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Mingyu procesó las palabras una vez más, buscando desesperadamente otro significado.

¿Era posible? No, tenía que haber un error. Jeonghan no podía anunciarlo así.

"¡Tómenlo preso!" gritó el regente desde el estrado, su voz cortante como un cuchillo.

"Jeonghan..." Mingyu murmuró, su voz un hilo quebrado mientras intentaba encontrar una explicación a lo que estaba sucediendo.

Detrás de él, se desenvainó una espada, seguida de un tumulto de acero y gritos. Mingyu debería girarse y enfrentar a sus captores, pero permaneció inmóvil, esperando que Jeonghan revelara el siguiente paso del plan.

Lo observó con una intensidad frenética, su cabello perfectamente peinado y la firmeza en su espalda. Jeonghan giró ligeramente el rostro, mostrando la línea perfecta de su mandíbula, pero sus ojos evitaron los de Mingyu.

Un grito desgarrador escapó de los labios de Mingyu cuando dos hombres lo sujetaron por los brazos, la tensión en el semblante de Jeonghan era evidente, pero no reaccionó.

"¡Jeonghan!" la desesperación en su voz era palpable.

Los hombres que lo sujetaban comenzaron a arrastrarlo, mientras Jisoo y Jihoon se interponían entre ambos príncipes. Mingyu luchó contra el agarre de los guardias, se zafó de uno, solo para ser sometido por otros dos. La confusión nublaba su juicio mientras seguía resistiendo.

Jeonghan no podía traicionarlo. No después de todo lo que habían pasado, no después de todo lo que había abandonado por él.

Lo arrastraron por pasillos de piedra iluminados por vitrales de colores, el contraste entre la calidez de la luz y el frío en su interior era cruel. La belleza del castillo se desvanecía mientras el punzante dolor en su cabeza se intensificaba.

Los elegantes pasillos dieron paso a oscuros pasadizos que los condujeron hacia el calabozo. El golpe de Wonwoo al caer al suelo resonó en la fría oscuridad. Mingyu buscó en vano una salida, pero la pobre iluminación lo impedía. Finalmente, fue arrojado a la celda junto a su compañero.

La respiración agitada de su guardia denotaba enojo e impotencia, pero Wonwoo no reprochó su actuar ni le recordó las advertencias sobre Jeonghan. En la oscuridad del calabozo, Mingyu volvió a considerar los motivos detrás de la traición de Jeonghan. ¿Realmente había sido tan insignificante para él?

Recordó sus palabras, 'te necesito tanto como tú a mí,' encontrando un nuevo significado que le quemaba en el pecho. Golpeó la banca de madera hasta ver el material desgastado, sin importarle dejar sus nudillos en carne viva.

"¡Basta!" La voz profunda y autoritaria de Wonwoo lo hizo detenerse. "No lograrás nada más que lastimarte. Debes estar en óptimas condiciones para cuando llegue la oportunidad de huir."

Mingyu lo consideró por un momento.

"¿Crees que vendrán por nosotros?"

Wonwoo respondió con un tono cargado de sarcasmo.

"No podemos esperar a que vengan por nosotros. En cuanto tenga oportunidad, el regente nos matará."

...

Le era difícil concebir el tiempo rodeado de la oscuridad de su celda, pero Wonwoo aseguraba que habían pasado tres días. Su esperaza se iba desvaneciendo al mismo ritmo que su furia aumentaba.

Repasaba una y otra vez sus decisiones, el matrimonio, el viaje, seguir al enemigo cegado por sus encantos. ¿Qué tan fácil habría sido entregar a Jeonghan al príncipe de Carat...? La sola idea le hacía hervir la sangre. 

Príncipe CaptivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora