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Giro sobre su cuerpo varias veces, había mucho espacio a su alrededor, abrió sus párpados de golpe y levantó la mitad de su anatomía con los brazos. Miró ambos costados, se encontraba sola en el gran nido, tomó asiento y aparto la piel de animal de encima.

Escuchaba a los simios afuera, acomodo su cabello en una coleta baja y decidió salir, los chimpancé daban vueltas por la pequeña Aldea, acaricio su brazo sintiéndose incomoda.

Aunque le resultaba raro no ver tantos simios.

Uh, uh.

Volteo encontrando a la madre de Ash a sus espaldas, le extendía un cuenco de madera con comida, trozos de fruta y medio pescado.

Curioso.

—Muchas gracias. —sin saber como agradecer mejor, inclino un poco su cuerpo y busco un lugar cómodo donde comer. Se acomodo al frente de una fogata y comenzó a comer, aunque luego de minutos ya sentía miradas encima.

Levantó la mirada alcanzó a ver algunas crías de simio ocultarse tras una roca. Sonrío un poco, dejó su tazón de comida a sus pies y espero a verlos de nuevo, oyó sus ululares y dos comenzaron a acercarse.

—Soy Elena. —su voz los asusto un poco, uno de ellos retrocedió. Pero el otro siguió allí parado, con sus pequeños brazos atrapó el alimento y comenzó a devorarlo. La castaña estiro el brazo rozando el pelaje del pequeño simio, se emociono al no verlo huir.

Tuvo el valor de levantar su cuerpo y dejarlo encima de sus piernas, el pequeño se notaba tranquilo y entretenido con la comida. Sonrío y acaricio el pelaje de su pierna, sintió otro peso en su espalda, giro la cabeza encontrando otro chimpancé. Estaba jugando con su cabello, otro y otro empezaron a acercarse a ella hasta rodear su cuerpo.

Dejo de divertirse con los simios al oír el galope de varios caballos, fue dejando a los pequeños simios con cuidado en el suelo.
Se puso de pie alejándose del fuego, no sabía que podría o no hacer en la Aldea, hasta dudaba de si podía estar aún allí.

Cientos de simios entraron en la colonia y se esparcieron por todos lados, se alegro de distinguir a Ash entre ellos, cuando el simio quiso ir hasta ella otro se puso en frente. Elena bajo la mirada intimidada de su presencia, César la observo otros segundos hasta que decidió hablar.

—Irte.

Parpadeo confundida por su palabra, elevo la cabeza— ¿Que?

—Irte. Con grupo humano. Bajar a la ciudad...

—Pero, yo... —busco ayuda en su amigo simio, pero estaba hablando con su padre.

—No complicar. Cosas. No pondré en peligro... mi Aldea. Vete.

César dio la orden y se dirigió a su hogar, Elena dejó caer sus hombros. Limpio unas lagrimas que se asomaban por sus ojos y fue directo a buscar sus cosas.

No sabía que esperaba. Estaba claro que no pertenecía allí, ellos eran simios y ella una humana. Colgó su bolso en su espalda y salió de allí lo más rápido que pudo, tampoco quería saber que sucedería di ignoraba la orden de César.

Uh.

Cerro los párpados con fuerza, suspiro y se dio la vuelta encontrando al joven simio.

—Debo irme, Ash. Pidieron que me vaya con los humanos, a la ciudad. —apunto hacia afuera con el brazo.

—Quedarte. Conmigo.

—Ya deja de hacer eso —sacudió sus manos refiriéndose a las señas—. Sabes bien que no las entiendo...

Freckles | 𝘼𝙨𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora