Capítulo 4: No soy tímido ni a palo.

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Eran las siete y media de la mañana cuando Julián estaba a punto de salir del departamento rumbo a tomar el colectivo para irse a la facultad. El Cuti había salido pocos minutos antes después de haberse saludado.

Repasaba en su cabeza todo lo que tenía que llevar para no olvidarse nada, ya que hoy le tocaba clase de natación, en la pileta cubierta que tenía la facultad.

Antiparras, malla, ojotas, ropa para cambiarse... Y la campera de Enzo que le había prestado el día anterior.

Julián levantó la campera que estaba prolijamente doblada sobre su cama y la guardó en su mochila, no sin antes percatarse de haber sentido nuevamente el perfume que había quedado impregnado en la prenda.

«¿Cuánto perfume se pone este culiado para que se sienta tanto?» pensó.

Ahora sí, sabiendo que tenía todo listo, guardó el resto de cosas en su mochila y salió por la puerta, cerrando con llave.

Hizo el recorrido habitual hasta la facultad, excepto que esta vez no entró por la entrada principal, sino que tuvo que caminar algunos metros más, ya que el ingreso al natatorio era por otra calle distinta sobre la misma manzana.

Julián llegó puntual para la clase. Ni bien entró, vio que Paulo y Enzo estaban parados conversando, por lo que se acercó para saludarlos. Aún con la situación del día anterior en mente, se apuró en estirar la mano para saludar a ambos de igual manera. Enzo no hizo ningún comentario al respecto, lo cual fue un alivio para Julián. Capaz ni siquiera se había dado cuenta del hecho con el que tanto se había hecho la cabeza.

La clase comenzó de manera teórica, el profesor se presentó e hizo una introducción de cuáles serían las técnicas de nado que serían evaluadas a lo largo del cuatrimestre, dando ejemplos y haciendo una descripción escrita de cada una de ellas.

Después de más de media hora en la que más de la mitad de la clase no paraba de bostezar, y luego de que varios preguntaran si ese día iban a nadar en las piletas, el profesor dio la indicación de que vayan a los vestuarios a cambiarse para poder entrar al agua.

Julián, que había estado sentado al lado de Enzo y Paulo, siguió a su grupo de compañeros hasta los vestuarios. La realidad era que no le gustaba mucho la idea de tener que compartir un espacio en el que todos sus compañeros lo vean desnudo, por lo que buscó una esquina libre, donde apoyó su mochila sobre un banco con tablas de madera y sacó la malla que se iba a poner.

Varios habían optado por no usar nada debajo del traje de baño, pero él, no solo por una cuestión de vergüenza de tener que cambiarse en frente de todos, sino también por comodidad, decidió dejarse el boxer que tenía puesto y ponerse la malla arriba. Lo hizo rápido y sin mirar a sus alrededor para evitar miradas incómodas, al fin y al cabo a ninguno le gusta que lo estén mirando mientras se cambia, ¿no?.

Posteriormente se sacó la remera y salió de los vestuarios para ir directamente al área de las piletas.

La clase transcurrió teniendo unas primeras aproximaciones a las técnicas de crol y espalda, para las cuales Julián no tuvo demasiadas complicaciones, aunque sabía que le llevaría tiempo y práctica poder mejorar.

Mientras esperaba que el profesor terminara de explicar algunas cuestiones a sus compañeros, Julián se sentó en el borde de la pileta. A los pocos minutos, Paulo y Enzo, que también habían terminado, se acercaron caminando por el costado, hacia donde estaba sentado él.

Julián giró su cabeza y la levantó levemente a modo de saludo a sus dos compañeros que acababan de llegar. Ambos se detuvieron justo en frente de él, quedando la cabeza de Julián un poco más arriba de la altura de sus rodillas.

Mis ganas de no quererte - JulienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora