Capitulo VII: Marcas

36 3 0
                                    


—Ni modo, te aguantas.— Suguru se metió entre las piernas del albino para después poder tomarlo por las caderas.

—No, espera.— Satoru cerró los ojos mientras entendía que su amigo no se tomaría su tiempo.

Un gemido fuerte salió de la boca del albino al sentir la rápida introducción que hizo el azabache.

—Si vas a gemir, hazlo más bajo, a menos que quieras ser escuchado.

Gojo no respondió y Geto esperaba para que se acostumbrara al dolor.

—¿Qué tal duele?

—Me vas a partir.

—No exageres.

Poco tiempo después Suguru se empezó a mover lentamente

Los gemidos de Satoru se hacían cada vez más audibles junto a su respiración.
Geto aceleraba cada vez más el ritmo en el que iba y aferraba más sus manos a las caderas del peliblanco.

Gojo solo rogaba por un compás más lento y un agarre menos fuerte.

“Suguru”

El nombre salía de la garganta del peliblanco a manera de súplicas mixtas con gemidos, lo cual no podía excitar más al azabache.

Tras un buen rato de embestidas, gemidos y súplicas, ambos hombres llegaron al orgasmo, y podría haber sido algo normal pero fue una nueva experiencia para el peliblanco, que nunca había sentido tanto placer y dolor al mismo tiempo.

El pelinegro levantó la vista al rostro del albino, que tenía un rubor natural de mejillas a orejas en color rosa mixto con rojo, sus ojos llorosos y con algunas lágrimas escurriendo, su boca medianamente abierta y saliva escurriendo por las comisuras de sus labios.
Pronto, pasó la vista al resto del cuerpo del peliblanco; observó como ahora había manchas moradas a causa de los chupetones, también vio las marcas que dejaron algunas mordidas. Tal vez se excedió un poco, aunque le gustaba lo que veía.

—¿Cómo te sientes?— Suguru habló mientras se apartaba de entre las piernas del albino.

—Se me van a caer las piernas.

—Podria haber sido peor.

"¿“Podría haber sido peor”?, eso significa que, ¿Geto fue suave?
Si eso no era nada, no quería imaginarse si llegara al extremo, ¿quedaría en silla de ruedas?" Pensó Satoru.

—Por el momento no quiero llegar a más, valoro mis piernas.

Geto todavía observaba a su amigo, quien se incorporó del sillón para poder sentarse, fijó su vista en los muslos de Gojo.

—Vaya, entonces no podré hacerte nada si tiene que ver con tus piernas.

—¿Qué quieres hacer?

El azabache no respondió con palabras pero sí con acciones, volviendo a abrir un poco las piernas del ojiazul e inclinándose para poder dejar marcas de mordidas y chupetones en la blanca piel de las piernas de Satoru.

—No, pará— El peliblanco habló mientras intentaba mover las piernas, aunque no lo logro, pues Geto lo tomó por los tobillos.

—Si me interrumpes no te paso la tarea.

El pelinegro estaba concentrado en dejar marcado el cuerpo del albino, y este tenía la mente en blanco.

El claxon de un carro lo hizo regresar al mundo y a Geto lo sacó de sus acciones.
Ambos sabían que significaba; la madre de Gojo estaba en casa.

★El álbum de fotos (SatoSugu/SuguSato) ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora