El fin de semana había desaparecido en su totalidad. Comenzaba una nueva semana. Julián, que ya estaba en el subte haciendo su recorrido habitual camino a la facultad, estaba haciendo exactamente lo que se había propuesto evitar, pensar.
No podía parar de pensar en Enzo, en esos labios apenas húmedos, en su cara y sus ojos iluminados levemente por la luz que entraba por la ventana en la noche del sábado. No podía parar de pensar en ese beso y en cómo las manos de Enzo lo apretaban fuerte de la cintura mientras sus labios estaban juntos. Hacía mucho que el cordobés no tenía un encuentro así, al fin y al cabo, tampoco es que en el pueblo de donde venía haya tenido mucha experiencia previa.
En Calchín apenas había dado su primer beso, que había sido con una chica.
Esta nueva experiencia le había volado la cabeza, y aunque lo intentara, no podía evitar pensar en si volvería a repetirse.
Casi sin darse cuenta, por estar absorto en sus pensamientos, ya había llegado a la entrada de la facultad. Julián miró los pocos escalones que había antes de la puerta principal, tragó saliva, y finalmente entró.
Caminó los pasillos de siempre hasta llegar al aula que le tocaba ese día.
No más entrar, sus ojos se fijaron en aquello que lo había dejado hipnotizado todo el fin de semana, en Enzo.
El morocho estaba sentado con las piernas estiradas, vestido, como ya era costumbre, con un conjunto deportivo negro. Julián reconoció que la campera que tenía puesta era la misma que le había prestado aquel día de lluvia. Esta vez el moreno no estaba con gorra, sino que tenía el pelo apenas húmedo y un poco alborotado, parecía que se había bañado antes de llegar.
Al entrar caminando al aula, los ojos oscuros que tanto le gustaban ya se habían posado sobre él. Enzo sonrió al verlo entrar, haciéndole una seña para que se acerque.
Julián vio que a la derecha de Enzo también estaba Paulo, mirando su celular.
Se acercó y Enzo lo saludó con un beso en el cachete mientras que el de ojos verdes levantó su vista y extendió su mano para saludarlo, sonriente.
El cordobés se sentó al lado del morocho y empezaron a hablar de cosas de la facultad. Más bien Enzo hablaba, Julián estaba mitad escuchando, mitad perdido en los ojos y los labios que tenía a su lado, acotando algún que otro comentario.
Pocos minutos después, la clase arrancó y los tres sacaron sus cosas para empezar a tomar apuntes.
La primera hora se hizo eterna, Julián se la pasaba mirando la hora en su celular, esperando cada vez con más ansias el momento de irse, los temas que estaban viendo eran bastante aburridos a su parecer.
Apenas escribió algunas palabras principales que había ido escuchando, pero ya se había resignado a simplemente escuchar por arriba lo que el profesor explicaba.
En un momento de distracción, el cordobés miró la hoja de su compañero que estaba sentado al lado de él. Enzo estaba dibujando garabatos con su lapicera, con la mirada perdida en su hoja y probablemente sin escuchar lo que el profesor estaba diciendo.
Al cordobés le hizo gracia saber que por lo menos no era el único al que la clase le estaba pareciendo un embole.
—Que embole esta clase, culiado, me hubiese quedado durmiendo para eso —dijo Julián por lo bajo dirigiendo sus palabras al oído de Enzo.
El morocho giró sus ojos para verlo, con una leve sonrisa que se dibujaba en su cara.
—Si la verdad que preferiría estar haciendo algo más divertido —respondió el otro.
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Mis ganas de no quererte - Julienzo
FanfictionJulian es un joven de 18 años recién llegado a Buenos Aires en búsqueda de una nueva oportunidad para estudiar. En su camino se cruza con un amor confuso y muy intenso que lo va a hacer dudar de todo y de todos.