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Apresuro los pasos dejando atrás a su amigo quien lo llamaba, Ash dio la vuelta una vez solo para decirle que se apresure, Ojos Azules resoplando obedeció y se dirigieron al edificio abandonado.

Dudo que el animal siga allí.

—¿Que animal? —el de tez oscuro cuestiono su pregunta.

El hijo de César señaló la tienda detrás de él, el chimpancé abrió la boca al pensar lo que dijo y contestó en señas.

Animal si. Seguir allí, estoy seguro. Espera aquí.

—Te acompaño —Ojos Azules quiso pasar por su lado y dirigirse a la entrada. Pero Ash se levantó en sus patas traseras y detenerlo con ambos brazos en sus hombros—. ¿Que sucede?

—Asustarse si vamos los dos. El animal... Entrare yo solo. Espera. Aquí.

Apunto el suelo con firmeza y retrocedió para entrar él, vio de soslayo que Ojos Azules no lo siguiera. Al verlo en el mismo sitio se apresuró a ir a la bodega del fondo, todo seguía igual que la otra vez, cosas tiradas en el suelo.
Soltó un pequeño ulular queriendo saber si había una contestación, pero solo había silencio. Confundido chequeo el lugar lo más que pudo, pero todo se encontraba vacío.

La humana se había ido.

—El que está afuera... ¿viene contigo?

Ash volteo en un corto salto, su larga cabellera se hacia ver cuando la anatomía de la chica aparecía detrás de un pasillo. Sus palabras murmuradas fueron oídas por el chimpancé. Al dejarse ver por completo volvió a preguntar.

—¿Vienes con el otro simio? El de ojos azules, ¿es tu amigo? —Ash afirmó moviendo la cabeza. Ella se relajo, cruzo los brazos— Temía que te haya seguido. Me escondí pensando que era otro animal y luego el esta allí fuera y ahora te veo a ti.

¿No entiendes lo que digo? Señas.

—Si pides comida no tengo nada —contestó la joven—. Iba a rebuscar por aquí...

El chimpancé rasco su cuello viendo ambos lados. Si la humana no lograba entenderlo las señas no servirían, observo la entrada a su amigo vigilando el camino dándole la espalda al lugar.
Él jamás hablo, se acostumbro tanto a las señas que cuando intentaba usar su voz le costaba demasiado. En la Aldea todos se comunicaban con señas, pocos soltaban una que otra palabra.

—¿Son solo ustedes dos o hay más? —Ash giro hacia ella— ¿Hay más simios cerca? —su pregunta salio con un tono de preocupación. El simio asintió. Le resultó raro verla sacudir su cabello, poso ambas brazos en su cintura— No, no, no. Debo irme...

Siguió sus pasos cuando ella se adentro a la bodega de atrás, rebusca entre las cajas hasta sacar un bolso. Miro dentro moviendo los objetos que tenía, una vez segura que estaba todo allí volvió a ponerse de pie. Ash la llamo con ululares suaves, queriendo saber que estaba por hacer, pero si la humana no entendía, la comunicación jamas existiría.

Ella salio de la gasolinera espantando a Ojos Azules quien comenzó a gritar por su amigo, Ash salió detrás de ella siguiéndole los pasos y llamando por la joven.

—¡Ah! —su repentino alarido fue causado al sentir un peso sobre ella y ser derribada al suelo. Cubrió su cuerpo con ambos brazos, Ash comenzó a ulular sin darse cuenta lo que causó en ella.

¿Que haces, Ash? ¿Quien es ella? ¡Es peligrosa!

El simio ignoro las preguntas de su compañero, volvió su mirar a la chica bajo su cuerpo presa del pánico. Su rostro estaba manchado con tierra y su cabello esparcido en todos lados, respiraba de forma agitada y temblaba. Elevo sus manos temblorosas hacia Ash, abrió poco a poco sus ojos llorosos enfocando al chimpancé.

—T-Tranquilo... Esta bien. No me iré... No me.. lastimes.

Ash libero a la chica y volvió medio arrastrada de nuevo a la tienda, alcanzó a verla esconderse en el mismo lugar donde la encontró la primera vez. El simio ululo bajo confundido por su actitud y palabras, no quería lastimarla. Solo saber a donde se iba y el por qué.

No quería causarle miedo.

Ash. ¿Quien es ella? Es una humana, puede ser peligrosa. Hay que avisar a mi padre y el resto.

Quedo viendo la puerta cerrada de la diminuta habitación sintiendo una presión en su pecho por su reacción.

—¡Ash! Vamos, debemos decirle a mi padre. —Ojos Azules lo llamo adelantándose por el camino.

Ignoro el llamado de su amigo, a paso lento se adentro al edificio y se dirigió hasta el fondo donde la bodega se encontraba. Abrió lentamente la puerta, escucho movimientos bruscos dentro, dirigió su mirada hasta la joven en una esquina sumida en pánico por verlo.

—Yo... Yo no me iré... Solo no me hagas daño... M-Me quedo... —sus ojos mostraban miedo, terror, por lo que el simio podría hacerle ahora.

Ash se acercó otro poco, estirando su brazo derecho hasta la chica quien se contrajo y cerró los párpados con fuerza. El dedo índice del chimpancé joven rozo la mejilla fría de ella, su piel era suave como porcelana.
Él no conocía la porcelana, pero si supiera y sintiera como es, así lo describiría.

Dirigió su mano por todo su rostro sintiendo la tersa piel de la chica en su tacto, pero ella sentía otro tipo de tocó. Ash estaba disfrutando sentir esa tez pálida, pero ella solo pensaba que era una forma desconocido, no podía describirlo.

Pero no le gustaba en absoluto.

Quería que él se fuera. Que la dejara sola.

Al ya no sentir la mano del simio en su cara, abrió uno de sus ojos. Ya no se encontraba en la habitación, inhaló fuerte y suspiro de la misma forma.

El simio al salir recibió todo tipo de preguntar de Ojos Azules, "¿quien era?", "¿que hacía alli?". Ash detuvo sus palabras poniéndose de pie, su amigo bajo los brazos parando sus señas.

Quiero pedirte un favor, Ojos Azules.

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Primero capítulo!

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Freckles | 𝘼𝙨𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora