Capítulo 2

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— Vuelva pronto, señora Anhyeon —

Sonreí hacia la mujer de setenta años que gustosa apretó mi mejilla de manera cariñosa antes de al fin partir con su bolsa llena de pan recién hecho.

— Volveré solo porque eres un amor, Felix —

Ella prometió, miró alrededor de la panadería y al ver que no había nadie cerca, se acercó un poco más a través del estante que nos separaba.

— Toma, cariño, escuché que tu madre ha empeorado, no es mucho pero puede servirles —

Asombrado miré las monedas de plata en sus manos, la señora Anhyeon era una viuda de un antiguo general, por lo que recibía la pensión de su ex marido muerto, pero jamás imaginé que sería tanto y que ella lo estuviera regalando así como así, me dejaba impactado.

— Oh, no señora, es muy gentil de su parte pero no puedo aceptarlo —

Lamente declinando su amabilidad con una sonrisa, ella negó, halando mi mano y dejando las diez monedas en mis manos.

— Anda, Felix, sabes que lo hago porque así quiero, no seas desobediente con tus mayores —

Me advirtió ella entonces, sonreí apretando las monedas contra mi pecho, la cantidad de medicamentos que nos darían por ellas, podrían recuperar a mamá de manera más rápida, nosotros no hacíamos mucho dinero en la panadería, en especial porque muchos clientes habían dejado de venir cuando yo me negaba a sus propuestas de matrimonio con sus hijas.

— Está bien... Pero me dejará colocarle más pan en su bolsa entonces —

—¿Qué haré con tanto pan, niño? Déjalo así, si tanto quieres ayudarme, te dejaré acompañarme a mi casa—

— Me parece justo —

Dije alegre, guardé las monedas en mi lugar secreto y salí detrás del mostrador, dejé mi delantal colgado encima del mismo, extendí mi brazo hacia la señora Anhyeon y juntos salimos de la panadería después de cerrarla temporalmente, la señora vivía en las últimas casas del pueblo, era coja de la pierna derecha y por eso usaba un bastón para ayudarse en sus pasos, así que me sentía muy contento de ayudarla a llegar a salvo a su hogar.

— El cielo está muy lindo hoy, quizás es porque algo nuevo sucederá —

Miré entonces hacia el cielo, estaba despejado, no había ni una nube siquiera, el sol resplandecía y el aire se sentía fresco inusualmente ante tan cálido clima, sí, sin duda era un buen día.

— Espero que sea así, quizás sea la noticia que mamá está mejorando, ya no quiero verla tan decaída —

Al ver que mi estado de ánimo bajó con ese pensamiento, ella me apretó el brazo qué sujetaba en signo de consuelo, la miré, su rostro arrugado por la edad me contemplaba con sumo cariño fraternal, después de todo ella me había visto crecer, era como una abuela para mí.

— Ya verás que sí, eres un muchacho muy especial, Felix, también bondadoso y amable, la joven que se casé contigo tendrá al mejor hombre de este reino—

Reí fuerte por su ocurrencia, todas las personas cercanas a mí seguían repitiendo eso, que debería desposar a una joven y formar una familia, que ya debería de dejar el ala de mis padres, pero a mis dieciocho años eso no se veía muy bien para mí.

Iba a contestar, pero el relinchar de un caballo que venía a toda furia contra nosotros me impidió hacerlo, abrí los ojos asombrado y quité a la señora Ahyeon antes de que pudiera golpearla, tomé las riendas del caballo como pude y el relinchó en dos patas ante mi agarre; lo sujeté más fuerte y de a poco se fue calmando, era un caballo negro de pecho blanco, brillante y de larga melena, los pueblerinos jamás tendrían un caballo así a menos que fueran un noble y me pregunté de quien sería dicho animal.

— ¿Está bien señora? —

La miré y ella asintió aun asustada en donde yo la había dejado.

— ¿Tu estas bien? —

Preguntó entonces señalando mi brazo, observé hacia ahí y fue entonces que me di cuenta que el caballo me había golpeado en su relinche, aún así estaba bien y solo pude asentir y sonreirle para aliviar su preocupación.

Un hombre joven de buen vestir bajó entonces la colina, venía agitado y se detuvo justo al lado del caballo, revisándolo por todas partes, sus ojos entonces chocaron con los míos y el me miró de mal humor.

— ¿Qué haces con caballos ajenos? ¿Acaso no te enseñaron a respetar? —

La furia vino a mí y le solté su feo animal, empujandolo por el pecho ante su estupefacto.

— ¡Eres un malnacido! Este animal casi arrolla a la señora aquí presente y tu lo único que haces es reclamarme por detenerlo —

Fue entonces que el miró a la señora Anhyeon y pareció apenado, me crucé de brazos esperando su disculpa, más esta nunca llegó, el solo se acomodó su ropa y se subió al caballo nuevamente.

— Bueno, es que no sabía que habían tantos animales salvajes en ese camino —

— Porque no es el camino al pueblo, es el bosque, tarado—

Mi insulto lo descolocó, más solo me miró mal y le dio rienda a su caballo hacia el centro del pueblo, murmuré un insulto y decidí seguir el camino con la señora Anhyeon nuevamente.

— Ese muchacho... Que poco respeto hay hoy en día —

Dijo ella, negando con desaprobación, yo estuve de acuerdo y me pregunté entonces quien sería ese sujeto, se veía de buen vestir y su caballo era un animal caro, parecido a los de la guardia real, un noble sin duda alguna, más si buscaba el castillo estaba por la dirección equivocada y esperaba siguiera perdido, era un malnacido envuelto en un envoltorio galante, pero un malnacido al fin de cuentas.

En los ojos del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora