Capítulo 15: Recuerdo desagradable

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Ethan:

4 meses después...

Ya habían pasado cuatro meses desde que Alex me trajo hasta su penthouse en Canadá para ser su Sumiso. Llegué el día 1 de julio y ahora ya es el mes de noviembre. Una locura. Que rápido pasa el tiempo, ¿no?

Resumiendo todo lo ocurrido durante este tiempo diría que mi profesor ha cumplido todo lo del contrato: Lo nuestro solo se basa en tener buena convivencia día a día y follar cuando a el se le apetezca, nada de besos ni cosas románticas como me lo había dicho el primer día que llegué.

Siendo 100% honesto he extrañado mi vida en Chile de igual manera; aunque no tuviese amigos en la universidad, me gustaba mucho mi vida en donde podía hacer lo que quesería sin tener a alguien que me controle, (cosa que ahora es todo lo contrario debido a que Alex es mi Amo).

Por cierto, hace tan solo unos días atrás, Alex cumplió 30 años y me imagino que ya saben lo que ocurrió ahí, obviamente.

Esa misma tarde, mientras ordenaba un poco mi habitación, unos desagradables recuerdos de lo sucedido hace unos días atrás llegaron a mi mente. Traté de ignorarlo pensando en otras cosas... pero me fue imposible:

Eran las 21:45 p.m., me encontraba en el ascensor para llegar al penthouse después de estar fuera todo el día. Había salido a despejar mi mente un rato y también a conocer un poco la ciudad ya que no había salido al exterior durante tres semanas desde que Alex me dio permiso la última vez.

Las puertas del ascensor se abrieron y lo primero que vi no fue el lujoso departamento, si no a Alex esperándome con una cara de rabia y el ceño fruncido.

—Tienes un segundo para explicarme donde mierda estabas, Ethan. —su voz sonaba frustrada. —¡Respondeme, carajo! —gritó al notar que no respindia.

Oh, no.

—P-perdon, señor. —sabia lo que estaba apunto de pasar.

Había desobedecido al Amo y salí sin avisarle, cosa que significaba que ahora vendría un terrible castigo.

—¡AUN NO ME DICES DONDE ESTABAS, HIJO DE PUTA!

—Salí a... a tomar aire y conocer la ciudad. —respondí con mi voz temblando. —Llevo tres semanas sin salir y eso me desesperó.

—Conocer la ciudad, ¿eh? —se burló. —No soy idiota, Ethan. Te mostré todo el lugar el segundo día que llegaste.

Me quedé callado.

Sin más preámbulos, mi profesor me agarró firmemente de las muñecas y me llevó arrastrando hasta el cuarto rojo, al llegar me obligó a que me desnudara y me inclinara sobre la mesa que había en el centro de la habitación. Vi como sacaba un pequeño látigo que estaba colgado en la pared.

—N-no, por favor. —me asusté bastante.

—Este será tu castigo, pequeñín. Así aprenderás a obedecerme. —se colocó detrás mío y empezó a rozar el látigo por mis nalgas. —Te daré diez azotes y quiero que los cuentes conmigo. Uno... dos... tres...

¡Primer azote!

—Uno...

¡Segundo!

—Dos...

¡Tercer azote y aun más duro que antes!

—Tres... —hice una mueca de dolor.

¡Cuarto!

—Cuatro... —ahora me ardía la piel como nunca.

¡Quinto!

Mis pensamientos fueron interrumpidos debido a la presencia de Alex en mi habitación. Había entrado sin que me diera cuenta.

—¿Qué haces, Ethan? —me preguntó amablemente.

—Nada.

—Oh, ya veo. —dijo. —Solo vine a decirte que te queiro ahora mismo en el cuarto rojo.

Las clases del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora