Capítulo 16: Cara de culo.

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Llegó un nuevo jueves, día de cursar natación para los alumnos de la licenciatura. Enzo y Julián habían llegado juntos a la facultad, el morocho lo había pasado a buscar en el Vento negro que manejaba siempre.

Desde esa última siesta que habían compartido, los dos habían empezado a pasar incluso más tiempo juntos que antes. Hablaban todos los días por mensajes y se veían todos los días en la facultad. También se había vuelto costumbre esto de que el de ojos oscuros manejara a la ida y a la vuelta de la facultad, dejando al castaño en su casa, o invitándolo a la suya a pasar el rato juntos.

Julián se derretía cada vez que el morocho le acariciaba la pierna mientras manejaba, o a mitad de una clase. Mientras el morocho se moría de amor con los mensajes de buenos días del otro, o con sus tiernas sonrisas. Las cosas estaban avanzando bien para los dos. O al menos eso creía el cordobés. Puntualmente esa mañana el bonaerense estaba más callado que de costumbre en el viaje de ida, pero Julián decidió no hacer comentarios al respecto, un poco de silencio no era señal de alarma.

Una vez que entraron al natatorio, los dos fueron directo a cambiarse para poder meterse a la pileta. Una vez en el vestuario, el cordobés, como habitualmente hacía, se sacó el short que tenía puesto y se puso la malla encima de su ropa interior. El bonaerense estaba cambiándose al lado suyo, con la mirada perdida en el cuerpo del otro y esas piernas con glúteos definidos que lo volvían loco.

Julián mantenía su mirada en su bolso, para no hacer contacto visual con nadie y no pasar ninguna situación de vergüenza.

Después de cambiarse, fueron directo a la zona de las piletas. Tocaba día de examen. Después de que el profesor diera las indicaciones con las técnicas a realizar, los dos se sentaron en un costado con el resto de sus compañeros a esperar para ser llamados por su apellido.

Paulo se acercó caminando hacia ellos, acompañado de otro chico de pelo y contextura física grande. Tenía la espalda más trabajada de todos los presentes, con brazos de gran tamaño. Mientras los dos caminaban juntos, el de ojos claros sonrió al ver a sus amigos, mientras el otro caminaba con el ceño apenas fruncido. No tenía cara de muchos amigos.

Al llegar, Paulo saludó a sus amigos. El morocho que lo acompañaba hizo lo mismo, saludando primero a Enzo con un apretón de manos, luego caminó dos pasos más para saludar a Julián. Su mirada bajó hacia el pecho del castaño, que ya estaba sin remera, para luego volver a subir y sonreírle. Posterior a eso acercó su cara y lo saludó con un beso en el cachete, lo cual desconcertó por un segundo al cordobés, pero decidió tomarlo como algo normal y fingir demencia, como hacía siempre.

El profesor llamó al primer estudiante a ser evaluado: "Álvarez" dijo a viva voz. El más bajo ya sabía que si el llamado era en orden alfabético por apellido, iba a tener que ser el primero en lanzarse al agua a nadar.

Luego de nadar ida y vuelta mostrando la técnica de crol y posteriormente de espalda, el profesor le dijo que su nota era un ocho, habían algunos detalles por mejorar pero a grandes rasgos estaba muy bien.

Al llegar sus amigos le preguntaron la nota, y al decirles la respuesta, todos los felicitaron.

—Muy prolija tu técnica de espalda. —dijo el morocho de espalda ancha que estaba sentado con ellos, dando dos palmadas en el hombro derecho del cordobés, que todavía estaba mojado por el agua.

Enzo permanecía en silencio, con sus brazos cruzados, pero con la mirada fija en esa mano que estaba tocando el hombro de Julián.

—Gracias...— respondió el que había sido felicitado, con timidez, dándose cuenta que todavía no sabía el nombre de su compañero.

—No nos dijiste tu nombre. —dijo Julián mientras se secaba con su toalla.

—Lautaro me llamo, pero me dicen Toro. — respondió y luego le guiñó un ojo.

Mis ganas de no quererte - JulienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora