Epílogo: Entre Sombras y Luz

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La guerra había terminado. Las cicatrices dejadas en el campo de batalla eran profundas, pero las que llevaban en el alma parecían aún más difíciles de sanar. Las aldeas reconstruían sus muros, los supervivientes contaban sus pérdidas y todos trataban de encontrar su lugar en un mundo que, finalmente, había encontrado algo de paz.

Kakashi caminaba solo, su mirada perdida en las ruinas de lo que una vez fue el epicentro de la destrucción. El aire era fresco, el cielo despejado, pero él apenas sentía alivio. Las heridas invisibles que la guerra había dejado en su corazón no cicatrizarían tan fácilmente.

Obito se había ido. Desapareció después de la batalla final, como una sombra que se desvanecía entre la luz del amanecer. Kakashi no lo había buscado, sabiendo que su despedida era inevitable, que aquel último encuentro en la dimensión de Kamui había sido el cierre necesario para ambos.

Sin embargo, su ausencia dolía más de lo que quería admitir. Había pasado tantas noches preguntándose qué habría sido de ellos si el destino hubiera sido más amable, si las decisiones que los llevaron por caminos opuestos no se hubieran cruzado de forma tan trágica.

Un susurro de viento le hizo girarse. No había nadie allí, pero por un momento, casi pudo sentir la presencia de Obito, como si aún lo vigilara desde las sombras. Habían compartido algo más que una batalla, más que una historia llena de remordimientos y deseos reprimidos. Habían compartido un lazo que iba más allá de lo físico.

No puedo seguir buscándote, Obito... —murmuró Kakashi para sí mismo, aunque sabía que, de alguna manera, Obito podía escucharlo—. Pero eso no significa que te olvide.

Se llevó una mano al pecho, justo sobre la cicatriz que ahora llevaba, símbolo de la batalla final, pero también un recordatorio de lo que habían compartido. Sabía que no podría avanzar del todo, pero también sabía que debía intentarlo.

Los días siguientes fueron extraños. La vida en la aldea continuaba su curso, y Kakashi, ahora en un rol más elevado, asumió responsabilidades que nunca había imaginado tener. Pero siempre sentía el vacío de lo que no había podido ser.

Hasta que un día, mientras caminaba por los terrenos del antiguo equipo Minato, sintió algo. Un escalofrío que recorrió su cuerpo. Se giró rápidamente, y allí estaba él. A lo lejos, casi imperceptible entre las sombras de los árboles, Obito lo observaba.

El corazón de Kakashi se aceleró. Por un instante, no supo qué hacer, si correr hacia él o simplemente quedarse allí, mirando. Obito no hizo ningún gesto. No había odio, ni tristeza en su rostro. Solo una serenidad que Kakashi no recordaba haber visto nunca antes en él.

El mundo a su alrededor se detuvo. Por un instante, solo existían ellos dos, tal como había sido antes. Pero sabían que ese momento era temporal. Obito, después de todo, no pertenecía a ese nuevo mundo, a esa paz que había ayudado a crear.

Obito levantó la mano en un gesto suave, casi como una despedida, pero sin tristeza. Kakashi entendió. Ambos se habían redimido de sus pecados, y aunque sus caminos seguían siendo diferentes, lo que habían compartido les permitía seguir adelante.

Con una última mirada, Obito desapareció en la bruma. Y esta vez, Kakashi no sintió necesidad de ir tras él. Sabía que, aunque no estuvieran juntos, Obito siempre estaría con él, en cada decisión, en cada paso que diera.

La paz había llegado, y aunque su corazón aún cargaba con el peso de todo lo que había sucedido, Kakashi finalmente se sintió en paz consigo mismo.

Obito le había mostrado lo que significaba amar y perder, y a través de ese dolor, había encontrado la fuerza para seguir adelante, para ser el hombre que siempre debió ser.

Y aunque el viento soplaba fuerte aquella tarde, Kakashi se quedó allí, mirando hacia el horizonte, con una pequeña sonrisa en los labios. Sabía que, de alguna manera, Obito también estaba sonriendo.

Sombras del Pasado: Fuego y Venganza - ObiKakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora