El crepitar del fuego a lo lejos resonaba en el campo de batalla, iluminando las ruinas que una vez fueron grandes fortalezas. Los ecos de la guerra, los gritos de desesperación y el sonido de las explosiones se sentían distantes, pero no lo suficiente como para borrar la realidad de lo que estaba en juego. Kakashi Hatake, con su Sharingan activado, observaba desde la cima de una colina. El cielo estaba despejado, pero no había paz en la quietud de la noche.
Obito Uchiha.
El nombre resonaba en su mente, más fuerte que cualquier ruido de la guerra. Después de tantos años, después de tanto dolor, su viejo amigo, su compañero, estaba vivo, pero transformado en una sombra oscura, distorsionada por el odio y el rencor. Kakashi apretó los puños, sintiendo la culpa y el resentimiento mezclarse en su pecho. Todo lo que alguna vez creyó conocer sobre Obito había sido destruido en un instante. Pero había algo más, algo que siempre había estado enterrado en el fondo de su ser: una atracción oscura, una conexión que nunca había comprendido del todo. Y ahora, frente a la verdad, esa emoción reprimida surgía con furia.
Un sonido. Un leve crujido de hojas a sus espaldas.
Kakashi giró bruscamente, pero ya era demasiado tarde. Antes de que pudiera reaccionar, una mano fuerte lo agarró por el cuello, empujándolo contra un árbol cercano con una fuerza que lo dejó sin aliento.
—Kakashi... —la voz era baja, profunda, pero llena de veneno.
Obito se erguía frente a él, con su máscara fracturada y un ojo rojo que ardía con el poder del Sharingan. Sus dedos se apretaban alrededor del cuello de Kakashi, manteniéndolo inmovilizado contra la corteza del árbol. Sus respiraciones eran pesadas, llenas de ira contenida, y sin embargo, había algo más en su mirada. Algo que Kakashi no podía identificar con claridad. El tiempo parecía haberse detenido en ese instante, como si ambos estuvieran atrapados en una burbuja separada de la realidad que los rodeaba.
—Nunca pensé que volvería a verte... así —dijo Kakashi, su voz ronca pero desafiante.
Obito se inclinó hacia él, acercándose lo suficiente para que sus rostros casi se tocaran. La tensión entre ellos era palpable, como un hilo invisible que los mantenía unidos, tirante y a punto de romperse.
—¿Así? —Obito dejó escapar una risa amarga, cargada de desprecio—. Te di todo, Kakashi. Mi confianza, mi vida... incluso mi corazón. Y lo destruiste todo.
Kakashi tragó saliva, su mente luchando por mantenerse enfocada. El calor del cuerpo de Obito contra el suyo despertaba una sensación que había estado intentando ignorar durante mucho tiempo. La cercanía, la intensidad, todo se sentía irreal.
—Yo... no quería que las cosas fueran así, Obito —respondió, su voz temblando ligeramente—. Nunca quise perderte.
Las palabras de Kakashi parecieron encender algo en Obito. De repente, la presión en su cuello disminuyó, pero el contacto no se rompió. En cambio, Obito deslizó una mano hacia su rostro, acariciando con brusquedad la máscara que cubría el rostro de Kakashi.
—Siempre has sido el mismo —murmuró Obito, con una mezcla de furia y algo que parecía dolor—. Ocultándote detrás de una máscara. Pero yo... yo sé quién eres en realidad.
En un rápido movimiento, Obito retiró la máscara de Kakashi, arrojándola al suelo. Kakashi sintió la brisa nocturna en su rostro desnudo, y por un momento, una vulnerabilidad que no había experimentado en años lo invadió. Sus ojos, ahora ambos expuestos, buscaron los de Obito, esperando encontrar solo odio. Pero lo que encontró fue algo mucho más complicado. Deseo. Una chispa oscura y peligrosa brillaba en el único ojo de Obito.
Antes de que Kakashi pudiera procesar lo que estaba sucediendo, Obito lo besó. No fue un beso suave, ni uno que buscara consuelo. Fue feroz, casi violento, como si quisiera consumirlo por completo. Kakashi se tensó al principio, su cuerpo respondiendo con una mezcla de sorpresa y confusión. Pero el deseo reprimido durante tanto tiempo, el anhelo que nunca había querido admitir, finalmente se desató. Sin pensarlo, correspondió al beso con igual intensidad, sus manos aferrándose a la túnica de Obito.
Ambos se movieron como si estuvieran en combate, pero esta vez la batalla era entre sus cuerpos, no con kunais ni jutsus. Obito empujó a Kakashi contra el árbol, atrapándolo con su cuerpo, mientras sus manos recorrían su torso con urgencia. El aire se llenó de sus respiraciones entrecortadas, mezcladas con el sonido del roce de la ropa y los jadeos sofocados.
Kakashi sabía que esto estaba mal. Sabía que no deberían estar allí, entregándose a una pasión que desafiaba la lógica. Pero en ese momento, no le importaba. Había pasado demasiado tiempo reprimiendo lo que sentía, negando la conexión que siempre había existido entre ellos. Y ahora que estaban juntos, la barrera había caído.
—No creas que esto cambia nada —gruñó Obito contra su oído, mientras mordía su lóbulo, haciéndolo estremecerse—. Sigues siendo un traidor.
Kakashi cerró los ojos, sintiendo el peso de esas palabras, pero incapaz de detener lo que estaba ocurriendo. Sabía que Obito tenía razón, pero el deseo era más fuerte que cualquier razón en ese momento.
Obito lo tomó de la cintura, alzándolo ligeramente para tener mayor control, y lo sujetó con fuerza, como si quisiera marcar su dominio sobre él. Cada toque, cada beso, cada mordida era una mezcla de odio y necesidad. Y Kakashi, a pesar de la culpa, lo deseaba tanto como él. Ambos estaban atrapados en ese ciclo de venganza y pasión, uno que parecía no tener fin.
La luna brillaba sobre ellos, siendo la única testigo de su encuentro prohibido. Un encuentro que no era más que el preludio de algo mucho más grande.
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Sombras del Pasado: Fuego y Venganza - ObiKaka
FanfictionLa Cuarta Gran Guerra Ninja está en su punto álgido, y Obito Uchiha ha revelado su verdadera identidad al mundo. Kakashi se enfrenta a una verdad que lo destroza: su antiguo amigo no solo está vivo, sino que es el hombre detrás de gran parte de la d...