—¿Cómo estás? ¿Necesitas que avise a la enfermera? —se acerca a los pies de mi cama poniendo una mano sobre mi tobillo, subiendo ligeramente por mi pierna, poniéndome nerviosa.
—Estoy bien —mi voz es apenas un susurro, aguantando el aire en mi pecho.
Asiente, sentándose en los sillones al otro lado de la habitación, con el móvil en las manos y los codos apoyados en las rodillas.
Me da la oportunidad de mirarlo detenidamente y hay algo que no me gusta, algo que no sé que es, pero no puedo fiarme como me pide Dante.
—¿Cuántos años llevas trabajando con mi marido?
Alza la cabeza, y sus ojos azules como las profundidades me miran, con el ceño fruncido.
—Muchos —es parco en palabras.
—¿Por qué no te he visto nunca? —insisto en sacarle alguna información.
Aguanta unos segundos sin responderme, tecleando en su teléfono.
—Intento pasar desapercibido.
No levanta la vista del móvil.
—Pero, si trabajas para Dante, alguna vez tuviste que ir por casa, ¿no?
Un amago de risa muere en sus labios, curvados ligeramente.
—Tu marido nunca ha querido mezclar el placer con los negocios, y nos mantenía alejados de tu presencia —me guiña un ojo cuando apaga la pantalla del móvil, prestándome atención de nuevo.
Y yo tengo que tragar saliva incomoda, cuando siento sus ojos devorarme con la mirada, la reconozco porque Dante me mira de la misma manera, no puedo quedarme con él.
No puedo.
—No me tengas miedo, preciosa —se plancha la camisa del traje cuando se recuesta en el asiento y cruza las piernas por delante, con un brazo sobre el respaldo del sillón contiguo. —No muerdo, demasiado fuerte —una sonrisa lasciva le cubre el rostro y aparto la mirada hacia la puerta del baño.
—Quien debe tener miedo eres tú, mi marido está al otro lado de esa puerta —señalo con la cabeza. —Y es capaz de ponerte un bozal.
Luka ríe a carcajadas cuando Dante sale del baño, y se levanta despacio de la silla.
—Tu mujer no se muerde la lengua, ¿verdad? —le coge la bolsa negra que le había entregado previamente. —Esto va a ser divertido.
Mi marido le palmea la espalda, indicando que salga de la habitación. Y en cuanto nos quedamos solos la ansiedad se apodera de mi.
—Dante, no me gusta. Por favor, no me dejes con él —intento coger su mano, estirando mi brazo en el aire y se sienta a mi lado en la cama, acunando mis manos en su regazo.
Tiene mejor cara después de haberse lavado, pero aún se marcan las ojeras bajo sus ojos y me mira preocupado.
—¿Qué ocurre?
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Secretos con el señor de la mafia (+18) [Borrador]
RomanceLo que empezó siendo tu ilusión, se convirtió en la peor obsesión de él. Un romance explosivo, dominante y ardiente. Actualización: Completado : Borrador En proceso : ✔️ Verificado y editado [Me siento en la libertad de variar la historia y su conte...