregunta Brenda, revisando las ollas en vano.
—Debajo del plato. Hay dos sándwiches de carne frita y en la nevera encontrarás jugo de mora.
—¡Gracias! ¿Comiste algo?
Asiento con la cabeza mientras organizo y limpio mi cuarto a fondo. Mientras come, Brenda me habla:
—Hablé con los chicos y tendremos un pequeño viaje a un río cercano el próximo sábado —dice Brenda con una risa pícara.
—Suena perfecto. Todos fueron muy amables, aunque me pareció extraño el chico que se parece a un perro oveja —respondo sonriendo.
—Sé que estás loca por ver a Oliver otra vez —agrega, haciendo un baile que solo puedo describir como de apareamiento.
—No es lo que crees. Oliver es lindo y, claro, me parece atractivo, pero no creo que yo esté a su nivel —digo nerviosa.
—No digas eso —contesta Brenda al ver mi cara larga.
Admito que Oliver dejo una gran impresión en mi, pero no dejaré que los humos se me suban...
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El Aroma de un Chico
Romance"Un destello de luz puede esconderse muy lejos, pero solo lo sabrás hasta tener la valentía de alcanzarlo." El sonido nostálgico de las campanas resonó en mi cabeza, un joven de cabello negro y ojos miel que entró sin avisar en mi vida, y yo, Delia...