Ajusto la liga de cabello en la punta de su cabello terminando de hacer una trenza, lo acomodo haciendo que ambas partes descansarán en sus hombros. Finalmente suspiro al terminar su trabajo, tener los brazos colgando por no llegar detrás de su cabeza era agotador.—¿Que tal me queda? Con el tiempo aprendí a hacerlas, es lo único que puedo hacer. Eso y conducir un auto.
—¿Sabes conducir?
—De niña veía muchas películas de carreras en auto. Y me sentaba en el asiento de copiloto en el auto de mi padre cuando manejaba... —sonrío acariciando una de sus trenzas— Y cuando ocurrió todo esto del virus me arme de valor para robar un auto.
El de tez morena apoyo su cabeza en la palma de su mano— ¿Puedo saber que paso con tus padres?
—¿Que más pudo ser? Ese virus. —murmuro su respuesta. Pero Foster la escucho con claridad. Al ver su expresión de melancolía supo que era mejor cambiar el tema.
—Bien —golpeó sus rodillas y se puso en pie—. Cuanto esto acabe y debamos volver te dejaré conducir.
—¿Que?
—Si. Siempre conduzco ese auto, y la verdad prefiero dormir en el viaje de regreso. Entre tu y yo... Kemp se quedaría igual de dormido que yo si va al volante.
Elena soltó una pequeña risa ante su última lración susurrada del hombre. Entonces sintió peso en sus hombros, levantó la cabeza y observo a Foster sin su impermeable.
—El clima aquí es algo frío. Úsalo, yo tengo otro en mi bolso. —dio la vuelta para volver a la presa. El descanso había terminado y había mucho por hacer.
—¿Foster?
El hombre volteo al ser llamado, Elena estaba de pie junto a la roca que usaba como asiento. Había algunos cabellos sobresaliendo de su peinado y se coloco bien el abrigo verdoso.
—Gracias...
Le dio una sonrisa como respuesta. Se dirigió a la entrada de la represa al mismo tiempo en que alguien salía, recibió una mirada fusilante por parte de ese simio. Pero al parar esos ojos verdes en la humana, comenzó a ulular y sacudir sus brazos en el aire. Cambiando por completo su semblante.
—¿No deberías estar ayudando al resto?
—Querer estar contigo... Divertido.
La castaña inclino un poco la cabeza, repitiendo las señas del simio en su cabeza, le costaba aún descifrar sus palabras. Hasta ahora eran preguntas cortar o lo que aprendió gracias a César.
—Sabes. Estuve pensando... Se que algunos simios pueden hablar, como César, Ojos Azules. ¿Tu no puedes? Me resultaría aprender mejor lo que dices si puedes. Aunque sea palabras.
Ash negó con la cabeza de un lado a otro. Elena suspiro bajando la mirada, volvió a sentarse en la roca y cruzo los brazos.
—Antes creí que... si podías. Escuchaba una voz en mi cabeza y pensé que eras tu. Supongo que siempre lo estuve imaginando. Me pregunto como sería tu voz...
El primate tomó asiento en el suelo frente a su chica, tomó su mano y comenzó la picar con su dedos algunas partes de su palma como algo entretenido.
—Eso se llaman pecas. Todos los humanos tenemos estos, puntos negros en alguna parte del cuerpo —explicó ella al ver porqué su amigo hacia eso. Tocaba las pecas de su mano con la suya—. Tengo muchas en la espalda y estomago.
—Pecas. Bonitas.
—Pecas... —ella imito la forma de su mano. —¿Lo hice bien? ¿Así se dice peca? —sonrío al recibir aprobación del simio— ¿Lo tuyo también son pecas? ¿O marca de nacimiento?
No recibió una respuesta. Uso su otra mano para tocar esas manchas blancas en los labios del simio, él se sorprendió un poco pero no retrocedió. Después de todo ella era su pareja, aunque aun no lo sepa, podía tocarlo como ella quisiera.
—Son como... pecas blancas. Aquí y aquí —paso su tacto de su rostro a su hombro—. Es raro. ¿Pecas o marca de nacimiento?
—¡Pecas! ¡Tu decir pecas, entonces lo son!
—¿Lo son? Dijiste pecas. —otro asentimiento la hizo reír un poco. Alejo su mano del simio.
—Ser esposa. Yo seguir lo que digas y yo proteger pareja. Pero esposa no revelar o dejar esposa.
—¿Que? Presiento que te estas burlando de mi aprovechando que aun no se las señas. Por tu bien espero que no sea así, Ash. —separo su mano que aún el simio sostenía y volvió a cruzarlos sobre su pecho.
Sus ojos pasaron de Ash a un pequeño grupo de simios dirigirse a la presa, volvió a estar de pie e ir en la misma dirección.
—¡Oye, Ojos Azules! —llamó al simio con su brazo en alto— ¿Puedes decirme si Ash... se está burlando de mi? ¿Todo esta bien? —cambio su pregunta al ver una mirada diferente en el simio, borro su sonrisa y ellos pasaron de ella. Como si nada, ignorandola.
Retrocedió unos pasos.
—Ash. ¿Paso algo? Ojos Azules se veía... ¿Ash?
Su amigo paso por su lado igual que el resto y le dio una mirada, exhaló, esos ojos le decían bien claro lo que debía hacer.
No vengas.
Curvo las cejas hacia arriba preocupada, volvió a quedarse sola en la superficie, jugaba con sus dedos y movía el pie todo el tiempo. No era bueno que se quedara sola, temía que algo pasara allí dentro y no pudiera hacer nada.
Pero tampoco era tan valiente para hacer algo.
En al menos tres minutos, quizá cinco, un simio salía rápido de allí con la cabeza baja.
¡Haz algo! Debes ser útil de algún modo. Ayuda igual que todos, vamos.
—Disculpa... —no se levantó. Simplemente hablo desde su posición— ¿Estas bien? Estas... herido. ¿Puedo ayudar?
El primate recobro la postura y camino hasta ella. Elena tuvo que levantar un poco la cabeza, apretaba sus labios y las manos le sudaban.
—Seguir... me.
—¿Que?
—Querer. Ayudar. Entonces... seguir.
—B-Bien. —se puso en pie para seguir al simio hasta el bosque. Conocía el camino, si lo seguían iban hasta la Aldea.
Ash salió como una bala de la presa, quería relajarse con su pareja luego de esa tensión entre Koba y César. Apenas puso un pie fuera miró sus alrededores, su sonrisa siguió unos segundos. Hasta que se borro por no encontrar a la chica en su lugar.
Soltó un ulular llamándola.
Pero desapareció.
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Elena?
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Freckles | 𝘼𝙨𝙝
Random𝔘𝔫𝔬. 𝔇𝔬𝔰.. 𝔗𝔯𝔢𝔰... 𝔓𝔲𝔢𝔡𝔬 𝔭𝔞𝔰𝔞𝔯 𝔢𝔩 𝔯𝔢𝔰𝔱𝔬 𝔡𝔢 𝔪𝔦𝔰 𝔡𝔦𝔞𝔰 𝔠𝔬𝔫𝔱𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔱𝔲𝔰 𝔭𝔢𝔠𝔞𝔰...