El viento frío del campo de batalla golpeaba con fuerza, como si la naturaleza misma estuviera tratando de borrar los rastros del conflicto. Kakashi Hatake abrió los ojos con dificultad, su cuerpo dolorido y su mente confusa. Estaba de vuelta en el mundo real, lejos de la dimensión de Kamui, pero la sensación de las cadenas invisibles que lo habían atado aún pesaba sobre él.
Se incorporó lentamente, apoyándose en un árbol cercano. El cansancio no solo era físico, sino mental. Obito. Su nombre resonaba en su cabeza una y otra vez, como una herida que no dejaba de sangrar.
Lo que había sucedido en Kamui no podía ser real. No podía ser más que un delirio, una consecuencia de la tensión y el agotamiento. Pero cada toque, cada beso, cada palabra de Obito seguía quemando en su piel y en su mente. El deseo que había tratado de suprimir durante tanto tiempo había surgido con una intensidad devastadora, y ahora se encontraba atrapado entre el deber y lo que sentía por su antiguo compañero.
Miró al horizonte, donde las llamas de la guerra aún ardían en la distancia. Tenía una misión que cumplir, pero el eco del encuentro con Obito lo perseguía, recordándole que la batalla más grande no se libraba en el campo de batalla, sino en su propio corazón.
Obito observaba desde las sombras. Había seguido a Kakashi desde que lo dejó en la dimensión de Kamui, pero no estaba listo para dejarlo ir. Nunca lo había estado. El odio que había alimentado durante años, ese resentimiento por todo lo que había perdido, había sido el motor de su existencia. Pero ahora, algo más lo estaba devorando desde dentro.
Deseo.
Obito frunció el ceño bajo su máscara rota, su cuerpo aún ardiente por el encuentro en Kamui. No podía entenderlo. ¿Cómo podía desear a alguien que había destruido todo lo que alguna vez había sido importante para él? Kakashi era el símbolo de su traición, el hombre que no había sido capaz de salvar a Rin, el hombre que había continuado con su vida mientras él sufría en el infierno. Y sin embargo, en lo más profundo de su ser, lo quería.
Pero no lo quería de una manera simple. Quería controlarlo, someterlo, poseerlo. Porque solo de esa manera podría sentir que había recuperado algo de lo que le fue arrebatado. Kakashi era su castigo y su redención, todo al mismo tiempo.
Obito dio un paso adelante, sus ojos rojos centelleando en la oscuridad. No podía dejar que Kakashi escapara tan fácilmente. El encuentro en Kamui no había sido suficiente. Necesitaba más, mucho más.
Sin hacer ruido, apareció detrás de Kakashi en un abrir y cerrar de ojos, utilizando el poder de su Mangekyō Sharingan. Antes de que Kakashi pudiera reaccionar, Obito lo agarró de la muñeca, tirándolo hacia él con brusquedad.
—¿Pensaste que había terminado? —Obito susurró cerca de su oído, con una voz que era tanto una amenaza como una promesa.
Kakashi se tensó al instante, pero no se resistió. Su cuerpo reconocía el poder de Obito, pero también algo más. Esa conexión que se había reavivado en Kamui seguía presente, y aunque lo odiaba, no podía negarla.
—Obito... ¿qué estás haciendo? —preguntó Kakashi, con una voz que intentaba sonar firme, pero que revelaba su agotamiento.
—Esto no ha terminado, Kakashi. Ni siquiera ha comenzado. —Obito lo empujó contra el árbol con la misma brutalidad que la vez anterior, sus ojos llameantes buscando una reacción en los de Kakashi—. No puedo dejar que me olvides.
Kakashi entrecerró los ojos, intentando leer a través de la máscara rota de Obito. ¿Era solo odio lo que lo movía? Sabía que Obito lo culpaba por todo lo que había sucedido, pero había algo más en esa mirada. Algo más profundo, más oscuro.
—Nunca te he olvidado —confesó Kakashi, casi en un susurro. Sabía que lo que decía solo avivaría la ira de Obito, pero era la verdad. Nunca había dejado de pensar en él. Nunca había dejado de desear que las cosas hubieran sido diferentes.
Obito se quedó en silencio por un momento, su cuerpo inmóvil mientras asimilaba esas palabras. El viento soplaba entre ellos, levantando polvo y hojas caídas, como si el mundo esperara con ansias el desenlace de lo que estaba por suceder.
Finalmente, Obito se acercó más, hasta que sus labios rozaron el oído de Kakashi.
—Entonces demuéstralo —susurró con una intensidad que envió escalofríos por la columna de Kakashi.
Kakashi lo miró, sus ojos buscando una salida, pero en lo más profundo de su ser, sabía que no quería escapar. Quería enfrentarse a lo que sentía por Obito, quería comprenderlo, aunque eso significara caer aún más en esa espiral oscura en la que ambos estaban atrapados.
Obito no esperó una respuesta verbal. En un movimiento rápido y preciso, lo giró, empujándolo contra el árbol una vez más. Esta vez, sus manos recorrieron el cuerpo de Kakashi con una mezcla de deseo y furia. No era un toque gentil ni amoroso; era posesivo, exigente. Obito quería dominarlo y lo estaba dejando claro.
Kakashi jadeó cuando sintió las manos de Obito deslizarse por su cintura, sujetándolo con fuerza. Cada roce encendía su piel como un fuego imposible de apagar. Intentó resistirse, pero sus manos, aunque temblorosas, buscaron instintivamente el contacto con las de Obito. Era un prisionero de su propio deseo, uno del que no podía escapar.
—Esto no es suficiente —gruñó Obito, su voz ronca por la mezcla de deseo y rabia contenida—. Quiero verte suplicar.
Kakashi sintió el calor aumentar en su rostro, una mezcla de humillación y anhelo. Sabía que no debía permitirle ese control, pero el poder que Obito ejercía sobre él iba más allá de lo físico. Era emocional, era mental. Y en ese momento, no pudo resistir.
El cuerpo de Kakashi se rindió ante los embates de Obito, que lo empujaba más y más hacia ese abismo de emociones prohibidas. El frío de la noche contrastaba con el calor de sus cuerpos entrelazados, mientras sus jadeos llenaban el aire, volviéndose cada vez más intensos. El odio y el deseo se mezclaban en una danza peligrosa, donde cada movimiento, cada toque, parecía acercarlos más al borde del precipicio.
Kakashi, aunque completamente consumido por el momento, sabía que lo que estaba ocurriendo entre ellos no podía durar. Ambos estaban destinados a destruirse, pero por alguna razón, ninguno de los dos podía detenerse.
Cuando finalmente el frenesí comenzó a calmarse, ambos quedaron jadeando, aún cercanos, pero conscientes de la magnitud de lo que acababa de ocurrir. Kakashi sintió el peso de las manos de Obito aflojando ligeramente sobre su cuerpo, pero no lo soltó del todo.
—Obito... —murmuró Kakashi, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para lo que sentía.
Obito lo miró con una intensidad insondable. Sus ojos, aunque llenos de oscuridad, revelaban una pequeña chispa de algo más. Algo que Kakashi no podía identificar del todo, pero que lo hacía temblar.
—No terminará aquí, Kakashi —dijo Obito con voz firme—. Nunca terminará entre nosotros.
Y con esas palabras, Obito desapareció en un vórtice de Kamui, dejando a Kakashi solo, su cuerpo exhausto y su mente completamente atrapada en esa batalla interna que no tenía fin.
Kakashi se quedó allí, bajo el frío viento nocturno, sabiendo que las palabras de Obito eran verdad. Esto no había terminado. No podía terminar.
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Sombras del Pasado: Fuego y Venganza - ObiKaka
FanficLa Cuarta Gran Guerra Ninja está en su punto álgido, y Obito Uchiha ha revelado su verdadera identidad al mundo. Kakashi se enfrenta a una verdad que lo destroza: su antiguo amigo no solo está vivo, sino que es el hombre detrás de gran parte de la d...