Capítulo 4

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Furioso fui hasta donde ese chico odioso y arrebaté el cuadro de sus manos "El volar hasta el final" era una de mis obras favoritas, la pinté a los quince, cuando el sentimiento de la muerte vino a mí la noche que mi abuela falleció y el entendimiento de la misma fue lo suficientemente profundo para yo inspirarme y pintar un cuadro.

Ahora ver a este tonto engreído con mi cuadro, me enfureció tanto como nunca antes, más al ver su mirada de aburrimiento y lo que parecía ser ofensa al ver que lo dejé con las manos extendidas .

— Es mío, yo lo compré — altanero dijo

Enrojecí más de la furia y lo vi como un vil mentiroso, que es lo que era, negué apretando el cuadro en mi pecho.

— ¡Mientes! ¿Porque eh de creerte?—

— ¿Que sucede?—

La voz de mi padre nos sacó de nuestra trifulca de miradas enfurecidas, la suya marrón era aún más profunda cuando me miraba tan enojado y esperaba que la mía transmitiera aunque sea un poco de lo mucho que sentía ahora .

— Sucede, que este rufián, por no decir otra cosa, ha quitado la pintura de la pared y ha estado a punto de llevarla ¡míralo padre, haz algo!—

El pelinegro se veía tan desinteresado en mis réplicas, sus brazos cruzados y viendo a mi padre solamente, mi padre entonces se acercó a nosotros y miré victorioso al musculoso chico, pero entonces toda burla desapareció de mi cara al ver que era hacia a mi que venía, quitando el cuadro de mis manos sin tantos rodeos, para luego dárselo a él que me vio victorioso.

— Lamento la ofensa de parte de mi hijo, mi Lord, Felix — fue entonces que se dirigió a mí, viéndome con dureza — discúlpate con él—

Abrí mi boca con asombro, no creyendo aún que mi padre me pidiera tal barbaridad, el desconocido se rió entre dientes, yo le volví a sacar el cuadro de sus manos y él luego procedió a volver a actuar como un pobre ofendido.

— Si, Felix, hazlo, merezco una disculpa por tu arrebato y por tus insultos injustos —

Abrí mi boca atónito, ese hijo de perra...me las pagaría, mi padre me veía con insistencia, sus ojos mieles me pedían con urgencia que obedeciera y así lo hice.

— Lo siento ¿ok?—

— No me parece sincera pero la tomaré, devuelve mi cuadro —

Apreté otra vez el cuadro en mi pecho, esta era una de mis obras favoritas, la pinté con tanto esmero y sentimiento que entregarla se sentía como un peso en mi corazón, apreté los labios con enojo y se lo cedí al fin, su sonrisa me pareció una puñalada en el pecho.

— Muchas gracias, ahora, tu padre dijo que tu haces los cuernos de mermelada, quiero una docena ahora mismo—

Abrí los ojos con asombro, una docena de cuernos era igual a una moneda de plata, tanto dinero que ni un granjero trabajando todo el año podría tenerlo, cada vez me convencía que este era un noble de camino por el pueblo pero ¿quién era y que hacía aquí?.

— Ahora mismo los tendrá listos, mi Lord, puede esperar aquí mientras le traigo una taza de café con leche —

— Con tres cucharadas de azúcar — le señaló a mi padre que asintió corriendo dentro de la cocina

Yo lo ignoré al caminar por su lado aún cuando sentía su mirada sobre mí, me puse manos a la acción a buscar las cosas para la masa y demás ingredientes, sentía que cada movimiento mío estaba siendo custodiado por él y no me debió parecer correcto.

— ¿Siempre eres tan hostil o soy uno de los pocos afortunados?— preguntó con sarcasmo cuando volteé para tomar la mermelada de fresa

— Él único en realidad — sonreí con ironía y rodé los ojos cuando el sonrió en grande, era tan irritante

— Humh, a pesar que tu padre dice que eres tan amado en el pueblo por ser alguien amable y servicial, conmigo no te has portado más que como un burro así que no se a quien creerle—

Lo miré, el ya me miraba y al fin fue que lo observé a detalle, era un poco más bajo que yo pero solo por algunos centímetros, sus ojos eran cafés y muy afilados, como los de un dragón, tenía una cicatriz bajo su barbilla y sus labios eran pequeños en forma de corazón, piel pálida que daba a relucir su falta de trabajo en el campo y cabello negro y espeso totalmente lacio, tenía músculos en los lugares donde era un deleite apreciarlos, piernas anchas y fuertes y su pecho era muy ancho, como una almohada en la que podías dormir, creo que me quedé demasiado tiempo observandolo porque levantó una ceja en signo de pregunta y a tiempo mi padre entró al fin con su café.

— Disculpe la demora, mi Lord— papá le dejó la taza en la mesita con una reverencia, jamás lo había visto siendo tan cortés

— Gracias— él sonrió entonces con cortesía en verdad sincera no mal disimulada como me las daba a mi

Mientras preparaba la masa ignoré su platica con mi padre, hornear era para mí uno de mis mayores deleites, me gustaba preparar mis panes con tanto amor y a la vez perderme en mis más profundos pensamientos mientras lo hacía, me ayudaba a despejarme y quizás a entretenerme y no pensar en mí madre postrada en cama que cada vez parecía más enferma.

Los metí al horno y me senté al fin después de estar de pie toda la mañana y medio día, mis pies dolían y aún así todavía me faltaba ir a dejar unas ordenes a la casa de algunos clientes, antes tenía un caballo con una carreta, su nombre era Morris, pero tuvimos que venderlo cuando la situación de mamá fue más grave.

— Ya están listos, ten—

Los metí en una bolsa de papel cuando estuvieron listos después de cuarenta y cinco minutos, tiempo en que él se la pasó entretenido con mi padre que ahora había salido a darle su medicina a mamá.

— Gracias, Felix, ten por seguro que volveré por más de ellos y espero que esta vez no me toque esperar a que los hornees—

Tomó la bolsa de mis manos y sonrió una última vez para ir a tomar mi antiguo cuadro y ponerse en marcha a la puerta, él es tan irritante y a la vez me llama tanto la atención que se siente arriesgado que siga demasiado cerca.

En los ojos del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora