Capítulo 7

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Volver al pueblo se hizo para mi una costumbre, claro que era sermoneado por Chan cada vez que su ropa solía desaparecer, pero no solía poner demasiados peros cuando yo le entregaba su recompensa por su silencio, cada vez que volví al pueblo también visité a Felix, solíamos hablar de muchas cosas, en especial de sus pinturas, pero de pronto un día el matrimonio se coló en nuestra conversación y fue entonces que él me contó sus aflicciones.

— Estoy cansado que todos quieran casarme con sus hijas, el reverendo, el granjero, el carnicero y el curandero, nadie entiende que mi deseo no es formar una familia, yo quiero ser libre y quizás poder buscar algún pintor que me tome bajo su tutela, también quizás algún día pintar para el rey—

Quedé un momento en shock cuando él dijo eso, al parecer Felix y yo teníamos muchas cosas en común pero me sorprendió mucho el echo que el quería pintar para mi padre o para mi ¿qué debería decirle? Me quedé sin habla y sus ojos cafés me ponían nervioso justo en este momento.

— Pintar para el rey ¿qué tan importante sería para ti?— me atreví a preguntarle

Él sonrió y bebió de su café, el cual compartíamos en su casa, su padre había salido a traer suministros para la panadería y como su madre ya estaba un poco mejor, tejía en su alcoba así que solo éramos nosotros, el cómodo silencio y un delicioso café acompañado de su dulce compañía.

— Muy importante, las personas que pintan para el rey son alardeadas por los reinos vecinos, podría darme fama como pintor, Chan, ya no ser solamente el hijo rebelde del panadero —

Sonreí por su descripción y es que él no se equivocaba, así es como lo describían los señores rencorosos que no aceptaban que Felix no quería casarse con sus hijas, a mi me parecía que él tenía una fortaleza muy grande y también mucha valentía, yo jamás sería capaz de hacerlo.

— Verás que un día pintarás para el rey Seo Changbin, escuché que le fascinan los cuadros de animales y tú pintas muy bien esos — lo animé

— Oh, pero no quiero pintar para el príncipe Changbin, él es un engreído y privilegiado que no sabe lo que tiene, a dos de mis amigos los expulsó de su guardia sin razón alguna, Hyunjin fue atacado por su culpa, eso ocasionó una sordera permanente en él, Jeongin quedó cojo por ese ataque también, los del pueblo decidieron que si el engreído príncipe no los quería era por una razón contundente así que decidieron darles una lección, mi rencor por él es muy profundo, jamás quiero verlo siquiera —

Abrí mis ojos con asombro, Felix, la persona con la que había compartido tantas charlas amenas y por quien sentía un profundo cariño me tenía un rencor tan profundo que sus ojos cafés se volvían negros al hablar de mi, tragué el nudo en mi garganta y decidí que cambiaría la plática luego buscaría la manera de solucionar ese terrible problema, porque yo ni siquiera recordaba haber echo tal cosa.

— Eso es terrible Felix ¿pero no crees que el príncipe no es del todo culpable? Después de todo los pueblerinos fueron quienes los atacaron—

Felix bebió más de su café y negó con una sonrisa que era de todo menos gentil.

— Chan, envíe una carta al príncipe con la intención de aunque sea les diese una indemnización o algún comunicado que dijera que ellos no habían echo nada y así el pueblo los perdonará ¿sabes que fue lo que recibí como respuesta?—

Negué, yo no tenía ni la menor idea de lo que Felix estaba hablando ¿quien despedía gente y respondía cartas en mi nombre?.

— Una sucia moneda de plata, Chan, con una pequeña carta en donde decía que se libraba de todo pecado que fuera echo en contra de Hyunjin y Jeongin, el muy idiota ni si quiera se disculpó, solo se lavó las manos y desde entonces Hyunjin y Jeongin viven en muy malas condiciones —

— Eso, eso es terrible, Felix—

Tragué el nudo en mi garganta y sentí mis ojos picar ¿quien estaba haciendo estas cosas? Y lo más importante ¿ qué más cosas habían echo en mi nombre?.

— Oh, chicos, pensé que ya habían terminado de charlar—

El papá de Felix entró con una sonrisa, traía cinco costales de harina que dejó en una carretilla frente a la panadería, también traía muchas otras cosas en ella, Felix y yo no levantamos ayudarle y al salir fue que me percaté que la tarde había caído y necesitaba volver al castillo.

— Gracias, chicos— sonrió y nos mandó a sentar pero no lo hice — iré a preparar la cena ¿te quedarás cierto Chan?—

Él y Felix me miraron en busca de una respuesta que lastimosamente tenía que dar por negativa, cosas como estas me hacían desear una vida normal donde podría quedarme a cenar en casa de un buen amigo y salir a pasear con él por las noches, pero en mi realidad eso era algo que no podía pasar.

— Gracias por la invitación, pero tengo que llegar a casa y cumplir algunos deberes, nos vemos luego ¿si?—

— Bueno, hijo, que tengas un buen camino—

El señor Lee se perdió por la puerta hacia la cocina y Felix me acompañó a la puerta, me sonrió y se abrazó a sí mismo al sentir el frío de la media tarde.

— Siempre vuelves antes de las siete ¿algún día me dirás dónde vives?—

Su sonrisa, el brillo en sus ojos con la claridad del atardecer eran unas de las pocas cosas que me daban ganas de gritar y mandar mis obligaciones por la borda ¿cuando podría dejar de mentirle a Felix? ¿Acaso podría hacerlo? Después de todo Felix odiaba a mi verdadero yo, sin embargo estaba dispuesto a hacerlo ver mi verdadera personalidad y quizás así no ganarme su rencor al revelarse todo si alguna vez me atreviera a decirle la verdad.

— Ya te dije que más allá del castillo, Felix, siempre tengo que volver a esta hora por mis obligaciones de noche, algún día te llevaré y te presentaré a mis amigos y padres ¿qué dices?—

Mi tono entusiasta lo convenció y asintió sonriendo solo como él podía, sus pecas resaltaban más cuando lo hacía y se veía..... espléndido .

— Lo estaré esperando Chanie—

Nos despedimos y esa tarde mi regreso al castillo se sintió más turbulento que otras veces, yo tenía que averiguar quien estaba haciendo cosas ruinas en mi nombre y sobretodo, tenía que hacerle ver a Felix que Seo Changbin no era esa persona a la que él odiaba.

En los ojos del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora