Capítulo 1

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La voz de la señorita Mayers, mi institutriz, es lejana, mi mente solo vuela muy lejos de aquí, preguntandome tantas cosas que no sé si tendrían respuestas, ella ha iniciado con sus clases de etiqueta, debido a que inevitablemente mi coronación estaba a la vuelta de la esquina y ser un Rey ejemplar es todo lo que mis padres siempre han soñado, yo pensaba así también, pero ahora solo quisiera pasar el mandato de esa pesada corona a mi hermano.

— No me está escuchando, príncipe y eh de decirle que a la hora de saludar a las princesas y sus padres, sin saber como actuar, va a desear haberme escuchado —

Su voz siempre es suave y con un poco de autoridad, ella siempre va vestida prolija y sus atuendos suelen ser negros en su mayoría, yo tenia un profundo respeto por la señorita Mayers, pero en estos momentos lo último que quería escuchar era sobre cortejos con princesas qué no me interesaban.

— Creo que hemos estudiado mucho hoy, mi cabeza ya no está aquí, señorita Mayers ¿seguimos mañana? —

Pregunté con el tono de voz que siempre usaba a la hora de convencer a mis padres sobre algo que quería, ella asintió de mala gana y empezó a recoger sus libros con su característica elegancia.

— Espero que mañana su cabeza esté más fresca entonces, me retiro joven príncipe, encarguese de repasar los capítulos cuarenta y cinco y cuarenta y ocho del libro de bienes honorarios —

— Así será — prometí, sabiendo que no es cierto

Ella asintió por última vez y salió del estudio después de darme una reverencia corta, suspiré cuando ella se fue al fin y una sonrisa se formó en mi rostro cuando apresurado subí a mi habitación, en el camino choque con mi hermano, quien me vio asombrado por ir apresurado.

—¿Porque la prisa Changbin? — preguntó entonces con sospecha, su ceja subiendo de manera sugerente

— Nada, hermanito, cosas mías —

Riendo le dije, picoteando su nariz haciendo que se pusiera de mal humor.

— No te creo ¿a donde vas? —

Sonreí, si tan solo Han supiera a donde es que yo quería llegar con tantas ansias, lo había pensado hace un par de meses y decidí que quería descubrir el pueblo por mi cuenta, verlos en su estado natural y no en esos momentos tensos donde actuaban tan rectos al anunciar nuestra llegada.

— Quiero ir a montar un rato, así que si no te molesta—

Han cruzó sus brazos y me vio de manera nada confiada, pero terminó asintiendo y dándome campo libre para cruzar.

— Recuerda que eres el futuro de aquí, Changbin —

Advirtió por ultima vez antes de seguir su camino, lo seguí con la mirada, el tenía mejor postura que yo y en sus brazos siempre iba cargando un libro, tenía mejor modales y sus institutriz siempre alaban su buena memoria y su natural manera de poder conectar con cualquiera, yo era todo lo contrario, odiaba los libros, la señorita Mayers es la única que ha podido aguantarme por más de dos meses y poco me interesaban las cosas que tenían que ver con mandar el reino, anhelaba el momento en que padre decidiera pasar el mandato a Jisung, aunque sabía que solo era un sueño de niño y que eso jamás sucedería.

Me cambie lo más modesto que podía, me puse un par de pantalones negros, flojos de abajo y ajustados de la cintura hasta la mitad de las piernas, una camisa blanca metida dentro del pantalón y fajón café qué ajustaba mi cintura, zapatos cafés un poco desgastados y quité todas mis joyas de encima.

Me miré frente al espejo, riendo al ver que la ropa de Chan, mi mejor amigo y próximo general de tropa, me quedaba a la perfección, claro que la había agarrado sin su permiso y esperaba que él no se diera cuenta demasiado pronto.

Con una sonrisa entusiasta salí de mi habitación y esperé con ansias el momento de salir y averiguar que había más allá de los muros del castillo, después de todo aquello era la verdadera esencia de nuestro reino.

En los ojos del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora