La lluvia continuaba cayendo sin cesar, envolviendo a Kakashi y Obito en un manto de frialdad mientras sus cuerpos, cálidos y tensos, se entrelazaban bajo la tormenta. Cada gota que golpeaba sus pieles parecía amplificar el deseo que los consumía, mientras la pasión de su último encuentro aún vibraba en el aire.
Kakashi jadeaba, sintiendo cómo Obito lo había empujado más allá de cualquier límite físico y emocional que jamás hubiera imaginado. El frío del árbol contra su espalda contrastaba con el calor de Obito, cuyas manos se movían con una intensidad insaciable. El deseo que ambos compartían era destructivo, casi autodestructivo, como una llama que ardía demasiado brillante, demasiado rápido.
—Obito... —Kakashi apenas podía pronunciar su nombre, atrapado entre el placer y el dolor de su realidad.
Obito, con una mirada cargada de una mezcla de determinación y desesperación, lo mantuvo firmemente contra el árbol, sus ojos nunca dejando los de Kakashi. Había algo en esos ojos que lo perturbaba, una profundidad de emociones que Kakashi no estaba seguro de poder manejar.
—No me dejes, Kakashi —murmuró Obito, sus labios rozando los de él en un susurro casi inaudible—. No otra vez.
Kakashi, aún respirando con dificultad, lo miró con sorpresa. ¿Había alguna vez escuchado a Obito hablar con tanta vulnerabilidad? El hombre que una vez había sido su compañero, luego su enemigo, ahora estaba ahí frente a él, no como un rival, sino como alguien que se aferraba a lo último que le quedaba en un mundo de caos: su conexión con Kakashi.
El peso de esas palabras se hizo insoportable. Kakashi sabía que este momento, esta intimidad, era una locura. La guerra seguía rugiendo a su alrededor, las responsabilidades y lealtades seguían existiendo. Pero en este instante, en este claro bajo la lluvia, solo eran dos hombres que habían compartido demasiado como para simplemente ignorarlo.
Sin embargo, la realidad era ineludible.
—Obito... esto no puede seguir así. —Las palabras salieron con dificultad, como si cada una de ellas fuera un corte sobre su propia piel.
Obito lo miró fijamente, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de frustración y deseo.
—¿Por qué no? —respondió con un tono que oscilaba entre la súplica y la rabia contenida—. ¿Por qué siempre tienes que decir que no, Kakashi?
Kakashi tragó saliva, sintiendo que cada fibra de su ser se resistía a lo que iba a decir. No quería rechazarlo, no cuando el cuerpo de Obito aún lo reclamaba con tanta intensidad. Pero la realidad era más fuerte que cualquier momento de deseo, por más incontrolable que fuera.
—Porque, al final, tú y yo... estamos destinados a enfrentarnos. —Su voz temblaba, pero sabía que tenía que decirlo—. Somos enemigos, Obito. Nosotros... no podemos escapar de eso.
El silencio que siguió fue pesado, denso, casi insoportable. Las palabras de Kakashi colgaron en el aire como una sentencia inevitable. Y aunque sabía que lo que decía era cierto, algo en su pecho se rompió al ver la expresión de Obito cambiar de nuevo, esa máscara de dureza cubriendo el dolor que había dejado escapar por un breve instante.
Obito retrocedió un paso, sus manos aún temblorosas por el deseo que apenas había podido contener.
—Entonces, si eso es lo que crees... —dijo finalmente, su voz ahora fría, pero no del todo vacía— acabemos con esto.
Antes de que Kakashi pudiera reaccionar, Obito lo empujó contra el suelo con fuerza, y en un parpadeo, activó el Mangekyō Sharingan. Kakashi apenas tuvo tiempo de levantar la mirada cuando sintió la energía de Obito envolviéndolo, la realidad misma distorsionándose a su alrededor.
En cuestión de segundos, todo cambió. El campo de batalla los engulló, separándolos del refugio temporal que la tormenta les había proporcionado. Kakashi y Obito ahora estaban de pie frente a frente en el mundo desolado de la Cuarta Gran Guerra Ninja. El rugido de la guerra resonaba a lo lejos, pero para ellos dos, todo lo demás desaparecía.
—Si realmente crees que esto no tiene futuro... —dijo Obito, su voz ahora llena de determinación mientras sus ojos rojos brillaban intensamente—, entonces pelea conmigo, Kakashi.
El corazón de Kakashi latía con fuerza. No sabía si podría luchar contra Obito. No ahora, no después de todo lo que habían compartido. Pero la guerra exigía sacrificios, y él no podía ignorar eso. No podía permitirse el lujo de elegir a Obito por encima de todo lo que debía proteger.
—No quiero hacer esto... —susurró Kakashi, mientras el Raiton comenzaba a envolver su mano derecha—. Pero no me estás dejando opción.
Obito lo observó, sus ojos ardiendo de rabia y deseo mezclados en una tormenta imparable.
—Yo tampoco quiero hacerlo —dijo finalmente, su voz baja pero firme—. Pero prefiero pelear contigo hasta el final antes que perderte de nuevo.
Con esas palabras, el espacio entre ambos se llenó de chispas. El chakra de Kakashi crepitaba en el aire, mientras el poder de Obito distorsionaba la realidad a su alrededor. Ambos sabían lo que estaba en juego, pero el deseo entre ellos, aunque no dicho, era evidente en cada mirada, en cada movimiento.
Y entonces, el enfrentamiento comenzó.
Obito cargó primero, su cuerpo moviéndose con una velocidad y precisión imposibles, como si todo lo que había sucedido entre ellos hasta ese momento lo hubiera empoderado aún más. Kakashi apenas pudo bloquear el primer ataque, sus reflejos afilados por años de combate, pero su mente aún dividida por el torbellino emocional que Obito había desatado.
Cada golpe, cada esquiva, estaba cargado no solo de violencia, sino también de recuerdos. Cada vez que sus ojos se encontraban, ambos recordaban las noches que habían compartido, el calor de sus cuerpos, la conexión imposible que habían formado en medio de tanto odio y traición.
—Kakashi... —gruñó Obito entre golpes—. No importa cuántas veces peleemos. Siempre te encontraré.
Kakashi, jadeando por el esfuerzo y el peso de sus propios sentimientos, logró esquivar una nueva embestida de Obito y lo encaró directamente.
—Obito... esto no se trata solo de nosotros.
Pero Obito no escuchaba. Su cuerpo y su alma estaban consumidos por la batalla, por la necesidad de resolver todo de una vez por todas. Y mientras el conflicto llegaba a su punto más alto, la intensidad de su conexión seguía ardiendo. Ninguno de los dos podía evitarlo, ni siquiera en medio del caos de la guerra.
Finalmente, en un instante que parecía congelado en el tiempo, ambos chocaron con una fuerza devastadora. Kakashi sintió cómo el poder de Obito envolvía su cuerpo, cómo el calor de su chakra resonaba con el suyo propio, y supo, en lo más profundo de su ser, que este enfrentamiento no era el final.
Era el principio de algo mucho más grande.
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Sombras del Pasado: Fuego y Venganza - ObiKaka
FanfictionLa Cuarta Gran Guerra Ninja está en su punto álgido, y Obito Uchiha ha revelado su verdadera identidad al mundo. Kakashi se enfrenta a una verdad que lo destroza: su antiguo amigo no solo está vivo, sino que es el hombre detrás de gran parte de la d...