UN DESASTRE HERMOSO

212 18 9
                                    

Al día siguiente, sentí una mezcla de nervios y anticipación que me tenía inquieta desde el momento en que desperté. Jungkook había sido distante toda la tarde y aunque lo entendía, no podía evitar sentirme culpable. Sabía que lo que estaba a punto de hacer no sería fácil para ninguno de los dos.

Billie había prometido que hablaríamos, y yo había accedido, sabiendo que esta conversación no solo era inevitable, sino necesaria. Aún no estaba segura de cómo se daría todo, pero sentía que si no enfrentábamos lo que quedaba entre nosotras, jamás podría estar en paz, ni con ella, ni con Jungkook.

Sonó mi teléfono, rompiendo el silencio de la habitación en el hotel. Era un número desconocido, pero lo sabía. Era Billie. Mi corazón dio un vuelco cuando vi la pantalla iluminarse. No dudé en contestar, aunque mis manos temblaban un poco.

- ¿Hola? -saludé tratando de sonar calmada, aunque por dentro el caos era innegable-

- Soy yo… Billie -susurró, como si todavía no pudiera creer que me estaba llamando. Hubo un breve silencio antes de que continuara- Sigo aquí, en Argentina. Alquilé un carro. Quiero… -escuché un leve suspiro desde el otro lado- No, necesito verte. Voy a pasar por ti.

Mi mente se aceleró. El recuerdo de nuestra conversación en Coachella, de todo lo que no habíamos resuelto, me golpeó como una ola. Y ahora estaba aquí, frente a una decisión que sabía que podía cambiar todo.

- Billie, no creo que sea buena idea -susurré, intentando mantenerme firme- Jungkook…

Ella me interrumpió antes de que pudiera terminar.

- No me importa lo que piense Jungkook -dijo, su voz más firme esta vez- No estoy aquí para causar problemas, ni para hacerte elegir. Solo necesito hablar contigo. Solo… deja que lo intentemos, ¿Sí? Al menos por una noche.

Hubo algo en su tono, una mezcla de urgencia y vulnerabilidad, que me hizo dudar. Sabía que no debería. Sabía que había tantas cosas en juego, pero mi corazón, ese que aún latía por ella en los momentos más inesperados, me estaba llevando en otra dirección.

- Está bien -cedí finalmente, cerrando los ojos un momento- Pero solo hablar, Billie.

Ella dejó escapar un suspiro de alivio, como si hubiera estado conteniendo la respiración.

- Solo hablar -confirmó- Te paso a recoger en una hora.

Cuando colgué, me quedé sentada en la cama, tratando de procesar lo que acababa de hacer. Sabía que estaba caminando por terreno peligroso, pero algo en mí necesitaba esa conversación tanto como ella.

-

Una hora después, escuché el claxon del auto desde afuera del hotel. Tomé un abrigo y bajé, tratando de convencerme de que esto no significaba nada más que una charla.
Pero cuando vi a Billie en el asiento del conductor, su rostro iluminado por las luces de la calle, sentí ese punzón en el pecho. El mismo de siempre, otra vez.

Me subí al auto en silencio, cerrando la puerta suavemente detrás de mí. Billie me miró detenidamente a los ojos y luego, arrancó sin decir nada al principio, pero la tensión entre nosotras era notable.

- Gracias por venir -dijo finalmente minutos después, su voz baja, rompiendo el silencio-

- No es fácil, Billie -respondí, mirándola de reojo- Sabés bien que no lo es.

Ella asintió, su mirada fija en la carretera.

-Lo sé. Pero no podía seguir así, sin hablarte. Desde que te vi con él… he estado pensando en ti, mucho más de lo que acostumbro a hacer... Incluso, soñé contigo.

LIBERTAD PARA AMARLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora