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Años atrás.

Ansioso y sin poder conciliar el sueño, Jimin caminaba por los pasillos de la mansión custodiada.

Hace tres meses se había mudado con el señor Jeon, había sido un cambio complicado, tras la muerte de Hye, Jimin había quedado solo en el mundo, jamás había convivido con tal hombre por ello era tan complicado el dia a día.
Sobre todo porque había un roce entre ellos, una conexión un poco fuera de lo familiar, ambos se sentían atraídos por el otro, sin embargo no daban ningún paso, pues Jimin había sido criado por la mujer que también crío a Jungkook. La mujer de su tío.

Aun así no habían lazos sanguíneos que los uniera, así que Jeon sentía que Jimin pertenecía a la familia, sobre todo porque a últimas estancias Jimin había heredado la fortuna de su tía Hye por petición de ella misma.

Habían una fina línea que Jeon no quería cruzar.

Hasta esa madrugada.

Tocando los cuadros enmarcados que colgaban de la pared, Jimin miraba intrigado cada detalle de los mismos como lo mas interesante que pudo conseguir en el lugar, no podían culparlo era un joven de diecinueve años que lo unico que podía ver en esos tres meses eran las grandes paredes vinotintos adornadas elegantemente.

Esa madrugada como siempre Jimin no lograba conciliar absolutamente nada de sueño, había tomado dos vasos con leche tibia, habia caminado toda la mansion y el resultado seguia siendo el mismo. No podía dormir si el hombre no estaba en casa.

Entonces cuando la puerta fue abierta y las voces de varios hombres se oyeron en el lugar, volteó fijando su mirada en la alta figura que se despedía de sus hombres. Su traje marfil estaba manchado por sangre, igual que sus manos.

Era algo completamente normal, Jimin sabía que Jeon tenía negocios turbios aunque no sabía de que se trataba específicamente.

Y prefería que siguiera siendo así.

- ¿Alguien no puede dormir?- La voz del hombre lo hizo reaccionar y dejando de ver sus manos ensangrentadas, alzó la mirada hacia su rostro. Jeon sabía que Jimin era alguien especial, no era temeroso y jamás lo había juzgado por las ciertas cosas que en tres meses había presenciado viviendo con el, simplemente parecía ser alguien a quien no le importaba aquellos detalles.

- Estaba caminando un poco.

- Ya estoy aquí, seguramente ahora podrás dormir un poco.- Jimin asintió caminando hacia el hombre.- Siempre estás despierto cuando llegó.

- No me gusta estar solo.- Al estar frente a el empezó a limpiar las salpicaduras de sangre que tenía en su cara.- No saldrá de tu traje.

Pero Jeon estaba completamente encimado mirando esos ojos color miel, tan brillosos, tan llenos de la belleza e inocencia del joven.

- Creo que ya no sirve, compraré otro del mismo color.- El menor asintió terminando de limpiar la sangre con sus dedos, para dar un paso hacia atrás y sonreírle al mayor.

- Me alegro que haya llegado sano y salvo a su casa.- Era tan encantador, con una belleza única que era imposible no notarlo incluso en medio de una multitud.- ¿Sucede algo?

- ¿Por qué eres tan hermoso?
Los ojos del menor se abrieron y un fuerte rubor se apoderó de sus mejillas, eso fue lo último que Jeon necesitó para acercarse a el, habían sido tres meses en los que se había ocultado de el, en los que prefería quedarse en los casinos o bares hasta altas horas, en vez de verlo merodear por la mansion envuelto en shorts y camisas grandes, que solo lo hacian ver pequeño pero muy sexy.

Tomó su cara entre sus grandes manos, ensuciandolo de sangre en el proceso, muy lejos de incomodarle Jimin inclinó su cara hacia su tacto cálido.

- Eres como un lindo ángel, tan delicado y hermoso.- Acariciando sus mejillas sonrojadas. - ¿Qué debería hacer contigo?

- Cuidarme, notarme, tocarme, pero si no puede hacerlo entonces mateme, porque no me interesa vivir en un mundo donde no puedo ser suyo.

Jimin había firmado su sentencia, se había entregado a el, desde ahí no hubo vuelta atrás.

Los labios de Jeon tomaron los suyos en un beso fuerte y demandante que lo había hecho gemir de satisfacción, si bien había besado a alguna chica en los paseos que Hye le permitió dar, no se comparaba a ser besado por alguien tan grande y maduro como el señor Jeon. Sus brazos fueron a su cuello enrollandose en ellos, el mayor bajo los suyos hacia la fina cintura del menor, envolviendolo completamente lo pegó a su cuerpo intensificando el morboso y apasionado beso.

Guiando sus pasos cuesta arriba, Jeon llevaba a Jimin por las escaleras mientras lo besaba como si el mañana no existiera para ellos, bajando sus besos a su cuello y devorando su piel como el más divino elixir que pudiera existir.

- ¡Oh Dios! No pare por favor.- El mayor cargo finalmente a Jimin, llevándolo por primera vez a su habitación, dejando lamidas en su cuello y con agilidad logro abrir la puerta, necesitaba tanto tener a ese pequeño bajo de el, gimiendo por el, que estaba demasiado excitado solo con imaginarlo.

Llevado por el placer lo llevo a la gran cama, depositandolo con cuidado en ella, rápidamente quitó su saco tirandolo a un lado, Jimin era un manojo de ansias y nervios, al fin su sueño se haria realidad, aunque habia un detalle.

- Soy vírgen.

La acción del mayor paró mirando atentamente al pequeño bajo de el, sus manos se apoyaron a cada lado de su cabeza, la cadena de oro que colgaba de su cuello cayó hacia la barbilla del menor.

- En realidad ya lo sabía.

- ¿Eh?

- ¿Que te puedo decir? Tengo todo a mi alrededor vigilado, desde que llegaste a casa de la tía Hye. Pero ese no es el punto cariño, haremos lo que tú desees, puedo parar ahora, estaré listo cuando tú estés listo para mí, no voy a apresurarte.

- ¡No! Es solo que... Solo quiero que seas gentil, es todo...

- ¿Que te hace pensar que no lo iba a ser?

- Bueno...- Sus manos subieron al pecho comenzando a desabotonar la camisa de vestir.- Quizás su tamaño, o lo imponente que se ve, tal vez la manera en la que me beso, se que es un hombre rudo.

- Y jodidamente lo soy, pero eres un lindo bebé que merece ser tratado de la manera más gentil que existe, si pierdo un poco los estribos no me culpes, me la tienes dura desde hace mucho tiempo Jimin.

Las pupilas del menor se dilataron ante aquella revelación, el ser deseado por el hombre que tanto el deseaba, era la sensación mas abrumadora y satisfactoria que podía existir. Entonces abrió la camisa dejando ver aquel pecho trabajado con un tatuaje extraño que parecían letras que no podían ser descifradas, Jeon sonrio cuando el sonrojo se alojo en las mejillas contrarias, decidido bajo su rostro al cuello del menor, besándolo con ganas, sus manos fueron al dobladillo de la camisa levantandola para finalmente quitarla de su vista.

Cuando sus ojos divisaron la piel blanca, su pecho subiendo y bajando por su respiración errática, esa cintura pequeña y como su abdomen plano adornaba perfectamente su cuerpo, Jeon lo supo. Supo que Jimin sería su kryptonita.

Ninfomanía [KM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora