Julián giró sobre sí mismo en la cama. La cabeza se le partía. Después de la noche anterior, donde además de un beso inesperado, se había tomado varios vasos de fernet, tenía una resaca que no daba más.
Apenas abrió uno de sus ojos, enceguecido por la luz que se filtraba a través de las persianas de la pieza. Miró la hora de su celular. Eran las cuatro de la tarde.
No sabía que había dormido tanto, su cuerpo se sentía como si hubiera tenido apenas unos pocos minutos de sueño desde el día de ayer. Después de varios minutos de dar vueltas en la cama, y con un intento nulo de volverse a dormir, producto de la jaqueca que tenía, decidió levantarse a tomar algo para el dolor de cabeza.
Julián se levantó apenas vestido, en ropa interior, cómo solía dormir. Abrió la puerta de su pieza y se dirigió al cajón de la cocina en búsqueda de una pastilla que le aliviara un poco el malestar.
En su camino se cruzó al Cuti, que estaba tirado boca arriba en el sillón mirando una serie en el televisor. Julián siguió de largo, ni siquiera notó su presencia, a diferencia del moreno, que lo vio pasar caminando como un zombi.
Julián se agachó para buscar entre una pequeña caja de plástico la pastilla que necesitaba, y se incorporó para servirse agua y posteriormente ingerirla.
El cuti se había levantado, estaba parado apoyado con uno de sus hombros contra una de las paredes observando al castaño en silencio.
Era raro que Julián camine por el departamento en calzones, siempre estaba vestido, ya que le daba vergüenza que lo vean así, aún tratándose del Cuti, con quien ya tenía un tiempo de convivencia.
Terminó de tragar y cruzó su mirada con su amigo, recién notando su presencia y abriendo los ojos, demostrando la sorpresa que le daba verlo ahí parado.
El semi-dormido se tapó su entrepierna con una de las manos mientras se sentaba en una de las sillas del living y sostenía su cabeza con una mano.
-Se me parte la cabeza. -dijo Julián que luchaba por mantener los ojos abiertos.
-Y, me imagino, si te tomaste como cinco vasos de fernet ayer, después del último la quedaste. -respondió el Cuti que se había sentado en una de las sillas enfrente de él.
Julián levantó la vista para verlo a la cara.
-No me acuerdo una mierda, culiado. -pronunció el somnoliento con una voz semi-ronca.
-Como a las cinco de la mañana la quedaste en el hombro de ese que trajo Paulo. -le contó el morocho.
Julián abrió los ojos como si lo hubieran pinchado con un alfiler.
El beso, la charla, el Cuti entrando sin querer a la pieza, todo llegó a su mente en un instante. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. ¿El Cuti había llegado a ver algo de lo que pasó? Todo había pasado tan rápido que ya casi se había olvidado de ese momento que vivieron. De cómo los dos se miraron con Enzo y como el morocho lo tuvo que tranquilizar para que Julián no se haga tanto drama. Habían quedado en aclarar que Enzo había ido a fumarse un cigarrillo y que Julián le estaba haciendo compañía, no había por qué dar otros detalles.
-¿En el hombro de Enzo me dormí?-preguntó Julián que ya estaba perfectamente despierto y sin bostezar ni un poco.
-Si, si, de ese. -respondió el Cuti entre risas mientras agitaba la cabeza.
-¿Por qué te reís culiado? -preguntó el castaño dudando si el Cuti sabía algo más que no le estaba diciendo.
-Te tuvo que llevar a tu cama casi arrastrado porque no te podías mantener. -dijo Cristian riendo todavía más que antes.
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Mis ganas de no quererte - Julienzo
FanfictionJulian es un joven de 18 años recién llegado a Buenos Aires en búsqueda de una nueva oportunidad para estudiar. En su camino se cruza con un amor confuso y muy intenso que lo va a hacer dudar de todo y de todos.