|10|Final|

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Recobro el conocimiento de a poco, estiro los brazos agarrando tierra entre sus dedos y metiéndose en las uñas. Con un mínimo movimiento comenzó a sentir el dolor en todo su cuerpo, apretaba la mandíbula intentando no gritar. Alcanzo a voltear su cuerpo y terminar boca arriba, su visión era borrosa. Pero de igual forma todo estaba oscuro.

Vagos recuerdos empezaron a llegar a su cabeza como destellos, como si alguien le hubiera tomado fotos con flash.

—Ash...

Comenzó a arrastrarse en la tierra, cada movimiento era un infierno, no había lugar del cuerpo que no le ardiera. Era como si aplastaran su cuerpo con rocas, intento ponerse de pie pero fallo. Su cuerpo se desplomó contra el suelo, estaba segura que sus huesos crujieron. Las piedras en el suelo se clavaban en su piel como puñales.

Maldecía al responsable de tirarla desde la colina, detuvo sus movimientos unos minutos para recuperar el aliento, inhaló profundo y trató nuevamente. Apoyaba sus manos contra las rocas sin importar que luego le dejara marcas por la presión.

—¡Mierda! —pudo incorporarse quedando de rodillas. Levantó la cabeza y volvió a tomar oxígeno, todo su cuerpo estaba empapado en sudor y su rostro con lágrimas. Estaba segura que también rastros de sangre bajando por su cabeza.

Tomo suficiente valor, apoyo las palmas nuevamente en el suelo, reunió las fuerzas suficiente y de una sola vez se puso de pie. Gritaba por cada movimiento que hacía, desgarraba su garganta por el indescriptible dolor, su pecho subía y bajaba por cada calada de aliento.

Comenzó a escuchar pisadas a su izquierda, giro la cabeza rezando para que no fuera una animal. No tenía fuerzas ni para correr, entonces oyó voces, unas lagrimas ya bajaban por sus mejillas y sintió un gran alivio.

—Elena. Santo cielo...

Perdió el conocimiento.

—Esta porquería no enciende.

—Cálmate, amigo. Déjame intentarlo.

La luz era brillante, se removió en el suelo hasta poder abrir los ojos, sentía menos dolor así que tomo asiento, se encontraba en un muelle. A pocos metros reconoció a dos personas batallar para encender un bote.

—Foster...

—¡Elena! Que bueno que despiertas, ¿como te encuentras?

Sujeto su cabeza— Algo mareada. ¿Donde estamos?

—Es la armería de la colonia. Aquí guardamos armas, municiones y demás. Vamos, debemos irnos. —con ayuda del hombre fue puesta de pie y guiada al vehículo. Kemp la saludo de reojo mientras seguía con el motor del bote.

—¿Que esta sucediendo? ¿Y el resto? ¿Los simios?

—Ellos atacaron la Colonia, Elena. Encerraron a los humanos como prisioneros, iniciaron una guerra. Se apoderaron de todo...

Exhalo con pesadez, comenzó a negar repetidas veces.

—Escucha, escucha-...

—¡No! Eso es un error, César jamás provocaría una guerra.

—No fue César. Esto lo ocasionó el de cicatriz en la cara.

《Sintió un empujón en su espalda y comenzó a caer cuesta abajo con rapidez, cada parte de su cuerpo recibía un golpe o raspón.》

—Eso no... No tiene sentido.

—¡Ya pude prenderlo!

—Debes oírme —fue sujetada de sus hombros—. Tenemos que irnos, ellos son muchos y tienen armas... Es muy peligroso volver, podemos buscar otro lugar. No te dejaré aquí. ¿Lo entiendes?

Freckles | 𝘼𝙨𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora