Acaricio la zona herida con su palma, aun le dolía un poco, pero podía soportarlo. Giro la cabeza al sentir otra caricia en su rostro, la palma del simio se alejo al ser visto.
—Estaré bien. Pudo ser peor.
Ash acercó su brazo de nuevo, pero esta vez a la zona de su hombro. Tocaba una mancha negra que estaba allí desde hace rato, Elena dirigió su mirada a la zona.
—No es una mancha de tierra. Estos son pecas... —levantó la manga de su suéter mostrando su piel— Aquí hay otro. De hecho tengo muchos...
Brinco en su lugar al oír golpes contra algo de metal, ambos vieron a Rocket destruir un arma con una roca cerca de ellos. La humana abrazo sus piernas y se fue acostumbrando al sonido que provocaba el simio.
Su amigo primate solo observo a su padre en el labor de romper la pistola que antes le disparo. Volvió sus ojos a la castaña, ella miraba el fuego cerca de sus pies como algo interesante. Estaba perdida en sus pensamientos.
—Lamento que Ash fuera herido por mi culpa... —hablo la adolescente hacia el simio mayor. Rocket dejó la roca para verla, teenía las facciones arrugadas, algo molesto. Y Elena podía notarlo— Si no se hubiera molestado en protegerme quizá todo pudo resultar diferente. Pude intervenir y hablar con ese hombre, poder evitar que lo lastime, pero me asuste... Lo lamento.
—No pertenecer aquí.
—Sigo con entender sus señas. Aunque... viendo su rostro puedo descifrar que esta molesto. Y seguro conmigo —la joven humana giro el cuerpo para tener de frente al simio adulto. Cruzo las piernas para mayor comodidad—. Créame cuando digo que me arrepiento de haber huido, quizá luchar con él o llegar a un acuerdo y que bajara el arma. Entre en p-panico...
Unas lagrimas se acumulaban en sus ojos hasta volver su visión algo borrosa.
—Pero jamás luche con alguien. No sé pelear ni defenderme como ustedes. Le tengo miedo a muchas cosas... ¡Pero quiero cambiar! Lo intento, de verdad. Este golpe lo demuestra, ¿no? —apunto su mejilla aun herida. Ya ponía verse como claridad el morado y verde del hematoma— Intenté que se fueran, pero todo resultó al revés... Jamás dejaré de tener miedo.
Bajo los brazos y regreso a abrazar sus piernas, ocultando su rostro en medio de las rodillas. Esas gotas saladas ya bañaban su rostro.
—Ni siquiera pude defender a Ash como quería...
El ulular del nombrado llamó la atención de Rocket, dirigió sus mirada verde hasta su hijo, luego de nuevo hasta la humana.
—Quería devolverle el favor por cuidarme todo este tiempo. Lamento que haya sido herido por mi culpa...
Elena cerró los párpados dejando que las lágrimas terminaran de bajar. Apretó los dientes por coraje, sentía ira de solo poder ser una dama en peligro, alguien siempre debía cuidarla.
Jamás iba a cambiar.
Uh.
Levantó la cabeza.
Rocket le estaba alcanzando una roca grande, la acepto y sus manos fueron tomadas por las del simio, terminaron encima del arma y el primate dio un asentimiento con la cabeza.
Una sonrisa apareció en sus labios.
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Elena trepó la gran roca con cuidado y se sentó al lado de simio, la mayoría ya estaban en sus hogares o en últimos trabajos que hacían. Al menos ella pensaba que pasaba eso, aún no entendía como funcionaba todo en la Aldea.
—Gracias por dejarme volver.
—No agradezcas.
La castaña se entretuvo con la manga de su ropa, quería decir más, varias preguntas, pero no sabia por cual comenzar.
—¿Si volveré aquí, cierto? No debo irme con los humanos, ¿o si?
César dejo de tallar una lanza de pesca, giro la cabeza hasta la joven, quien al sentirse observaba se puso más nerviosa que antes. Esa mirada verde le ponía los pelos de punta.
—Yo... Bueno... Realmente quisiera estar con más personas, pero también con Ash. Es mi amigo...
—Humanos terminar trabajo. Irse después.
Abrazo su propio cuerpo y desvío su mieada a otro lado formando una mueca— Lo sé...
—Poder... visitar simios.
De igual forma en la que volteo, volvió a girar con rapidez enfocando sus ojos en el simio líder. Un destello apareció en esos azules de su mirar, no pudo contener una sonrisa.
—Gracias, César... —le dio las gracias al simio. Se puso de pie al ya tener un peso menos en sus hombros y se dedico a bajar de nuevo las rocas.
Aunque en un descuido su pie resbaló y su cuerpo perdió equilibrio. No iba a lastimarse mucho al caer, pero prefería no tener más heridas en su cuerpo.
—Santo cielo... —miro hacia abajo. Su corazón latía bastante rápido, apretó su agarre en el brazo del simio. Apretón que la salvo de caer desde lo alto, regreso su mirada a César. Mantenía esa mirada relajada, pero sería en su rostro, como si ya se esperara esa torpeza suya de caer.
El corazón palpito con fuerza otra vez.
—Tener... más cuidado.
—Ah. S-Si... Gracias.
Un simple jalón la volvió a dejar sobre la roca, cuando ya estuvo estable y lejos de la orilla se permitió controlar su respiración irregular.
—¿Puedo pedirte un favor? —consulto con timidez. Temía que cualquiera que fuera su respuesta le dejara en ridículo y con un ambiente que se oodría cortar con un tijera. El asentimiento del simio le dio vía libre— ¿Tu puedes... enseñarme hablar con las manos?
—¿Señas?
—¡Si! Si, señas... Me gustaría poder entenderlos y hablar como ustedes lo hacen —se encogió de hombros. Jugaba con sus manos evitando ver al primate frente a ella—. De hecho, quisiera pedirte que me ayudes a traducir unas palabras... ¡Prometo que aprenderé rápido!
César quedo viendo a la humana, ese azul en su mirada se volvió intenso cuando por fin decidió voltear a verlo.
Era determinación.
—¿Podrás... ayudarme?
Dudo.
Pensó.
Acepto.
Asintió.
Elena se emocionado al verlo mover la cabeza de arriba abajo, iba a aprender lenguaje de señas.
No podía esperar para mostrarle a su amigo.
Alto. ¿Realmente lo haría?
¿Aprender lenguaje de señas por alguien?
Cada que lo pensaba no evitaba ponerse feliz con ello, ¿pero por qué emocionarse tanto?
¿Tan importante era?
Siguió los movimientos en las manos de César, sin apartar la mirada los fue copiando.
